La antropóloga brasileña Rosana Pinheiro-Machado. / Imagen cedida
La antropóloga brasileña Rosana Pinheiro-Machado. / Imagen cedida En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí La antropóloga brasileña Rosana Pinheiro-Machado lleva más de una década haciendo estudios de campo sobre habitantes de la periferia de las grandes ciudades. En los últimos tiempos, investiga los motivos por los que un porcentaje importante de las clases populares acaba votando a la extrema derecha. Antes de la llegada de Jair Bolsonaro al poder, Rosana Pinheiro-Machado y Lucia Mury Scalco publicaron un revelador estudio sobre la periferia de Porto Alegre. Muchos de los potenciales votantes de Bolsonaro no eran meras víctimas de fake news. Votaban con conciencia, movidos por diversos motivos, especialmente por la necesidad de sentir más seguridad frente la violencia. “No son fascistas, por el contrario, tienen argumentos para defender su posición”, observaba Pinheiro-Machado a las puertas de las elecciones que llevarían a Bolsonaro al poder. En la actualidad, desde la University College Dublin, la antropóloga coordina el estudio internacional WorkPoliticsBIP, centrado en Brasil, India y Filipinas. Su principal hipótesis es que existen fuertes evidencias de que sectores que salieron de la pobreza y ascendieron de clase apoyan a políticos autoritarios. La insuficiencia del sector público y la precarización del mercado laboral brindan el escenario perfecto para que figuras conservadoras del marketing digital se conviertan en nuevos líderes políticos. “Es un fenómeno mundial de populismo conservador alineado con lo que yo llamo ideología de libre mercado, que es una lógica del emprendedurismo que se distancia del autoritarismo y el fundamentalismo religioso”, asegura Rosana Pinheiro-Machado en videoconferencia con CTXT. Pablo Marçal, un antiguo coach que dinamitó la campaña electoral en São Paulo y se quedó a unas décimas de pasar al segundo turno, no pilló por sorpresa al equipo de WorkPoliticsBIP. “Hace años que aparece en nuestro estudio como una persona inspiradora que creció con su propio esfuerzo”, matiza la antropóloga, que denuncia que figuras como Marçal se aprovechan de una idea distorsionada de meritocracia, vinculada a un individualismo exacerbado. Pero también critica la incapacidad de la izquierda para entender el fenómeno del emprendedurismo, que en Brasil tiene que ver con la vida cotidiana de muchos habitantes de la periferia que solo quieren mejorar sus condiciones de vida vendiendo comida o ofreciendo sus servicios en Instagram. La mayoría de los influenciadores estudiados por WorkPoliticsBIP se alinean con la extrema derecha no por cuestiones ideológicas, sino por aspirar a estilos de vida anclados en el individualismo. Pablo Marçal, candidato a las elecciones municipales de São Paulo, ha sido una gran sorpresa política al obtener el 28,4% de los votos en la primera vuelta. Pero usted lo conocía hace al menos dos años. Aparecía en su investigación académica. A primera vista, parecería que el marketing no tiene mucho que ver con la política. ¿De dónde sale Pablo Marçal? Prácticamente todo el mercado de trabajo tiene que adecuarse a Instagram Es un fenómeno global. En Brasil, Pablo Marçal representa un movimiento que desde la redemocratización alienta la lógica del consumo y el emprendedurismo. A partir de los años noventa, llegan las iglesias evangélicas, incentivando la prosperidad y la lógica de crecer individualmente. El marketing digital es uno de los mayores fenómenos sociales de Brasil. Prácticamente todo el mercado de trabajo tiene que adecuarse a Instagram. Los coach dominaron ese mercado. Marçal es uno de los grandes nombres, con doce millones de seguidores. Y eso acaba siendo político. No solo vende cosas, sino un estilo de vida basado en una idea muy individualista de prosperar que necesita el