sábado, 22 de abril de 2023
Brillante, didáctico....
“Hay diferentes crisis ecológicas, pero sólo una emergencia climática”
Sixto Armán, ecologista con una larga trayectoria, es uno de los imputados por las acciones de desobediencia convocadas por Rebelión Científica en el Congreso de los Diputados
Por
Ismael Juárez Pérez
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Sixto Armán. Foto: Iván G. Fernández
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“Hay diferentes crisis ecológicas, pero sólo una emergencia climática”
21 abril 2023
Ismael Juárez Pérez
Ismael Juárez Pérez
Es periodista.
El 6 de abril de 2022 el movimiento internacional Rebelión Científica llevó a cabo una acción de desobediencia civil no violenta en el Congreso de los Diputados al arrojar pintura que simulaba sangre en las escaleras del edificio. Uno de los que participaron es Sixto Armán, un asturiano de Asturies pol Clima con una larga trayectoria en el activismo social que arrancó en sus años de estudiante durante la llamada Transición Española. “Años después me hice ecosocialista en un viaje de Gijón a Pamplona tras leer un manifiesto ecologista”, cuenta Armán, aunque reconoce que no ha sido consciente de la emergencia climática hasta “hace cinco o seis años”. Si bien anteriormente ha sufrido penas menores por su activismo en el movimiento insumisión “para hacer la mili” y en el movimiento antiglobalización, en esta ocasión las consecuencias penales pueden ser mucho más serias, si la Fiscalía decide finalmente imputar a Sixto Armán y a otros catorce investigados por diferentes delitos derivados de la acción en el Congreso. Sin embargo, él lo afronta con cierta tranquilidad y cree que todo habrá valido la pena si consiguen “generar la agitación y el debate que la emergencia climática merece”.
¿Cómo llega Asturies pol Clima a participar junto a Rebelión Científica?
Voy a resumirlo. Asturies pol clima se crea a partir del llamamiento del movimiento Fridays for Future. Eso nos generó expectativas e ilusión. Hay que decir que el movimiento climático lleva funcionando desde los ochenta aunque no siempre ha sabido movilizar al propio movimiento ecologista. Vamos ya por la COP27 (27ª Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático), pero prácticamente sin demasiado movilización social. Fridays for Future supuso un revulsivo.
Más tarde se crea Rebelión por el clima desde donde nace Rebelión Científica como un ámbito profesional y sectorial del movimiento. Entendiendo que la comunidad científica, que es la más consciente de lo que se está denunciando por llevar décadas analizando la evolución del calentamiento global con conclusiones cada vez más preocupantes. Muchos científicos conscientes de su responsabilidad de tener ese conocimiento y de que no está habiendo respuesta deciden dar un paso adelante y optar por la desobediencia civil como una herramienta necesaria.
Sixto Armán FOTO: David Aguilar Sánchez
Y Asturias pol Clima se unió a este movimiento. ¿Por qué?
El 6 de abril del año pasado hubo una convocatoria internacional, coincidiendo con la presentación del último informe del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático). En nuestro país asume esta convocatoria Rebelión Científica España. Una persona de rebelión científica está en Asturias y esta persona nos plantea la propuesta a Asturies pol Clima. Se trataba de una acción de desobediencia civil en la que quisimos participar.
¿En qué consistió esa acción de desobediencia civil?
Fue una acción muy pensada con una fundamentación irreprochable. Las conclusiones del IPCC eran alarmantes. Los incumplimientos son evidentes, no se cumplen los acuerdos internacionales que ya de por sí son insuficientes. Y el Congreso de los Diputados se comporta como alguien ajeno a lo que necesita la emergencia climática. No hay que hacer como si la emergencia climática fuéramos a resolverla en el futuro. La emergencia es ahora. Los incumplimientos se van sumando, mientras buena parte de nuestras políticas cotidianas no tienen en cuenta la emergencia climática. Tampoco a nivel autonómico. Como en Asturias, con la Ronda Norte que es una infraestructura absurda, obsoleta, que responde a un modelo de movilidad que tenemos que superar. O ahí está el debate de la peatonización del muro. Estamos hablando de ciudades que calientan el planeta. Así que entendimos que la convocatoria para aquella acción respondía a un momento muy importante y que la metodología y los planteamientos para llevarla a cabo eran muy solventes, garantizándose el carácter no violento. Por ello, decidimos unirnos a este llamamiento de Rebelión Científica y participar en esa acción que es realizada por sorpresa y sin violencia. Es decir, hasta media hora antes mis compañeros y yo no sabemos qué vamos a hacer ni dónde vamos a realizar la acción. Solo treinta minutos antes de la acción nos enteramos que nos ha tocado hacerla en el Congreso de los Diputados.
