miércoles, 14 de julio de 2021

Demasiado Velázquez....

‘Las hilanderas’, el genial secreto de Velázquez ARTE El artista sevillano trufó de mensajes una obra maestra que se malinterpretó como una mera escena costumbrista durante trescientos años El Prado muestra por primera vez 'Las hilanderas' tal y como las pintó Velázquez De izquierda a derecha, Javier Solana, Presidente del Real Patronato del Museo Nacional del Prado; Tomás Fernández, Director Financiero de American Express Europe; Miguel Falomir, Director del Museo Nacional del Prado; Andrés Úbeda, Director Adjunto de Conservación del Museo Nacional del Prado; y Christina Simmons, Executive Director American Friends of the Prado Museum Presentación del nuevo enmarcado de 'Las hilanderas' de Velázquez en el Museo del Prado Foto © Museo Nacional del Prado RAFAEL BLADÉ 12/07/2021 17:11Actualizado a 13/07/2021 15:11 La obra que hasta hace poco podía verse en el Museo del Prado no es exactamente la que pintó Velázquez. Tras el incendio del Alcázar, en 1734, a Las hilanderas se les añadieron tiras de lienzo en los bordes y se pintó una continuación de la escena por motivos decorativos. Ahora el Prado ha ocultado a la vista del espectador esas tiras de más para mostrar la obra tal como la concibió el maestro sevillano. ¿Y qué es lo que Velázquez quería contar? Un cuadro mal leído Un grupo de hilanderas en el taller de la madrileña calle de Santa Isabel, en primer plano, y tres damas contemplando tapices, al fondo. Una escena de género, costumbrista. ¿Así de sencillo era el tema de Las hilanderas, un lienzo que Velázquez pintó en los mismos años en que crearía obras tan complejas como Las Meninas? Lee también Las 6 claves de Las meninas de Velázquez RAFAEL BLADÉ Algunos expertos se resistían a creerlo (y, de hecho, alguno que otro formuló hipótesis que casi dieron en la diana), pero topaban con el absoluto mutismo: ningún documento de la época hablaba de esta obra, de su verdadero título, de las intenciones del pintor sevillano. Por fin, en 1948 apareció un documento que permitió desenredar la trama y se reveló ante los espectadores una de las obras más inteligentes jamás ejecutadas. La historia de este lienzo se inicia en Madrid, en 1628. Dos genios de la pintura trabajaban codo con codo en el mismo taller. Uno tenía 29 años y era el pintor oficial de Felipe IV. El otro tenía 51, se encontraba de visita en la ciudad y era el artista más famoso de Europa. Se llamaban Diego Velázquez y Peter Paul Rubens, respectivamente. Lee también ¿Qué pintó Rubens en ‘Las tres Gracias’? RAFAEL BLADÉ XUP REPRODUCCIÓN DE El joven quedó fascinado por el experimentado. Tanto por su capacidad de trabajo (Rubens pintó un retrato ecuestre de Felipe IV en solo 12 días) como, seguramente, por la posición social que ocupaba. El flamenco era mucho más que un pintor: era un consejero político que estaba a punto de viajar a Londres y representar a España en una misión diplomática. Aracné y Europa Demos un salto de casi treinta años. Hacia 1657 Velázquez, en el apogeo de su maestría, ejecutaría un cuadro para Pedro del Arce, aposentador y montero de Felipe IV. El tema representado cayó en el olvido. Cuando en el siglo XVIII la obra entró en las colecciones reales, se le dio el nombre más obvio, el que reflejaba lo que se veía a simple vista: Las hilanderas. Otro salto, hasta 1948. La investigadora María Luisa Caturla halló el cabo de hilo que permitiría desenredar la madeja. Descubrió, en un inventario de los bienes de Del Arce, el nombre con que se lo conoció originariamente: La fábula de Aracné. Imagen de 'Las hilanderas' de Velázquez con añadidos Imagen de 'Las hilanderas' de Velázquez con añadidos en la parte superior y en los dos lados Foto © Museo Nacional del Prado La diosa Minerva y la mortal Aracné, figuras del relato de Ovidio, están pintadas como si pertenecieran al tapiz del fondo, pero no es así. El tapiz, en realidad, representa otra famosa escena mitológica: el rapto de Europa. Y no uno cualquiera, sino el que Velázquez, en 1628, vio pintar a Rubens a partir de un lienzo de Tiziano. Velázquez daba una lección de historia de la pintura. Los pintores imitaban a otros con el fin no solo de igualarles, sino de superarles. En Las hilanderas, Velázquez copió a Rubens copiando a Tiziano. Y lo hizo de manera magistral: es tan poco lo que se ve del rapto de Europa que solo quien conociera sus dos antecesores (entonces en las colecciones reales) podía entender la referencia. Imagen de 'Las hilanderas' de Velázquez sin añadidos Imagen de 'Las hilanderas' de Velázquez sin añadidos Foto © Museo Nacional del Prado Los sucesores como deudores de sus predecesores: esta es una de las reflexiones de Las hilanderas, y la clave reside en la fábula de Aracné. Minerva, según algunas interpretaciones del texto de Ovidio, no solo castigó a Aracné por tejer escenas en que se mostraban los engaños de los dioses. También se irritó porque Aracné no quería reconocerla como maestra. Si maestra y discípula entraban en conflicto en el relato de Ovidio, en el lienzo de Velázquez, en cambio, la diosa y la mortal parecen saludarse pacíficamente. ¿Por qué cambió el final de la fábula? ¿Había claudicado la maestra reconociendo la originalidad de su discípula? ¿Lo había hecho la discípula reconociendo lo aprendido de la maestra? Arte noble Velázquez no solo se colocó como el digno sucesor artístico de Tiziano y Rubens. Aspiraba, además, a su nivel social. El veneciano y el flamenco rompieron moldes y fueron vistos por sus patronos como mucho más que meros artesanos. Felipe II ennobleció a Tiziano. Rubens fue nombrado caballero en España e Inglaterra. ¿Y Velázquez? Lee también Duelo por Venecia: Tintoretto contra Tiziano RAFAEL BLADÉ El sevillano gozaba de la estima de Felipe IV, pero no podía dedicarse enteramente a la pintura. Las rentas derivadas de un título nobiliario se lo podrían permitir. El proceso para que el pintor ingresara en la orden de Santiago se prolongó un decenio, dado que no poseía ascendientes de alta cuna. Al fin, Felipe IV obtuvo una dispensa papal para concederle la hidalguía. Las hilanderas, ejecutado en medio de esta bochornosa espera, contiene un grito desesperado del pintor. Abogaba por la nobleza por méritos, por su elevado oficio. Se consideraba mucho más que un artesano ejecutor de encargos. En el lienzo, en primer plano, las hilanderas representan la artesanía. Al fondo, dos simbólicos peldaños por encima, aparece el tapiz, el cuadro de Tiziano, el de Rubens, el de Velázquez..., la nobleza, el arte.

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