conservadurismo para un modelo específico de familia. Pero Marçal se distancia del evangelismo. Es más una manera moralista de colocarse en el mundo que una cuestión de fe. Yo diría que las terapias de energías personales y de enriquecimiento son un campo mayor que el evangélico. Las personas en situación de precariedad siempre vieron Instagram como una posibilidad de salir de la pobreza, y por eso invierten en las mentorías de los coach. En 2022, el estudio ya reveló que de los 212 influencers que estudiaban entonces en Brasil, 187 se alineaban con el bolsonarismo. No tanto por motivos ideológicos como por perseguir un estilo de vida basado en la riqueza, la belleza y en una supuesta independencia financiera. Estilos de vida sin jefes, anclados en el yo. ¿Cómo han influido en las elecciones estos estilos de vida individualistas? Tenemos un individualismo vinculado a una idea distorsionada de meritocracia que reproduce las propias desigualdades de Brasil Es un individualismo muy específico, vinculado a una idea distorsionada de meritocracia que reproduce las propias desigualdades de Brasil. Nuestro proyecto está mostrando que existe una burbuja de extrema derecha y otra burbuja del marketing digital, y justo en la intersección entre ambas se encuentran los influenciadores. La hipótesis de nuestro proyecto es que una persona entra en ese mercado porque quiere mejorar de vida y cae en una red de extrema derecha. Los influenciadores les enseñan la técnica de Instagram y la motivación y la fe que necesitan. En la campaña de 2022, esos influencers estaban muy tímidos. No pedían el voto porque temían perder seguidores. Pero ese mercado creció tanto que produjo su propio campo político, Pablo Marçal, que toca el punto que más duele a Brasil, la precariedad. El estado crea promesas que no siempre se cumplen. La gente empieza a tener una vida mejor, pero quieren más. Lo impresionante es que Pablo Marçal ha tenido un resultado increíble en barrios pobres que son la base electoral de Lula. ¿Cómo se explica el fenómeno? Estudiamos la precariedad, básicamente a personas que viven en las periferias. Hace años que Marçal aparece en nuestro estudio como alguien inspirador. La izquierda todavía no reconoce que está perdiendo la periferia. Las personas que ganan hasta dos salarios mínimos, que siempre votaron a Lula, no asocian a Marçal al bolsonarismo. Dicen, me gusta Lula y acepto el Bolsa Familia [un programa de bienestar social brasileño], y me gusta Marçal, porque está motivándome a hacerme rico, porque es una persona que tiene una trayectoria envidiable, que creció con su propio esfuerzo. Conozco a gente de terreiro (templo de religiones afrobrasileñas) que votaron a Lula, pero están decepcionados, y admiran a Marçal. Marçal domina muy bien las redes sociales, su lenguaje, sus narrativas. Crece gracias a los algoritmos, surfeando la ola de las polémicas. A diferencia de Bolsonaro, es un nativo digital. Bolsonaro encajaba con el populismo porque era tosco, violento y decía lo que quería Bolsonaro encajaba con el populismo porque era tosco, violento y decía lo que quería. Fue aprendiendo lo que era el populismo con sus hijos, que estudiaban cómo se estaba haciendo en Estados Unidos. Fueron transformándolo en un candidato digital. Marçal viene de ese mundo. Domina la oratoria, porque habla para millares de personas en eventos. Conoce todas las técnicas populistas. Domina las redes, los algoritmos, el discurso, invade el cerebro de las personas, estudia neurolingüística. Llegó con un partido político diminuto y encontró brechas en las redes digitales que ni la ley electoral acaba de regular, como pagar a seguidores para que editen vídeos y los distribuyan de forma orgánica. Llegó con todo listo. Es increíble, un tipo que llega solito, con su Instagram, y hace esa cantidad de votos. Eso refleja el tamaño de ese mundo. Tenemos que estar