“Sigue sin haber la suficiente comprensión de lo que representa el calentamiento global y sus impactos”
¿Solo media hora antes?
Claro, para este tipo de acciones es importante la discreción. Nunca sabes si hay infiltrados. En el Movimiento Antiglobalización en Asturias llegamos a tener un policía infiltrado durante un año. Nos enteramos por casualidad, nadie se lo esperaba. Era de los que venía a todas las reuniones y en la última que estuvo hasta la moderó él. Esto es solo un ejemplo que permite entender que cierta desconfianza o precaución es necesaria en cualquier iniciativa de desobediencia civil. Porque estas acciones deben ser por sorpresa o no se pueden hacer. Si los policías llegan a saber nuestras intenciones no hubiéramos podido ni acercarnos al Congreso. De ahí el secretismo. Además, uno de los problemas que generan los infiltrados de la policía es que son muchas veces los provocadores.
¿Y qué pasó?
El momento más delicado de la acción en el Congreso fue llegar e irrumpir. No sabían quiénes éramos. Era el momento más delicado, no sabían nuestras intenciones. Todo fue muy rápido. A mí me tocó la parte izquierda del Congreso para echar la pintura. Pasado ese primer momento, aunque la imagen de las fotos es muy dura, con todo pintado, estábamos tranquilos, sin ninguna tensión. Y se de lo que hablo porque he estado frente a muchos momentos de mucha tensión y cargas policiales en muchos sitios, en Barcelona, en Génova, etc.
Lo hicimos conscientemente, sabiendo que era una acción tan medida que las consecuencias que podían derivarse de ella las consideramos llevaderas en comparación a lo que pasa en otros países donde la gente se juega literalmente la vida por hacer cosas como estas.
Pero aquello puede derivar en consecuencias penales para ustedes.
Lo que me preocupa es la dimensión social y política. Si somos capaces de utilizar lo que fue esa convocatoria para generar debate y movimiento. En este sentido, en Asturias estamos en una situación bastante más sólida que en el resto del Estado. No ha habido ningún sitio, al inicio del proceso, en junio del año pasado, que pasara lo que aquí. Después de que el 30 de junio tuviéramos que declarar en el juzgado de instrucción número treinta de Madrid tuvimos un acto simbólico en la Xunta Xeneral del Principado que suponía el comienzo y presentación de esta campaña, con la asistencia de numeras organizaciones, no solo ecologistas. No termino de entender que haya preocupación por estas acciones, que de todas maneras son inocuas, que no generan un daño irreversible, y que no haya preocupación por la inacción de los gobiernos y los hábitos cotidianos frente al cambio climático. Más allá de la preocupación por el horizonte legal de las personas involucradas en la acción del año pasado, todo esto debe servir para generar conciencia.
¿Se cumplieron los objetivos?
Está por ver aún. Es un proceso. Insisto, más allá de las consecuencias penales, me preocupa más cómo desarrollar ese proceso de debate, de agitación y de generación de conciencia de que vivimos en una emergencia climática.
¿A cuántos años os podéis enfrentar?
