viernes, 9 de marzo de 2018

La Revolución de las Mujeres....

La marcha sufragista de Hyde Park en 1908, la de Pennsylvania Avenue en 1913, la huelga islandesa de 1975 o la primera Women´s March contra Donald Trump. Al menos en términos de participación, no existen muchos precedentes de la movilización feminista que tuvo lugar ayer en varias ciudades de España. La protesta colapsó el centro de Madrid durante horas, congregando a 170.000 personas según la Delegación del Gobierno y a unas 600.000 según los organizadores. Cifras casi idénticas (200.000-600.000) se registraron en Barcelona. Y en ciudades como Sevilla, Bilbao o Zaragoza se dieron cita también decenas de miles de personas. Más que una huelga feminista, aquello pareció la revolución de las mujeres. "Hemos paralizado Madrid. Este es nuestro día y mañana también lo será. No vamos a parar, por nosotras, por las que no pueden estar, por las que vendrán", decía una de las organizadoras al final de la marcha.
No cabe duda de que el día de la mujer trabajadora ha sido especial en España. No solo porque únicamente aquí estaba convocada, además de la celebración, una huelga general, sino porque durante la última semana el movimiento ha adquirido una velocidad de vértigo, llegando incluso a convencer a las divas de las mañanas televisivas para apagar las cámaras. Ayer hubo marchas feministas en más de 200 localidades por todo el país. La más madrugadora de todas, la de Bilbao, ha estado abriendo el 'New York Times' durante buena parte de la tarde gracias a la potentísima imagen de cientos de mujeres haciendo el símbolo feminista. En Barcelona, la mayor de todas, la Guardia Urbana estima que se han reunido más de 200.000 personas, mientras que los manifestantes dicen estar por encima del medio millón. Si no se fían de los datos de unos y de otros, quédense con la comparación: Madrid y Barcelona, en el peor de los escenarios, triplicaron las movilizaciones de 8-M anteriores.
Las manifestaciones, en las que la presencia femenina no fue exclusiva pero sí mayoritaria, superaron las previsiones de las organizadoras y desbordaron cualquier intento de congregarlas bajo unas siglas concretas. Era habitual ver en las presentes, entre batucadas y reivindicaciones de género, los ojos empañados, emocionadas ante la magnitud y el buen ambiente general. Culminaron una jornada de movilización en la que en torno a seis millones de trabajadoras (según datos sindicales) participaron en paros totales o parciales. En cambio, el seguimiento de la huelga de 24 horas ha sido más irregular, pues afectó mucho a la actividad de algunos sectores como el educativo y muy poco la de otros como la sanidad, el comercio o la hostelería.
Más que una huelga feminista, lo de ayer pareció la revolución de las mujeres
Ni los partidos políticos ni los sindicatos mayoritarios han sido capaces de calcular el potencial del 8-M y ninguno consiguió abanderar la protesta. Aunque impulsada desde la izquierda y coreada en ocasiones con cánticos contra el Gobierno, la movilización se acabó convirtiendo en una marcha transversal, con pocas banderas, eslóganes variados y mujeres de todas las generaciones y estrato social, incluidas miles de inmigrantes. Tras el tsunami de ayer quedan pocas dudas de que el feminismo ha entrado por fin en la agenda política española y que es un elemento altamente volátil si se utiliza con fines partidistas.

Políticos fuera de juego

Partidos y sindicatos fueron intencionalmente desplazados a un segundo plano por los convocantes, la Comisión 8 de Marzo y el Movimiento Feminista de Madrid, que decidieron que la cabecera fuese no mixta y que estuviese protagonizada solo por mujeres y colectivos sociales sin adscripción ni política ni sindical. La afluencia masiva no ayudó a mantener el orden de los diferentes cortejos, y en varias ocasiones se exhortó por megafonía a que los hombres diesen “un paso atrás para dejar el protagonismo a las mujeres”. CCOO y UGT, que solamente habían convocado paros parciales (en lugar de la huelga general que fue registrada por los minoritarios CGT y CNT), fueron los que más se resistieron a respetar estas consignas.
Manifestación del 8-M en Madrid. (Cordon Press)
Manifestación del 8-M en Madrid. (Cordon Press)
El cortejo de Podemos fue uno de los más numerosos, con los dirigentes hombres situados en las últimas filas, incluido Pablo Iglesias. El de los socialistas estaba asimismo integrado en su cabecera únicamente por mujeres, a excepción de Pedro Sánchez, quien también sostuvo la pancarta con el lema 'Contra el machismo', mientras que el de Ciudadanos, el más reducido, estuvo liderado por la portavoz municipal, Begoña Villacís, y la diputada y responsable de Igualdad, Patricia Reyes. Estas últimas sufrieron uno de los pocos altercados producidos durante la manifestación, al ser increpadas por un pequeño número de manifestantes al grito de “esquirolas” y con el cántico “fuera la brecha, fuera la derecha”. La situación fue calificada de "acoso" por el presidente del partido, Albert Rivera, a través de las redes sociales, pese a que en los vídeos parece un simple intercambio verbal.
La gran ausencia de los principales partidos estuvo protagonizada por el PP, a pesar de los guiños lanzados por el presidente del Gobierno durante la mañana de ayer a favor de la igualdad entre hombres y mujeres, incluido un broche morado en la solapa de su chaqueta, para evitar que la huelga feminista fuese interpretada como una huelga contra el Ejecutivo. En este sentido, este periódico desvelaba ayer que el Ejecutivo se ha visto obligado a cambiar el paso radicalmente al ver el rodillo que se le avecinaba, de consecuencias insondables en caso de explotarles en la cara.
Tanto el PSOE como Podemos han anunciado que continuarán la batalla por la igualdad en las instituciones, tratando de capitalizar una jornada que han coincidido en calificar de “histórica”. Este mismo viernes, Unidos Podemos registrará una iniciativa en el Congreso de los Diputados sobre la redistribución de los cuidados, mientras que el PSOE se adelantó el día previo a la huelgacon una proposición de ley para garantizar la igualdad de trato y de oportunidades entre mujeres y hombres en el empleo. Una propuesta, esta última, “muy importante y transformadora”, según defendió Pedro Sánchez, que da continuidad a las que presentó el Gobierno socialista en pro de la igualdad de género y de la lucha contra la violencia machista.

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