atentos, porque mucho influenciador va a querer ser candidato. Ese mundo también quiere ocupar la política. Bolsonaro cerró acuerdos en estas elecciones con partidos de la política tradicional. Marçal se convirtió en el verdadero candidato antisistema. ¿Cree que el bolsonarismo se ha convertido en algo sistémico y que su narrativa outsider está agotada? Sí. Todo el mundo que pasa por el gobierno, más aún después de una pandemia, es visto como un político. A muchos votantes de Bolsonaro nunca les gustó mucho la política. Están alineados en modos de vida conservadores, pero votaron a Bolsonaro por considerarlo un antisistema. Entonces, se convierte en sistema y ese votante busca a otro candidato. Bolsonaro pasó por el gobierno como una máquina de contaminación. Ensució y ahora viene alguien más puro en esa máquina de suciedad y limpieza. Entonces, ¿se está produciendo una renovación de la extrema derecha? Marçal ya ha dicho que quiere ser candidato presidencial en 2026. El bolsonarismo es una doctrina muy clara de autoritarismo con pasado dictatorial Es un fenómeno mundial de populismo conservador alineado con lo que yo llamo ideología de libre mercado, que es una lógica del emprendedurismo que se distancia del autoritarismo y el fundamentalismo religioso. Pablo Marçal se desvía del bolsonarismo tanto en el sentido religioso como en el político. El bolsonarismo es una doctrina muy clara de autoritarismo con pasado dictatorial. Una doctrina de mucha convicción en la tortura, en la violencia contra la gente queer. Marçal, alineado por pautas conservadoras, no demuestra convicción política en nada. Es otra lógica religiosa más flexible. Más abierta y más enfocada a ese mundo de la tecnología, de los gamers, del nuevo emprendedurismo. El nuevo perfil de extrema derecha tiene más cara de mercado que de dictadura. El WorkPoliticsBIP está centrado en Brasil, India y Filipinas. ¿El fenómeno está ocurriendo de alguna manera en una Europa cada vez más precarizada? En Europa, la tradición de pleno empleo y democracia liberal es más fuerte. Pero Europa tiene que mirar lo que está ocurriendo en el sur global, que es la vanguardia de la precarización. La precarización va a llevar cada vez más a la radicalización en Europa, sea en España, Irlanda o en el Reino Unido, con esa dificultad de pagar el alquiler. Ya no se consigue vivir como clase media en el Reino Unido con un salario normal. La precarización es el gran caldo ideológico para la extrema derecha, en Brasil con la creación de enemigos internos, en Europa, con su enemigo tradicional, el externo. Quiero hablar de la izquierda brasileña en esta última campaña electoral municipal. ¿Por qué ha tenido un desempeño flojo? Guilherme Boulos en 2020 hizo una campaña a la alcaldía de São Paulo bastante desenfadada e irreverente. En esta última, ha moderado su imagen. La izquierda se convirtió en el sistema, y Boulos acabó representando el sistema La autenticidad es un valor en la política de hoy. A todo el mundo le gusta Marçal porque pasa por alguien auténtico. Boulos pasa por un proceso de sonar menos auténtico, de convertirse en sistema, de salir de una posición radical. Cuando ocurrió el golpe político en Brasil, hubo una nueva reconfiguración para apoyar a Lula. El lulismo es una política totalmente sistémica, ¿no? Entonces, Boulos intenta convertirse en Lula, paz e amor [en referencia a la campaña 2002] sin haber pasado por los años que llevaron a Lula a ello. En 2020, Boulos hizo una excelente campaña, porque él es una figura excelente. Brasil necesita a gente con rabia y él no demuestra más esa rabia. Su campaña dirigida al amor no dialoga con nadie, solo con una burbuja del mundo del arte, de la clase media. Es una estética que envejeció. La izquierda se convirtió en el sistema, y Boulos acabó representando el sistema. Perdió autenticidad, parece viejo. La izquierda parece