El proceso de instrucción está cerrado. Tras tomarnos declaración estos días pasados, la Fiscalía determinará si se abre un juicio por lo penal. Cabía la posibilidad de acusarnos por alteración de las instituciones del Estado. Eso, que es algo muy serio, habría ocurrido si hubiéramos alterado la sesión del Congreso de los Diputados que se estaba desarrollando. Un primer informe del letrado daba pie a la posibilidad de que la Fiscalía nos acusase de esto. Pero, lo cierto, es que hubo debate en la mesa del Congreso de los Diputados y en el informe se nos eximió de cualquier tipo de daño en este sentido. Es decir, no hubo alteración, no se impidió a ningún diputado ni entrar ni salir, no se interrumpieron ninguna de las sesiones. Así que esa acusación decayó y actualmente se mantienen abiertas dos. Una de daños con agravamiento por ser el Congreso un edificio de singular valor. En este caso hablamos de uno a tres años de prisión. Y otra posible acusación de desórdenes públicos que va de uno a seis años. He de decir que desórdenes hubo pocos ya que el propio Congreso ha dicho oficialmente que no les alteramos el trabajo ni les interrumpimos. La Fiscalía es la que decide ahora. A ver qué pasa.
“Con el mundo rural tenemos una deuda histórica muy importante”
¿Seguirán apostando por la desobediencia civil?
Estamos reflexionando en relación a cómo se está desarrollando el proceso judicial derivado de la acción del 6 de abril de 2022. En ese sentido, tenemos muy clara nuestra apuesta por la desobediencia civil, pero respondiendo a criterios básicos. Sabemos que es una opción que genera polémica y tensión social, pero es una opción democrática cuando no quedan otros recursos para pelear. Aun así, no se puede convocar una desobediencia civil sin ser capaces de responder de las consecuencias, sin garantizar colectivamente a las personas que se implican en esas acciones que pueden tener consecuencias penales o económicas. Por eso, insisto, que para la desobediencia civil es necesario que el colectivo arrope y acompañe a los individuos que desobedecen y arriesgan.
¿Cree que la sociedad en general es consciente de las consecuencias derivadas del cambio climático?
Sigue sin haber la suficiente comprensión de lo que representa el calentamiento global y sus impactos. Estamos hablando de un planeta que conoce diferentes crisis. Crisis ecológicas que son producto del modelo de vida y de producción imperantes. Todavía hay gente que lo niega, pero es evidente que el calentamiento es fruto de lo que hacemos los seres humanos y es obligación nuestra afrontar las consecuencias e intentar poner soluciones. El cambio climático, por ejemplo, no es el único factor de los incendios, pero contribuye a que algunas cosas se radicalicen.
Aunque estará de acuerdo que el tema de los incendios es complejo.
Es muy complejo y se está debatiendo. Esa es la parte más positiva de todo esto que se están debatiendo las soluciones y las raíces más inmediatas del problema. Pero hay que entender que todo esto se da en un contexto cada vez más negativo, que ya está contribuyendo a que haya más incendios y que estos incendios sean más duros y más violentos. Es cierto que esto no se explica solo por el cambio climático, pero es algo que debe tenerse en cuenta al debatir soluciones, porque como ya digo, el contexto va a peor, la emergencia climática es cada vez más emergencia y las políticas no tienen en cuenta esta urgencia. El cambio climático está contribuyendo a que el polvorín sea mayor y más inestable. En los últimos años ha habido una reducción del alrededor del 25% de precipitaciones. Las sequías son cada vez más prolongadas. Esto hay que unirlo a un mundo rural en crisis. En Asturias se conoce lo que fue la reconversión minera, la reconversión industrial, pero somos muy poco sensibles a lo que fue la reconversión en el mundo rural donde se perdieron muchos más puestos de trabajo que en UNOSA. Claro, en la minería había todo un entramado sindical y social que no tenía el campo. El mundo rural, sin cambio climático, entró en decadencia, con montes abandonados donde ya no se practican tareas básicas de limpieza y de aprovechamiento de forma sostenible y tradicional. En este contexto de decadencia es donde el cambio climático contribuye de forma decisiva, acentuando el problema. No solo en Asturias, sino en todo el planeta.
Y luego está la crisis de biodiversidad.
