El volumen que atesoran estos tres Bancos puede marear la economía comunitaria, entiendo que el BCE quiera conocer los
Balances de estas entidades a fondo.
El BCE quiere quitar a MAFO la supervisión de Santander, BBVA y Popular
Banco de España, BCE, Santander, BBVA, Banco Popular
@A. I. Gracia - 18/02/2009 06:00hDeja tu comentario (2)
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Miguel Ángel Fernández Ordóñez, gobernador del BdE (Efe).
El Banco Central Europeo (BCE) quiere supervisar con sus propios ojos las operaciones de todas las grandes instituciones bancarias que operan en más de un país de la zona euro, donde quedarían incluidas las españolas Santander, BBVA y Popular. Esta operación implicaría que el Banco de España perdería el poder de vigilar a los tres mayores bancos del país, algo a lo que no está dispuesto a renunciar, según distintas fuentes consultadas.
La propuesta del BCE, que está estudiando la Comisión Europea, pretende dar respuesta a los evidentes fallos en la supervisión bancaria que se han puesto de manifiesto con los recientes colapsos de bancos sobreapalancados a los dos lados del Atlántico ,y cuyo rescate ha supuesto un alto coste para los Estados. Una realidad que ha abierto un debate internacional sobre el futuro de la regulación financiera.
La intención del BCE es adoptar la capacitación de vigilancia con las estructuras que ya existen. En otras palabras: el BCE sería quien tome las decisiones respecto a los bancos con operaciones transfronterizas y el Banco de España se limitaría a ejecutarlas. Fuentes del sector financiero español niegan que Miguel Ángel Fernández Ordóñez esté dispuesto a ceder y le pase la carpeta con todos sus papeles al BCE. "Ningún Gobierno en España no va a perder esa capacidad de presión sobre las principales entidades del país, es casi impensable", afirma una de estas fuentes.
Para las entidades españolas no habría ningún cambio en su política de riesgos, y seguiría siendo parte de su obligación introducir sistemas adecuados para identificarlos, medirlos y controlarlos. Eso sí, el Banco de España ya no podría introducir los incentivos adecuados para ello ni sería su competencia detectar los fallos en estos sistemas. Pero los propios banqueros no se muestran dispuestos a cambiar sus supervisores nacionales, con los que ya están familiarizados, por un organismo supranacional que no saben cómo va a funcionar.
El vicepresidente del BCE, Lucas Papademos, adelantó en un rotativo alemán que este modelo sería una solución temporal hasta que termine la actual crisis. Lorenzo Bini, miembro del Consejo de Gobierno del BCE, recordó la semana pasada en el Parlamento Europeo que el actual panorama de la Europa de los Veintisiete es “frágil” y que no ha funcionado como se esperaba. Fue entonces cuando hizo la firme promesa de que el BCE asumiría la responsabilidad de cumplir con esta tarea y pidió a la Comisión que le dotara del poder suficiente como para que su entidad pueda llevar a cabo una ‘macrosupervisión’.
Temiendo la oposición de los países de la eurozona, Jean-Claude Trichet, el presidente del organismo, le echó un capote al vicepresidente y ya insinuó hace un mes que el BCE podría jugar un rol “particular” en la vigilancia de las instituciones dentro de la frontera de la eurozona. “Algo así como ocurre en Estados Unidos y la Reserva Federal”, dejó caer.
Algunas autoridades locales ya han señalado que prefieren que el BCE se limite a fijar los tipos de interés y combatir la inflación, y ser ellas mismas quienes se queden con el control de las operaciones de los bancos más grandes de cada país. Papademos se adelantó a las negativas que podía recibir intuyendo que “las propuestas para fortalecer el papel del BCE a expensas de los reguladores domésticos recibirían una fuerte oposición en los capitales nacionales”.
Reino Unido, firme opositor
La clave de esta batalla está en que el BCE necesita el voto unánime de los Veintisiete en la Comisión para conseguir su objetivo. Y lo tiene difícil. El mayor opositor, como casi siempre, ha sido Reino Unido. Un portavoz del Tesoro británico ha respondido que su país “no soportaría que el BCE le supervisara” y sostiene que “la supervisión de un banco debe estar alineada con los gestores de la crisis nacional y los ministros de finanzas de cada país”.
Sin embargo, Lord Adair Turner, presidente de la FSA británica, ha admitido su país no puede seguir con el modelo actual de pertenecer al mercado único europeo y a la vez mantener la regulación nacional. Esta afirmación plantea la disyuntiva entre recuperar el poder de regular a los bancos extranjeros que operan en Gran Bretaña o bien ceder más poder a Europa.
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