que tampoco está consiguiendo lidiar bien con el emprendedurismo. No es casualidad que Pablo Marçal explotara y la izquierda no lo viera. Siempre estuvo ahí. Ese mundo online ofrece oportunidades para que las personas vendan cosas, comida, un dinero extra. En las periferias, donde el Estado está completamente ausente y solo aparece para cobrar impuestos, para pedir votos en las elecciones o con violencia policial, la gente se indigna contra la política tradicional. Es legítimo que las personas tengan un sentimiento de rechazo a la política tradicional. Pero ahí llega la fórmula populista, que dice, “el problema no eres tú, sino los corruptos”. El escenario es perfecto para que esas figuras crezcan y coopten ese sentimiento. Una parte de la izquierda no consigue pronunciar la palabra emprendedurismo si no es para estigmatizarlo. Cuando intenta abordarlo es de forma artificial, como aquel videojuego de Boulos y Lula que hicieron porque identificaron que el mundo de los gamers era de extrema derecha. Era artificial porque se hizo en la campaña y no venía del mundo gamer. Los movimientos sociales de izquierda cerraron filas con el Frente Democrático tejido por Lula en 2022. Está en silencio, sin criticar a Lula. Algo entendible tras cuatro años de gobierno de Bolsonaro. ¿Dónde está la nueva izquierda que nació tras las protestas de 2013, que describe en su libro Amanhã vai ser maior?, ¿qué está ocurriendo a la izquierda del PT y de Lula? Brasil tuvo un momento muy electrizante en 2012, cuando comenzaron los movimientos contra el mundial de fútbol de base izquierdista y anarquista. Entonces explotó 2013 y después las ocupaciones secundaristas (ocupación de institutos de enseñanza secundaria). Luego vino el golpe, justo cuando la izquierda estaba rompiendo con el lulismo. 2013 fue una ruptura. El golpe fue algo absolutamente brutal contra la democracia brasileña. Por eso era tan importante derrotar a Bolsonaro y ahora lo es dejar gobernar a Lula. Al mismo tiempo es muy triste, porque hay cierto silenciamiento, tal vez autosilenciamiento. No me gusta culpar a la izquierda. Brasil está aún muy dolorido. El autosilenciamiento es parte del trauma de los movimientos que venían de aquel momento de explosión y luego sufrieron el bolsonarismo. Ves a mujeres feministas, a movimientos, a todo tipo de personas, literalmente traumatizados. Tiene que pasar un tiempo. ¿Qué nuevos liderazgos ve en la izquierda?, ¿hay alguna posibilidad de renovación?, ¿se puede ganar sin la figura de Lula? Todos esos movimientos están consiguiendo concejales y diputados. El feminismo sigue fuerte. El PSOL (Partido Socialismo e Liberdade) ha crecido. Tenemos desde mujeres negras a policías antifascistas. Hay un gran abanico. Esa gente estaba en las inundaciones, en la periferia. Esos líderes locales crecen mucho, pero el petismo, basado en grandes figuras nacionales, está estancado, y es preocupante. Porto Alegre es un buen ejemplo. Había muchas figuras posibles para las elecciones municipales, como el diputado Edegar Pretto, pero el PT escogió a Maria do Rosário (exministra con Dilma Rousseff), como una señal de jerarquía. Para la renovación de la izquierda es fundamental no contratar a empresas de marketing político para hacer la campaña digital. Hay que apostar por esos nuevos políticos. Hay que fortalecerlos, porque esas personas hablan orgánicamente con la población y van a hablar en Instagram. También son influenciadores. Solo así se va a evitar que lleguen esos nuevos políticos coach. Autor > Bernardo Gutiérrez es periodista, escritor e investigador hispano brasileño. Ha cubierto América Latina desde el año 1999, como corresponsal en Brasil la mayoría de ese tiempo. Es el autor de los libros Calle Amazonas (Altaïr), #24H (Dpr-Barcelona), Pasado Mañana (Arpa Editores) y Saudades de junho (Liquid Books).
No hay comentarios:
Publicar un comentario