domingo, 19 de febrero de 2023
Previniendo que es Gerundio....
La sidra de la cosecha del 2022 yá está corchada...inédito a primeros de Febrero!!!!
Vendimias adelantadas y colmenas con menos miel: las amenazas del cambio climático en Asturias
CARMEN LIEDO
REDACCION
ASTURIAS
miguel souto
Los sectores vinícola y apícola regional reconocen que el aumento de las temperaturas que está registrando el Principado está influyendo en la producción tanto del vino como de la miel aunque no perciben que estén en riesgo
18 feb 2023 . Actualizado a las 20:36 h.
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El cambio climático es una realidad innegable que está afectando a la Tierra de múltiples formas que van desde la alteración de las estaciones, el aumento del nivel de los océanos o fenómenos climatológicos extremos hasta la desaparición de animales y plantas. El caso es que, aunque haya episodios de lluvias torrenciales en una parte del mundo, voraces incendios en otra y zonas amenazadas por la sequía como señales claras de la crisis climática, para una parte de la población la consideración es que no son efectos que tengan que ver con uno mismo. Sin embargo, no se debe perder la perspectiva de que el aumento de las temperaturas en la atmósfera influyen directamente en la agricultura y, por ende, en el suministro de alimentos, incluidos los de gran demanda.
Precisamente, uno de los últimos informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC) ponía de manifiesto que el estrés hídrico al que someterá el cambio climático al planeta hará inviable la pervivencia de cultivos básicos poniendo en riesgo de extinguirse alimentos como el café, el chocolate, los plátanos, la miel o el vino, es decir, alimentos que forman parte de nuestra dieta.
Hoy por hoy ese riesgo parece lejano en el tiempo pero teniendo en cuenta que en Asturias se han empezado a notar los efectos del cambio climático, por ejemplo, en la alteración de las estaciones o en las temperaturas, La Voz de Asturias ha pulsado la opinión de los sectores vinícola y apícola regional para conocer si el cambio climático ha influido o está influyendo en la producción de dos de esos alimentos en los que a nivel internacional se ha puesto el acento: la miel y el vino. La conclusión que se traslada desde uno y otro sector es que, si bien no perciben que actualmente sean alimentos en peligro de extinción, efectivamente, el cambio climático está afectando a las cosechas de uvas para la elaboración del vino y a las colmenas para la obtención de miel.
Sensibilidad de la abeja al cambio climático
Jimena González, veterinaria de Promiel, la asociación que aglutina a más de 70 apicultores profesionales y más de 20.000 colmenas, explica que claramente hay «una tendencia a la disminución de la producción» como se ha visto en la última recogida de miel, cuando se obtuvo menos cantidad que el año anterior. La misma pone de relieve que «la abeja es un insecto sensible al cambio climático» que se está viendo afectado por varias causas. La primera que cita es «el desajuste entre floraciones y polinizadores» y precisa que lo que está ocurriendo es que las floraciones se están produciendo muy pronto en vez de en el periodo de primavera «y las abejas no están preparadas para salir al campo». La consecuencia que tiene esto, indica Jimena González, es que los periodos de floración y polinización acaban siendo «más cortos» porque con mucho calor «la flor se seca muy pronto y la abeja tampoco sale de la colmena cuando las temperaturas son muy elevadas».
Un ejemplo que pone la veterinaria de Promiel es que el año pasado «la floración del castaño fue muy corta por las altas temperaturas que se alcanzaron en zonas como el suroccidente de Asturias y las abejas dejaron de salir a recolectar néctar». Esto ha derivado, añade la misma, en «una disminución de esta clase de miel».
Pero la alteración de los periodos de floración y polinización no es el único efecto que está teniendo el cambio climático en las abejas y la producción de miel. Jimena González alerta del aumento de los agentes patógenos, como la Varroa, en las colmenas. Se trata de un ácaro que debilita a las abejas y que beneficia de las crías de éstas. En tanto que con el cambio climático «no hay parón en la puesta», el parásito se propaga más rápidamente debilitando la colmena y llegando a hacerla desaparecer. «Esto hace que el apicultor pierda colmenas y tenga que dedicar tiempo a volver a recuperarlas», advierte la veterinaria.
