viernes, 9 de julio de 2021

Un más de menos, colaboró en un ascenso de nuestro Oviedín....

Muere Miguel, el exoviedista que formó parte de la mejor delantera española de la historia El jugador canario fue un emblema del Atlético de Madrid y consiguió el ascenso a Primera en 1952 con el Real Oviedo ÁNGEL FALCÓN Fue el Garrincha español, un extremo derecho hábil, punzante y rapidísimo que militó en el Real Oviedo en la temporada 1951-1952 pero que hizo venturosa carrera en el Atlético de Madrid ocupando durante una década la banda. Fue también miembro de la delantera más sensacional de la historia de la selección española: Miguel, Luis Suárez, Di Stéfano, Kubala y Gento, un quinteto de ensueño para recitar de carrerilla al que le faltó la fortuna de jugar un Mundial. Fue también el asistente del mejor gol de la historia, el de Di Stéfano a Bélgica en 1957, un gol de escorpión del que no hay imagen física pero que ha quedado vivo en el imaginario popular. Miguel González Pérez ha muerto a los 94 años en Madrid, la ciudad que le acogió, aunque nunca perdió su acento canario ni su pícaro sentido del humor. Nacido en Santa Cruz de La Palma el 27 de abril de 1927, Miguel, también llamado en Canarias «El Palmero», destacó desde las categorías inferiores y captó la atención del Atlético de Madrid, que lo fichó por medio millón de pesetas. Debutó con el mítico Helenio Herrera como entrenador en 1949 pero una lesión de tobillo dejó en dique seco su carrera durante una temporada. Fue cedido en 1951 junto a Alberto Callejo (un magnífico defensa) y Agustín al Real Oviedo y durante un año fue cogiendo el tono y la forma en club carbayón, un año que siempre guardó en su memoria tanto deportiva como humana y que se saldó con el ascenso a Primera. De regreso a Madrid (también con Callejo), la carrera de Miguel dio el salto definitivo. Se adueñó de la banda derecha del Metropolitano y dejó huella: junto a compañeros como Marcel Domingo, Carlsson o Ben Barek marcaron una edad de oro en el club colchonero. Dos ligas y una Copa en dura competencia con el antológico Real Madrid de Santiago Bernabéu de finales de los años 50. Fue el capitán del Atleti en el primer partido de la Copa de Europa. Miguel, con el AtléticoMiguel, con el Atlético Internacional durante cinco años, de 1953 a 1958, compartió delantera en el mejor quinteto de la historia de la Selección. Solo leer los nombres de Di Stéfano, Luis Suárez, Kubala y Gento dan medida de la talla y también del fracaso de todos ellos. Miguel durante muchos años rumió aquella frustración en conversaciones trufadas de anécdotas. Ën 1954, una treta para que Kubala no pudiese jugar el partido de desempate contra Turquía, desembocó en un sorteo (no había tandas de penaltis por entonces). La mano inocente del bambino Franco Gemma sacó la bola turca y mandó a aquel equipo para casa con jugadores como el asturiano Campanal, Gaínza o Puchades. Fue un mazazo. En 1958, con la delantera mágica (más Quincoces, Zárraga, Campanal o Santisteban; un equipazo) dos partidos descentrados (Miguel decía que mal compenetrados) contra Escocia y Suiza frustraron la presencia de España en un Mundial que podría haber sido el primero en ganar. Fue el año de la irrupción de un jovencísimo Pelé. Pero aquella España era imponente y una clara candidata al título. Una anécdota: fue el asistente del mejor gol de la historia: en 1957, en el emblemático estadio de Heysel. Miguel avanzó por la banda derecha y el pase le quedó atrás a Di Stéfano, que se inventó sobre la marcha un escorpión de campeonato. «Nunca vi un gol mejor», me comentó Miguel en una ocasión. No hay rastro físico de un gol que ha fascinado a medio mundo desde entonces: L’Equipe quiso recrearlo con el propio Di Stéfano y Mediaset lo resucitó en 3D hace unos años en Italia en un programa en «prime time». Tras dejar el Atlético en 1960, su carrera siguió en Zaragoza y en Murcia y como entrenador fue segundo de Otto Gloría en el Atlético y tras ser destituido el brasileño ocupó el banquillo temporada y media. También dirigió al Betis, al Hércules y al Tenisca, ya en los años 80. En 2015 fue nombrado hijo predilecto de La Palma. Se ha ido Miguel. Queda este recuerdo de un tiempo pasado. Recuerdos personales de mi infancia: veranos en Alicante y Santa Pola, en la piscina de Vallehermoso, tardes de domingo y disputadas partidas de parchís delante del brasero en las que Miguel siempre tenía una broma en la boca y una trampa pícara por pergeñar junto a mi madre, mi tía y mi abuela. Y la vuelta a casa (seis en aquel desvencijado Seat 600). Recuerdos de Nocheviejas con Mari Carmen y Miguelín (su hijo, también fallecido) a base de patatas con mojo picón y ostras. Descansa en paz.

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