Garbiñe Muguruza gana Wimbledon, es la nueva reina de Inglaterra
El triunfo de Muguruza supone un nuevo punto en una carrera de desarrollo peculiar. Incapaz de pisar una final desde que ganara su primer grande en París al quedar por el camino en sus siguientes 23 torneos. Capaz, sin embargo, de enlazar Roland Garros y Wimbledon como sus últimos dos títulos, separados entre sí por 14 meses de desierto. Una habilidad para abstraerse del entorno y firmar registros inéditos en un deporte cuya era profesional roza el medio siglo. Nadie había ganado tantos Grand Slam (dos) con una vitrina tan despoblada de trofeos (cuatro). Nadie, tampoco, había logrado batir a sendas hermanas Williams (Serena en París, Venus en Londres) en finales de Grand Slam. Hasta que llegó Muguruza, una coleccionista de imposibles. Una realidad que deja a la vista una personalidad singular. La de una persona con una profunda creencia en sí misma para la competición.
El homenaje de Wimbledon a los cuatro campeones españoles.
La propia final de Wimbledon fue el mejor resumen de Muguruza en apenas una hora de juego. Garbiñe se lanzó a por el trofeo de campeona entre límites, pasando de tener el agua al cuello a tomar un control absoluto. Fue una reacción formidable, toda una demostración de fuerza interior, capaz de dejar en blanco a una leyenda. Garbiñe pasó de tener el primer set perdido (4-5, 15-40) a conformar la remontada hilando los últimos nueve juegos del encuentro (7-5, 6-0). En una final de Grand Slam. Cuando llegó el momento crítico, cuando la colección de fantasmas (otra vez Wimbledon, otra vez el apellido Williams) se puso en bandeja, Muguruza mostró un carácter formidable. Así, y disputando desde el fondo de pista un intercambio ya histórico de 18 golpes, una batalla contra los nervios llena de precisión, cambió el sino de lo que parecía una condena al sufrimiento.
Es el crecimiento de una jugadora con mimbres para marcar una época, con detalles para imponer respeto. Con la capacidad para pasar de la tensión al autocontrol, cerrando las últimas tres rondas de Wimbledon sin ceder un turno de servicio. Con personalidad suficiente para cumplir con precocidad cualquier sueño. Y con el inusual talento para ofrecer más hechos que palabras, respondiendo a la falta de regularidad con una capacidad inmensa para atacar en las cumbres de su deporte.
Para una jugadora que ha padecido al gestionar situaciones adversas, que ha sucumbido en diversas charlas con el entrenador en pista, la respuesta a la amenaza fue un mensaje de madurez. Una versión introspectiva de una deportista capaz de voltear un imposible. Ni siquiera el peso de un mito en su torneo predilecto fue capaz de frenar la ambición de Muguruza. Esa fue la lectura. La irrupción de una jugadora fría de cabeza y atenta en lo técnico. Formidable cuando Venus buscó grietas bajando la pelota sobre su revés, intensa para no ceder un metro sobre la línea de fondo y notable, muy notable, para colorear el partido con 'passing shots', una suerte vital cuando Venus quiso tomar la red como plan alternativo ya avanzada la segunda manga.
En los momentos posteriores a la victoria hay una frase que Garbiñe repite sin parar. Son apenas dos palabras, pero le brotan de dentro. Con espontaneidad. Uno de esos momentos en que el instinto y la sinceridad se dan la mano. Las dice al comenzar su discurso de campeona. Se escuchan al coincidir en las entrañas de la Centre Court, donde la esperan Arantxa Sánchez-Vicario y el rey emérito don Juan Carlos. Y las pronuncia de nuevo al reunirse con su equipo y levantar en brazos a Conchita Martínez, su entrenadora en el torneo y, hasta hoy, única campeona bajo bandera española sobre la hierba de Wimbledon. “¡Por fin!”.
Como si no haber ganado Wimbledon a los 23 años, una edad relativamente bisoña en el tenis actual, fuera en su cabeza un motivo de sonrojo. Como si cinco cuadros finales en la hierba de Londres fueran una imperdonable eternidad de oportunidades perdidas. Como si conquistar el torneo de mayor prestigio de su deporte, tocar la cima a nivel competitivo, fuera una responsabilidad asumida desde hace tiempo. Hay quien se muestra incrédulo ante un logro de este calibre; Garbiñe se cansó de esperarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario