«The Age of Adz». Noviembre 2010. Asthmatic Kitty Records-¡Pop Stock! 18,95 euros.
INÉS MARTÍN RODRIGO / MADRID
Día 21/12/2010 - 11.31h
Sufjan Stevens es un artista superdotado, capaz como nadie de aprovechar todas las posibilidades creativas que la música actual ofrece. Si con “Illinoise” (2005) logró elevar al folk hasta la sagrada categoría del pop, dulcificarlo y hacerlo gustosamente accesible para los oídos más exigentes, en este último “The Age of Adz (La era de las posibilidades)” el de Michigan juega con la electrónica y la hace moldeable a sus exigencias: las de un pequeño gran genio que rinde tributo a otro que pudo serlo, pero naufragó en el intento.
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Sufjan Stevens
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Portada del último disco de Sufjan Stevens
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Y es que “The Age of Adz” se inspira en la malograda figura de Royal Robertson (1936-1997), un pintor afroamericano que murió en la más absoluta miseria y que padecía esquizofrenia paranoide. Sufjan ha tomado prestada la obra de Robertson y se ha empapado de ella hasta hacerla visible en las letras, la portada y, sobre todo, el título del disco (“La era de las posibilidades” es una referencia a la fecha de caducidad que todos llevamos a cuestas).
Así, el álbum juega con la capacidad auditiva de quienes se acercan a escucharlo, con temas tan extraños como extremadamente largos y la presencia casi constante de sampleados electrónicos y curiosos ruidos sacados del baúl de los inteligentes recuerdos que Sufjan guarda en su privilegiada cabecita. “Now that I’m older (Ahora que he crecido)” puedo hacer lo que me dé la real gana (musicalmente hablando, se entiende), parece querer decir el músico con temas como el citado, “Too Much” para los poco dados a la experimentación y sin ninguna inquietud, con muy “Bad Communication” para el mainstream menos dotado y “All for myself” para aquellos que entregan su “Impossible Soul” a la música divina de Sufjan Stevens.
No alcanza, eso sí, este “The Age of Adz” las cotas de talento de alguno de sus predecesores (no hay que olvidar el mega proyecto, mitad broma mitad provocación, de Stevens de hacer un disco por cada uno de los estados de su grandísimo país), pero cualquier intento de Sufjan Stevens por sacarnos de los estrictos parámetros de la (a)normalidad cotidiana es bien recibido por los que vivimos presos de la esquizofrenia paranoide de la nada musical que tan a menudo nos rodea.
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