lunes, 5 de julio de 2021
Asturianos en el olvido...
«Miss golondrina», la aviadora asturiana que cayó en el olvido
G. GUITER
ASTURIAS
La asturiana María Bernaldo de Quirós, primera mujer piloto de EspañaLa asturiana María Bernaldo de Quirós, primera mujer piloto de España
Iberia rinde homenaje con el nombre de un avión a la primera piloto civil de España, la aristócrata María Bernaldo de Quirós
05 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.
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Un moderno avión A320 surca los cielos. En el morro lleva el nombre de la primera aviadora española: la asturiana María Bernaldo de Quirós, a quien Iberia rinde así homenaje casi 100 años después de que obtuviera su título. Apodada cariñosamente «Miss golondrina», fue la pionera en España. Desde entonces, muchos autores se preguntan por qué pasó al anonimato e incluso al «ostracismo» después de la Guerra Civil.
¿Motivos ideológicos, personales, políticos? Hay quienes que la sitúan en el bando sublevado en 1936, al inicio del conflicto; otros, por el contrario, lo dudan. Para Almudena Orellana (autora de María Bernaldo de Quirós: Primera aviadora española), «tal vez las más que posibles simpatías que María pudo profesar hacía el movimiento feminista, así como hacia ideologías de carácter liberal sin máximas pretensiones políticas, pudieron ser también motivo de su condena progresiva hacia el ostracismo social, e incluso familiar».
Además, en el cerrado régimen franquista de posguerra, tampoco ayudó su condición de divorciada (en lo que también fue pionera), una situación adquirida durante la República. Sea como sea, «lo cierto es que la Guerra Civil rompió con los sueños de la mayoría de las mujeres, de uno y otro bando», apunta Orellana.
Una tragedia de juventud
Nacida en 1898 en Madrid pero de origen llanisco, María Bernaldo de Quirós Bustillo era de origen aristocrático, hija de Rafael Bernaldo de Quirós y Mier y Consolación Bustillo y Mendoza, marquesa de los Altares. Se casó en 1917 con su primo Ramón Bernaldo de Quirós y Argüelles (nieto del marqués de Argüelles) en la capilla de Pancar (Llanes). Pero Ramón falleció debido a una enfermedad muy poco después, en 1920, cuando contaba tan solo con 29 años. La tragedia fue aún mayor cuando María perdió a una hija de un año y a otro niño durante el embarazo.
Devastada, consigue rehacer su vida y se casa con José Manuel Sánchez-Arjona, durante muchos años alcalde de Ciudad Rodrigo (Salamanca). Y no solo eso, sino que hace realidad su sueño desde niña: volar «con sus propias alas y no con alas ajenas», como dijo en alguna ocasión.
En el contexto de la dictadura de Primo de Rivera, «algunas mujeres parecían querer romper con las normas tradicionales hasta entonces imperantes en la sociedad, imbuidas por el nuevo espíritu de lucha feminista» europeo, señala Almudena Orellana.
Su posición como miembro de la alta sociedad, explica posibilitó muy probablemente su participación en los círculos sociales del momento que, al terminar la Primera Guerra Mundial, propiciaron aspectos tales como el encuentro y la reunión femenina.
El comandante José Rodríguez y Díaz de Lecea acepta enseñar a Bernaldo de Quirós a pilotar una Havilland DH-60 Moth. «María no consideraba, sin embargo, que el haberse convertido en la primera mujer piloto española fuese a transformarla en ningún modelo de imitación o admiración para las demás mujeres».
Decía que muchas podrían seguir su mismo ejemplo (como ocurrió durante la guerra): «¡Psch!... la opinión pública (…) se va ya acostumbrando a que las mujeres sirvamos para algo más que para bordar. La gente que no se asombra de que haya ciclistas, o jugadoras de tenis, o conductoras de automóviles, ¿por qué se va a asombrar de que una deportista se dedique a la aviación?», dice citando declaraciones en la revista Estampa. Una avanzada en su época.
Cumple su sueño y obtiene, con no pocas dificultades debido a los prejuicios por ser mujer, su título de piloto el 15 de septiembre de 1928, tan solo siete años más tarde que el primer hombre español, Benito Loygorri, en la escuela de pilotos del Real Aeroclub de España (RACE) en el aeródromo de Getafe. Fue la única entre 18 alumnos.
La reseña biográfica realizada por Carlos Lázaro que recoge la Real Academia de la Historia dice que «también siguió la moda imperante entre el personal del Real Aero Club de realizar bautismos aéreos a entusiastas de la aviación. En un primer momento se contrarió al comprobar que no había ningún aspirante masculino que quisiera volar con ella, pero quedó gratificada por las numerosas peticiones que recibió del público femenino que se incrementaron con motivo de una fiesta de la Aviación». Pese a todo, dice, María Bernaldo de Quirós «gozó de mucha popularidad entre los pilotos de Getafe, quienes cariñosamente le apodaron Miss Golondrina».
Pero Alfredo Kindelán Duany, jefe superior de la Aeronáutica, rechazó una petición firmada por más de medio de centenar de miembros del Real Aero Club en la que se solicitaba para Bernaldo la concesión del título y emblema de aviadora honoraria. «Kindelán argumentaba que, según la ley vigente en aquella época, esa distinción sólo se le concedía al personal militar de países extranjeros».
En los años siguientes, Bernaldo de Quirós siguió realizando vuelos, e incluso en Asturias también dio clases de vuelo a algunos aspirantes a piloto.
Y llega la guerra
Orellana explica que «sus orígenes aristocráticos han dado pie a pensar a determinados autores que la aviadora probablemente realizase servicios de enlace para el bando nacional durante el conflicto», pero existe poco claridad al respecto, incluso cuando llegan a confundirla con María Ignacia Bernaldo de Quirós y Argüelles, esposa de Francisco Ansaldo y Bejarano, aviador militar falangista.
La Guerra Civil, añade, indujo a muchas de las mujeres de buena posición cercanas a los sublevados a «retirarse de nuevo a la vida privada consignada por las doctrinas del movimiento insurgente, plasmadas de manera muy eficaz (…) en el ideario de la denominada Sección Femenina». Y eso habría llevado a María a la «reclusión de nuevo en la domesticidad», aunque ella no tuviese precisamente una vocación conservadora, a juzgar por sus iniciativas.
La RAH señala que después de la contienda, ella fijó su residencia en Madrid, donde tras una larga y sin duda interesante vida falleció en 1983, dentro de la discreción familiar, a la edad de 91 años.
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