Alemania se destaca....
Carlos Molina - Madrid - 29/04/2011
El optimismo desatado a principios de año por la mejoría de las grandes economías del mundo se ha ido apagando a medida que se han ido conociendo los datos correspondientes al primer trimestre de este año. Y el ejemplo más claro lo representa la economía estadounidense, que tras anotarse un crecimiento del 3,1% en tasa intertrimestral anualizada entre septiembre y diciembre de 2010, ha visto como el PIB tan solo ha avanzado un 1,8% en el primer trimestre de 2011.
La justificación a esta desaceleración, según el Ejecutivo, se debe a un aumento del déficit comercial (ese desequilibrio se ha visto acentuado por la mayor competencia de China y de los países emergentes, que han ganado cuota exportadora), a la reducción del gasto público como consecuencia de la retirada de estímulos y al encarecimiento de alimentos y el petróleo, que ha reducido sensiblemente la renta disponible. El gasto de los consumidores, que en Estados Unidos equivale al el 70% del PIB, creció a un ritmo anual del 2,7% en el primer trimestre, 1,3 puntos menos que entre octubre y diciembre.
Al parón de EE UU se ha unido el desplome de Japón, lastrado por las consecuencias del terremoto y el tsunami del 11 de marzo. De hecho, el Banco Central de Japón presentó ayer sus nuevas perspectivas de crecimiento para este año, que se han visto recortadas en un punto porcentual. De esta manera, la economía nipona apenas crecerá un 0,6% en 2011, muy por debajo del 4% registrado en 2010. La única gran potencia mundial que parece haber consolidado su crecimiento entre enero y marzo ha sido Alemania, gracias al tirón del comercio exterior.
El Instituto Alemán de Investigaciones Científicas (DIW, por sus siglas en alemán) augura un avance del 0,9% para el primer trimestre, lo que se corresponde con el crecimiento anual observado en 2010 (un 3,5%).
En el resto de las grandes economías europeas, como Francia, Reino Unido, Italia o España, el denominador común es un crecimiento todavía muy débil, que impide que se revierta la tendencia de destrucción de empleo y de atonía en el consumo o en la inversión. El exponente más claro es Reino Unido, cuyo PIB creció un 0,5% en el primer trimestre frente a un retroceso de la misma cuantía a finales de 2010. Lo que podía ser interpretado como un buen dato fue puesto en entredicho por el propio primer ministro británico, David Cameron, quién rechazó que esa mejoría pudiera ser considerada como el inicio de la recuperación.
Esta parálisis es aún más evidente en el caso de España, que ha encadenado cuatro trimestres consecutivos con crecimientos pírricos del PIB. Los analistas no prevén que la situación mejore mucho este año y frente al optimismo del Ejecutivo, que estima en su cuadro macroeconómico un avance anual del 1,3%, los diecisiete servicios de estudios consultados por la Fundación de Cajas de Ahorro coinciden en que el alza de la actividad no llegará ni a la mitad de esa cifra.
El alza de precios presiona al BCE
La subida del precio del petróleo y de los alimentos ha vuelto a introducir presión a la inflación a ambos lados del Atlántico. El barril de Brent, de referencia en Europa, se ha disparado en los tres primeros meses del año, con un incremento del 32% anual. Al mismo tiempo, la especulación y las malas cosechas han llevado a máximos los precios de algunas materias primas alimentarias. La combinación de ambos factores ha provocado un repunte de la inflación en la zona euro, que se ha disparado hasta el 2,7% en marzo, el nivel más alto desde octubre de 2008.
Esto introduce más presión al BCE para que eleve los tipos, tras la subida acordada en abril (0,25 puntos porcentuales) con el fin de frenar el avance de los precios. Aunque el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, ya advirtió que no habría más alzas a corto plazo, los datos de marzo son elocuentes: tan solo dos países (Irlanda y Holanda) están por debajo del 2%, considerado el nivel óptimo por el BCE.
En el caso de EE UU, la inflación se ha disparado hasta el 2,7% en marzo, lo que supone seis décimas más que en febrero. Pese a ello, la Fed, al contrario que el BCE, ha aplazado la subida de tipos al menos hasta septiembre a la espera de ver si la recuperación se consolida o se interrumpe.
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