lunes, 14 de junio de 2021
Cooperación no debe ser Dependencia...Macron dixit.
Seducción americana: Sánchez y la trampa de Biden sobre el futuro de Europa
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El presidente de EEUU, Joe Biden (Reuters)© Reuters El presidente de EEUU, Joe Biden (Reuters)
Este lunes Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español, se verá por separado con Joe Biden, presidente de los Estados Unidos, en los márgenes de la cumbre de la OTAN, la Alianza Atlántica, que celebra su reunión de líderes en Bruselas. Es el primer encuentro que mantienen. De hecho todavía no habían hablado por teléfono. Las relaciones con Washington tienen una enorme importancia para España, y en los últimos años sectores de la economía española ha sufrido varios reveses como parte de la última etapa de tensiones comerciales protagonizada por el antiguo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.
Sin lugar a dudas, el encuentro es positivo y necesario. Sin embargo, se trata también, al mismo tiempo, de un arma de doble filo. No hay nada más útil en tiempos de tensión y enfrentamiento que asegurarte de que todo el mundo cree que es tu mejor amigo. Un pensamiento que podría perfectamente formar parte del corpus de pensamiento del florentino Nicolás de Maquiavelo, y que tiene como objetivo algo que sí que dijo el político toscano: “Los príncipes deben ejecutar a través de otros las medidas que puedan acarrearles odio, y ejecutar por sí mismos aquellas que les reportan el favor de los súbditos”.
Por mucho que la nueva administración declare a los cuatro vientos su amor por las relaciones transatlánticas, Estados Unidos se refiere con ese mensaje fundamentalmente a las relaciones bilaterales y, por extensión, con la Unión Europea. Lo que le interesa a Washington es cultivar su relación no con la UE como bloque, sino con Irlanda, Dinamarca, Suecia o Polonia, con Francia, Italia, Alemania, Portugal o Italia. Y hacerles pensar que todos y cada uno de ellos es el “primus inter pares” en sus relaciones. La fuerte seducción americana suele tener éxito, y hace que casi cualquier país confíe en que tiene la más estrecha de las relaciones con Washington. Todos tienen una buena relación con Biden, pero la mía es mucho más estrecha.
Y es aquí donde cobra sentido esa frase de Maquiavelo. Estados Unidos puede oponerse a proyectos concretos europeos, o, por ejemplo, al proyecto más amplio de la “autonomía estratégica” por la cual la Unión Europea busca “independizarse” a nivel estratégico y de seguridad de Washington. Pero es todavía mejor si Biden no tiene que mancharse las manos ni parecer que está activamente frenando iniciativas europeas.
Lo que le interesa a Washington es cultivar su relación no con la UE como bloque, sino con Irlanda, Dinamarca, Suecia o Polonia...
Si convences a todos y cada uno de los países de que tienen una relación privilegiada con Washington ellos harán tu trabajo: ante el miedo de tomar una decisión que puede poner en riesgo esos lazos especiales de confianza y amistad, serán los propios Estados miembros los que pongan zancadillas a esos proyectos desde dentro para proteger su relación, que creen única. No es, ni mucho menos, una estrategia nueva. Pero sí que se recupera ahora tras cuatro años en los que la estrategia era distinta: Trump no usaba la seducción, más allá de con algunos Estados miembros como Polonia (por motivos de seguridad frente a Rusia) o Hungría, por su apoyo directo al líder magiar Viktor Orbán en su deriva autoritaria, sino que apostaba por la estrategia del miedo a las represalias.
A Berlín y París les preocupa este regreso al pasado. Durante los últimos años Trump no ha sido una buena noticia para Europa, pero sí que ha impulsado debates sobre la autonomía estratégica de la Unión Europea que temen que ahora se vean frenados por Biden. Tanto en el G7, como en la cumbre de la OTAN y la cumbre Unión Europea - Estados Unidos que se celebrará este martes también en Bruselas, las delegaciones alemana y francesa apuestan por mantener un tono que muestre al presidente americano que la Unión no va a plegarse a todas las prioridades americanas, y que quiere seguir apostando por su autonomía.
El más vocal es Emmanuel Macron, presidente galo, se lo llegó a decir directamente a Biden durante una llamada telefónica en febrero: “Cooperación no puede ser dependencia”. Para que EEUU tenga en la UE un socio fiable y sólido esta debe seguir con su camino de la autonomía estratégica que le permita desarrollar una defensa común y capacidades tecnológicas propias, señaló el francés durante la entrevista con el presidente americano. Pero últimamente Alemania, que en los primeros compases de la presidencia Biden se mostró más prudente, está empezando también a dar señales de preocupación ante la idea de que Washington trate de arrastrar a Europa a marco más o menos similares a los de Trump aunque de una forma mucho más amable.
Esta actitud se explica no solamente porque la Unión en general haya perdido mucha confianza con Washington y tenga la intención de tomar las riendas de su futuro en algunos campos, sino también por el hecho de que Estados Unidos es… una democracia. Y eso significa que en Bruselas, París o Berlín tienen claro que el regreso de otro líder como Donald Trump es más que posible y que no sería prudente desperdiciar cuatro años. Hay cambios tectónicos en EEUU que seguirán ahí cuando Biden se marche.
Sánchez tendrá que aprovechar para sacar todo el partido posible, sin caer en la trampa de la seducción americana
Y hay una división europea sobre cómo gestionar esa situación. Más o menos todos los actores están de acuerdo en que sería absurdo desperdiciar la oportunidad que se presenta. Biden tiene intención de demostrar durante los próximos días que su oferta a sus socios es sincera. Sin lugar a dudas ofrece una agenda mucho más positiva en algunos aspectos, como por ejemplo es la lucha contra el cambio climático o la desescalada de tensiones comerciales. Pero un buen grupo de voces influyentes piden aprovechar esa tendencia sin perder de vista la necesidad de apuntalar los intereses estratégicos de la Unión.
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En la reunión entre Sánchez y Biden el presidente del Gobierno tendrá que aprovechar para sacar todo el partido posible, sin caer en la trampa de la seducción americana. Berlín y París están preocupados con el efecto que puede provocar el volver a sentirse especiales ante Washington, porque todos los riesgos siguen ahí, intactos desde la era Trump.
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