El jazz que vino de Saturno
están entre nosotros. Seres venidos de otros planetas, que viven y se adaptan a los humanos pasando mayormente inadvertidos, pero trayendo con ellos una visión distinta de las cosas, un elemento que no es de este mundo y que altera nuestra cultura, haciéndola mejor. No es improbable que gran parte de los inventos humanos hayan sido, en realidad, obra de esos extraterrestres disimulados, así como las rupturas más radicales en las artes y en las ciencias. En general saben que el miedo humano al otro, al distinto, puede ser letal, y guardan silencio sobre su origen. Hubo uno, sin embargo, que lo declaró con orgullo. Se llamaba Sun Ra o Le Sony?r Ra o Le Sonra. Era de la raza de los ángeles. Venía de Saturno, y durante su paso por esta Tierra, fue músico de jazz.
En 1914, cuando Sun Ra vino al mundo (nunca mejor dicho), fue bautizado como Herman Blount, y lo hizo en Birmingham, Alabama, un lugar difícil para ser negro y extraterrestre, aunque también útil para un genio que a los once o doce años tocaba, leía música y componía. Por su ciudad pasaban figuras como Fletcher Henderson y Duke Ellington, dos de sus principales influencias, y el joven Herman, alias Sonny, podía transcribir de memoria arreglos completos de big bands. Tampoco le costó destacar entre sus compañeros de estudios, terminarlos con diploma de honor y empezar a trabajar como pianista de rhythm & blues. La logia masónica negra Los Caballeros de Pythias, de la que era miembro desde niño, alimentó en parte su hambre de lecturas. Con veinte años, Herman se unió a una banda como vocalista y terminó dirigiéndola. La Sonny Blount Orchestra no tuvo mucho éxito, pero sí comentarios positivos de colegas y críticos. Dos años más tarde, obtuvo una beca que le permitió estudiar composición, orquestación y teoría musical, pero luego tuvo una visión.
Teletransportado a otro mundo
No se sabe bien cuándo ocurrió: los biógrafos no se ponen de acuerdo. Él hablaba de 1936 o 37, pero algunos dicen que ocurrió en 1952, cuando los platillos voladores eran una realidad en el imaginario social. Lo cierto es que fue entonces cuando Herman supo que no era humano. Envuelto por una luz brillante, fue «teletransportado a un planeta que identifiqué como Saturno». Allí sus congéneres, que tenían «antenas en los oídos y en los ojos» le aconsejaron que abandonara los estudios porque «habría grandes problemas en las escuelas, y el mundo entraría en un caos total. Yo hablaría a través de la música y el mundo me escucharía. Eso fue lo que me dijeron». Sonny convirtió su casa en un conservatorio, donde componía, orquestaba, ensayaba, y departía sobre esoterismo y religión. Su Sonny Blount Orchestra también se benefició de esta revelación, creándose una reputación de músicos capaces en cualquier estilo.
Pero como suele suceder en casos de contactos alienígenas, el ejército de su país intervino para arruinar las cosas. En 1942, Herman fue convocado al servicio militar. Él se declaró objetor de conciencia al tiempo que acusaba al comité de tendencias hitlerianas. Aunque fue recolocado en el servicio civil, Sun Ra manifestó, con numerosos argumentos legales y religiosos, que eso también le resultaba inaceptable. El juez, entonces, le amenazó con hacerlo entrar en el ejército por la fuerza. La dura y regocijante respuesta de Blount debería figurar en cualquier antología de antimilitarismo: dijo (queremos creer que con impenetrable aplomo) que utilizaría su entrenamiento y sus armas para matar al primer oficial de alto rango que tuviera cerca. «Nunca he visto a un negro como tú», le dijo el juez al tiempo que lo sentenciaba a prisión. «Y nunca lo verá», fue la respuesta. Los psiquiatras de la cárcel lo describieron como un «educado intelectual de color» pero con «tendencias psicopáticas y sexualmente pervertido».
Después de la guerra, y ya en Chicago, Sun Ra floreció: tocó con su ídolo Fletcher Henderson, con Coleman Hawkins y con Stuff Smith, antes de formar su Space Trio, en medio de la efervescencia negra de la época. En 1952 se cambió su nombre legalmente a Le Sony?r Ra. En esa década, lideró una serie de grupos intercambiables conocidos colectivamente como la Arkestra (también como la Solar Myth Arkestra, la Cosmo Discipline Arkestra, la Blue Universe Arkestra, o la Jet Set Omniverse Arkestra) y produjo un jazz experimental, vanguardista, muy avanzado y a la vez lleno de ritmo, alegría y juego. Su Jazz In Silhouette, de 1958, es hoy considerado una de los discos más importantes de toda la historia del jazz, y en sus infinitas e inabarcables grabaciones pueden encontrarse referencias a todos los subgéneros de esta música, desde el ragtime y el swing hasta la improvisación libre, la fusión electrónica, la psicodelia más salvaje y el funk. Durante los siguiente cuarenta años, el planeta Tierra se benefició de la multiabarcadora musicalidad de nuestro amigo de Saturno, hasta que su frágil cuerpo humano volvió a fallarle, primero con un infarto, luego con neumonía, problemas circulatorios y más infartos. En 1993, Sun Ra volvió a Saturno, o quizá fue a civilizar algún otro planeta.
Además de su extensa discografía, Sun Ra dejó escritos, ensayos y conversaciones. Junto a comentarios de contemporáneos, poemas dedicados a él, cómics, fotos y otros textos, las palabras de este generoso saturnino forman parte de Sun Ra: Entrevistas y ensayos, una interesantísima, aunque bastante caótica, compilación de John Sinclair que acaba de publicar en España Libertos Editorial. Leerla es como asomarse a la certeza de que hay otras dimensiones, y otros mundos.
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