jueves, 22 de julio de 2021
Portelli ( Igual que tantos ) lo tiene clarísimo....
“Italia y España deben resignificar sus monumentos fascistas”
El historiador italiano Alessandro Portelli estuvo en el Aula Universitaria de la Semana Negra para hablar de historial oral y memoria histórica.
Por
Diego Díaz Alonso
21 julio 2021
Diego Díaz Alonso
Historiador y activista social. Escribió en La Nueva España, Les Noticies, Diagonal y Atlántica XXII. Colabora en El Salto y forma parte del consejo de redacción de Nortes.
Alessandro Portelli (Roma, 1942) es una de las grandes figuras a nivel mundial de la historia oral. Profesor en universidades a uno y otro lado del Atlántico, sus libros sobre las luchas obreras en Italia y los EEUU, o sobre las canciones de Bruce Springsteen, son de referencia obligada para especialistas e interesados en general en la historia de la clase trabajadora y de su memoria colectiva. Recientemente estuvo en Xixón invitado por el Aula Universitaria de la Semana Negra.
En ocasiones has definido la historia oral como “el arte de escuchar”. ¿Qué significa eso?
Es un encuentro entre el historiador que quiere aprender, y la persona que quiere contar, que tiene voz, pero que nadie se ha molestado en escuchar. Nosotros le damos valor a esos testimonios al hacer historia oral. Una de las cosas más emocionantes que me ha pasado en mi vida como investigador fue cuando al principio de mis entrevistas sobre la historia de las luchas obreras en Terni, en la postguerra, una mujer se apoderó del micrófono y me contó algo que en principio no venía a cuento, que en las guerras de unificación de Italia su bisabuelo había dejado plantada su bisabuela para ir a luchar con Garibaldi. Acababan de casarse, salió de casa a comprar algo, pasaban los voluntarios de Garibaldi y allí sobre la marcha decidió unirse a ellos. Tardó muchos años en volver a Terni con su mujer. ¿Cómo vas a decirle a alguien que te cuenta una historia como esa que no te interesa? En una entrevista yo siempre que digo soy tres personas a la vez. La empática, la crítica y la oportunista, la que piensa, ¿cómo voy a utilizar esto que me están contando? Al final un libro que iba a ser sobre el periodo 1949-1953 terminó arrancando en 1831 y acabando en 1985. La nueva versión que preparo va a llegar hasta el siglo XXI.
Hace años se dieron varios casos de falsos supervivientes del Holocausto. Alguno de ellos como Enric Marco llegó incluso a presidir la asociación de supervivientes españoles. ¿Se puede aprender algo de los mentirosos?
La escucha debe ser siempre crítica y cuando detectas a un mentiroso tienes que preguntarte: ¿Por qué me está mintiendo? ¿Por qué me dice esta mentira? Lo más importante en la historia oral es la subjetividad. En la historia oral tienes que unir el trabajo del historiador que se pregunta qué pasó con el del antropólogo que se pregunta qué piensa la gente. Nuestra tarea es conectar esas dos preguntas.
La memoria histórica vive un boom en todas partes. Se publican libros, se hacen películas, se discute en los parlamentos, en las redes sociales. ¿Por qué nos siguen interesando tanto acontecimientos de hace casi un siglo?
En el caso de Italia el cambio de hegemonía se produjo después de los 90, cuando llegaron al poder tres partidos de derechas que no venían del pacto constitucional de postguerra: Berlusconi, el Movimiento Social Italiano y la Liga Norte. No es que Italia haya sido nunca una sociedad plenamente antifascista, pero el antifascismo estaba en las instituciones de algún modo presente. Con Berlusconi ese cierto consenso antifascista que existía se cuestionó abiertamente. Se presentó a los fascistas y antifascistas como dos polos extremos, se cuestionó abiertamente a la Resistencia, se abandonó la idea de que el periodo 1943-1945 había sido una Guerra de liberación nacional contra la Alemania nazi y el fascismo, y se pasó a hablar de una Guerra Civil entre italianos… La memoria es una fuerza activa del presente, y la derecha es muy consciente de que hay una lucha entre distintas memorias. Por eso no quiere que se toquen los monumentos fascistas.
Foro Itálico de Roma. Foto: Wilkipedia.
Por cierto, ¿qué hacemos con los monumentos fascistas?
Cada domingo cuando voy al fútbol en Roma paso por delante de un gran monumento fascista, el Foro Itálico. Es un monumento demasiado grande para derribar y que resignificado puede decirte muchas cosas interesantes desde el punto de vista histórico. Pienso lo mismo del Valle de los Caídos. Italia y España deben resignificar sus monumentos fascistas.
“El espacio público de una sociedad democrática no puede estar ocupado por iconos racistas”
¿Y con los monumentos a esclavistas y colonialistas?
¿Alguien se quejó de que derribasen las estatuas de Marx o de Lenin después de la caída del Muro de Berlín? No. Yo sigo siendo de algún modo marxista y entiendo que se derribasen monumentos que representaban regímenes opresivos. Por eso también entiendo que ahora se derriben estatuas de comerciantes de escalvos o de líderes del Ku Kus Klan. Me parece bien que se lleven a museos donde se explique la historia del colonialismo, de la esclavitud y del racismo. Colocar esas estatuas es un acto político y retirarlas también lo es. Algunas son muy recientes, como la de Nathan Bedford Forrest, el fundador del KKK, que se levantó en 1998. El espacio público de una sociedad democrática no puede estar ocupado por iconos racistas. Hay que tomar partido: o estás del lado de Martin Luther King o del Ku Kus Klan. Otra cosa son monumentos como la estatua a Cristobal Colón en Barcelona o la de Winston Churchill en Londres. No son cosas tan claras. Churchill fue un colonialista responsable de masacres en la India, pero también un héroe de la Segunda Guerra Mundial. Este tipo de estatuas deberían ir acompañadas de algún tipo de contextualización del personaje.
Para terminar, has dedicado un libro a Bruce Springsteen. ¿Por qué te interesa tanto el Boss?
Musicalmente no es un artista tan importante e innovador como Bob Dylan, pero me interesa porque con él el rock regresa a sus raíces proletarias. El rock and roll es una música surgida de la clase obrera que siempre habló del trabajo, pero con en el rock del flower power desapareció como tema de las letras. En Dylan tampoco aparece apenas. Con Springsteen resurge. Canciones como The River “Vengo de abajo, del valle, donde, señor, cuando eres joven, te educan para que hagas lo que hizo tu padre”, son una crítica durísima a esa idea de la movilidad social. Lo mismo pasa con Born in the USA que es una denuncia del sueño americano, de un país que no vive a la altura de sus promesas.
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