Hay compañeros del movimiento ecologista que la sitúan al mismo nivel del cambio climático. Sin embargo, ya he dicho que hay diferentes crisis ecológicas, pero solo una emergencia climática. La pérdida de biodiversidad se debe fundamentalmente a nuestro modelo agroalimentario y, en el caso de Asturias, también con la lógica de explotación de la madera y la apuesta por los eucaliptos. Pero de manera inmediata el cambio climático es probable que produzca la llamada sexta extinción masiva. Eso es muchísimo más peligroso y contundente que, por ejemplo, cualquier instalación de parques eólicos. Ahora bien, la preservación de la biodiversidad, con la recuperación de los bosques, es una de las estrategias más efectivas para la mitigación del cambio climático. Esto debería ser un criterio determinante a la hora de hablar de un plan forestal. Lo dice la ONU. Hay necesidad de definir un modelo de producción, de consumo y de vida que responda a la crisis climática. Eso obliga a cambios radicales. El IPCC plantea un concepto que genera mucho rechazo, pero que es la solución: el decrecimiento. Tendremos que decrecer o suprimir las emisiones de gases de efecto invernadero. Tendremos que cambiar de modelo de movilidad, apostando por el tren, por la bicicleta, por el transporte público. Tenemos que tener políticas agroalimentarias y políticas forestales que contribuyan al enfriamiento del planeta. O abordamos esa necesaria transición ecológica y social, en donde las políticas forestales tienen mucho que ver, o nos estaremos equivocando. Todas esas políticas deben hacerse la pregunta de si contribuyen a enfriar o a calentar el planeta. Todo esto que digo está avalado por estudios científicos y universidades, no somos cuatro chiflados. Otra cosa es que se quieran ignorar esos estudios por las razones que sean.
Acción de desobediencia civil climática frente al Congreso de los Diputados FOTO: Álvaro Minguito/El Salto
Ya me ha respondido en parte, pero, según usted, ¿qué habría que tener en cuenta en la Ley de Montes?
Me identifico mucho con lo que dijeron Irene García y Verónica Sánchez en la entrevista que les hicisteis hace unos días en Nortes. Creo que desde el movimiento ecologista a veces metemos la pata a la hora de dialogar, compartir y aprender con el conjunto de la sociedad. Eso nos genera problemas. Con el mundo rural tenemos una deuda histórica muy importante. El ecologismo participa de la idea de soberanía alimentaria y de la vía campesina. Eso significa que las comunidades campesinas se deben sentir protagonistas y reconocidas. Que sepan que tienen un papel decisivo en nuestra sociedad. No se puede hacer políticas sin ellas. En ningún ámbito, incluso en aquellos que son difíciles de afrontar como son la conservación de la biodiversidad y el debate respecto al lobo.
¿Y sobre el Plan Forestal?
En el tema forestal es lo mismo. Es complejo, claro. Estamos hablando de intereses, de tierras, de propiedades. Es necesario aclarar quienes son los agentes y hacer un debate no privativo del mundo rural, la política forestal es un problema de todos. Ahora bien, el mundo rural se tiene que sentir identificado e incluido. Insisto, es un reto y hace falta pedagogía. Se tiene que entender que esas políticas contribuirán a la mejora del mundo rural, al equilibrio territorial y a la recuperación de la biodiversidad. Y, por supuesto, hay que superar la lógica maderista, la lógica de la producción inmediata y barata. Una lógica que se está abandonando en otros lugares, por lo que apostar por el pino y el eucalipto en Asturias no parece lo más inteligente. Hay que apostar por el bosque autóctono. La explotación maderera puede estar permitida, pero con un ritmo y unos criterios muy diferentes. Y todo eso hay que tenerlo en cuenta en un marco de transición. Está todo relacionado. La lógica debe ser apostar por una transición ecológica y social justa que contribuya a enfriar el planeta.
Una última cosa. En breve hay elecciones autonómicas y locales. ¿Qué me dice?
Que no nos podemos permitir tener gobiernos regionales y ayuntamientos ajenos a la emergencia climática. Cuatro años más sin conciencia y sin medidas adecuadas al problema, posiblemente supongan que más tarde ya no se podrá hacer nada. No lo digo yo, lo dice el IPCC. Nos queda poco tiempo. No es ninguna broma.
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