La experta también pone el acento en cómo el cambio climático está derivando en un aumento de los incendios forestales, como se ha podido ver en los últimos años en Asturias. «Ese es un problema importante porque los montes tardan muchos años en recuperarse», comenta Jimena González, que pone el acento en las consecuencias que tiene para la población de abejas tener más dificultades para lograr alimento.
Otra consecuencia del cambio climático es que las elevadas temperaturas benefician a la avispa asiática (Vespa velutina) porque «al no hacer frío no mueren tantas», señala la representante de Promiel, que concreta que con buenas temperaturas «la vespa velutina alarga su campaña en otoño y, por tanto, el periodo de ataques a las abejas» cuando antes se veía que entrado el otoño «se reducían los ataques».
Así, Jimena González concluye tras la explicación que, si bien la abeja es un insecto resiliente que se adapta, «tiene su ritmo y su proceso y por ahora la abeja es sensible al cambio climático, algo contra lo que el apicultor no puede luchar», señala la misma, que aunque no ve que la miel sea hoy por hoy un alimento en peligro de extinción, si advierte de una tendencia a la disminución.
Alteración del ciclo vegetativo de la vid
El sector vinícola de zonas tan relevantes como La Rioja, Jerez o Rías Baixas están viendo en los últimos años cómo sus vendimias se han adelantado de primeros de octubre a mediados de septiembre, con hasta 20 días de antelación. En el caso del sector vinícola asturiano ese adelanto no es tan pronunciado, pero Lalo Méndez León, propietario de Siluvio Bodegas y Viñedos, si considera que «en los últimos años, con el cambio climático, se ha alterado el ciclo vegetativo de la vid por las altas temperaturas». Según explica, «si antes el periodo vegetativo empezaba en abril, ahora se produce entre el 1 y el 10 de marzo, por lo que si empieza antes, termina antes». A esto añade que con más calor «la planta trabaja más y se adelantan las cosechas porque las uvas maduran antes».
Museo del Vino de Cangas del NarceaMuseo del Vino de Cangas del Narcea MUSEOS ASTURIAS
«En otras zonas de España las vendimias se han adelantado hasta 20 días. Aquí en Cangas del Narcea ese adelanto no es tan marcado, pero sí se ha producido un anticipo de 10 días», manifiesta Lalo Méndez, que apostilla que en la zona del suroccidente, donde se produce vino con Denominación de Origen Protegida, «se percibe que hay más temperatura y que los veranos son más calurosos». Esto tiene efectos en las plantas porque, según detalla, «la vid se esfuerza más y tiene más estrés hídrico».
Pero este no es el único efecto del cambio climático en el vino. El propietario de Siluvio Bodegas y Viñedos comenta que al haber temperaturas más altas, «la uva madura más, lo que conlleva que tenga más azúcar y que eso eleve la graduación del vino». Es decir, que los caldos que se están elaborando sean «vinos más alcohólicos».
No obstante, pese a que el cambio climático pueda estar teniendo consecuencias para productos como el vino, Lalo Méndez no entiende que sea un producto en peligro de extinción, algo que también opina Carlos Ron, de Bodegas Vitheras, para quien un pronóstico así es «como una predicción de Nostradamus».
Para Carlos Ron el adelanto de las vendimias «depende de la añada» porque considera que los ciclos «son parecidos pero no iguales». «Hemos tenido vendimias muy buenas y muy malas y que no tienen que ver con el cambio climático, sino con la cantidad de fauna salvaje que hay», comenta el mismo, que pone el acento en que la vid es una planta «que tiene decenas de miles de años» que se ha ido adaptando a los cambios climáticos que se han producido en la Tierra. Así, el mismo considera que puede darse la circunstancia de que haya «zonas más óptimas» para su cultivo, pero apostilla que hablar de extinción «es catastrofista».
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