La Burbuja de la Deuda.
El año en que conocimos la crisis de deuda
30.12.2010 M. G. Mayo y B. Amigot | Gráfico: César Galera 0
Durante los últimos meses, media Europa se ha familiarizado con términos como 'prima de riesgo' o CDS'. Unas siglas que han comenzado a significar algo más que el partido político fundado por Suárez y hacen referencia a los Credit Default Swaps o seguros de impago de deuda.
No obstante, si algo ha marcado 2010 en el ámbito económico esto ha sido la crisis de deuda (ver episodios en el gráfico). Un terremoto que ha sacudido en mayor o menor medida a toda Europa e incluso ha puesto en entredicho el futuro del euro. Pero, además, ha desencadenado estrictos planes de austeridad para tratar de cumplir los objetivos de déficit y restablecer la confianza en los mercados.
Los episodios de tensiones se han sucedido. Las alarmas en el mercado de deuda saltaron a principios de febrero cuando las dudas sobre la solvencia de la economía griega empezaban a ser evidentes. Pronto la sacudida del país heleno hizo también temblar la credibilidad de otros estados periféricos de la zona euro y, entre ellos, España. El efecto contagio en los mercados fue claro. El 4 de febrero la incertidumbre sobre el futuro de Grecia hizo caer el Ibex 35 casi un 6%. Así se firmaba el comienzo de un año complicado para los líderes europeos.
Durante los primeros meses de 2010, se debatió sobre cómo poner en marcha un rescate de Grecia (cuyas cifras habían estado siendo falsificadas) para así frenar la fuerte inestabilidad de los mercados. Un hecho inédito para la zona euro y una prueba de fuego para su viabilidad. El proceso no fue sencillo sobre todo por las reticencias de Alemania, principal benefactor del plan de ayuda dado su elevado peso en la región.
En abril la situación parecía insostenible para Grecia y su diferencial frente al bono alemán superaba los 1.000 puntos básicos. Así que finalmente en mayo se firmó la ayuda, repartida entre la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, al país heleno. Y la Unión creó un fondo de 750.000 millones con el objetivo de dar estabilidad a la región.
Al mismo tiempo, el traslado de las tensiones a otros países fue inevitable. El 28 de abril S&P bajaba la calificación a la deuda española y abría la puerta a las rebajas de otras agencias (Fitch lo hizo el 29 de mayo y Moody's el 30 de septiembre). Las dudas sobre el equilibrio de la economía española seguían creciendo y el Gobierno presentó un profundo plan de austeridad para aplacarlas a mediados de mayo. El programa de ajustes (el segundo del año), supuso el mayor recorte social de la Democracia e incluía medidas como la rebaja del sueldo de los funcionarios en 2010 y la congelación en 2011, la congelación de determinadas pensiones, la eliminación del cheque-bebé.
La calidez estival calmó las tensiones, anestesiadas también por las pruebas de esfuerzo a los bancos, pero la llegada del otoño, paradójicamente, calentó los mercados de nuevo. En España, unos Presupuestos Generales de 2011 marcados por la austeridad y una subida fiscal, así como un nuevo ajuste (con la privatización de parte de AENA y Loterías del Estado) han intentado controlar la desconfianza de los inversores, que habían apostado por estrategia a corto sobre la deuda española.
Sin embargo, la revelación de que los bancos irlandeses necesitarían una inyección extra, que ha disparado el déficit público del país hasta el 32% del PIB, volvió a encender la mecha de la crisis de deuda en la zona euro. El resultado: otro rescate (éste de 85.000 millones para Irlanda), la creación de un mecanismo permanente de estabilidad y el foco de atención de nuevo sobre Portugal, Italia y España, entre otros efectos que han llegado hasta el invierno.
Lo único que se ha mantenido constante durante el ejercicio es la diferencia de opiniones entre los líderes europeos respecto a la solución para dar estabilidad al euro.
Y, según los expertos, la reciente réplica del terremoto de la desconfianza no será la última en esta crisis. Este tipo de fenómenos, según se han manifestado en otros momentos de la historia, tienden a presentarse por triplicado. De acuerdo con esta teoría, aún quedaría un último coletazo, que previsiblemente se producirá entre enero y marzo.
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