lunes, 14 de abril de 2025
Es la hora de la III República....
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Monarquía o Democracia: es hora de elegir
Cándido González Carnero
Cándido González Carnero
REDACCIÓN
OPINIÓN
PACO RODRÍGUEZ
La realidad es que la actual monarquía parlamentaria no fue elegida por el pueblo
14 abr 2025 . Actualizado a las 08:40 h.
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En abril, mes de memoria y dignidad republicana, miles de personas en todo el Estado español se movilizan para conmemorar la proclamación de la II República, aquel proyecto de modernización, justicia social y democracia que fue brutalmente interrumpido por un golpe de Estado y una dictadura de cuarenta años. Hoy, más de cuatro décadas después del inicio de la llamada Transición, sigue pendiente una pregunta fundamental: ¿es compatible la monarquía con un Estado verdaderamente democrático?
La realidad es que la actual monarquía parlamentaria no fue elegida por el pueblo. Fue impuesta en el marco de una Transición tutelada, diseñada bajo la presión de los poderes fácticos del franquismo. Juan Carlos I, designado directamente por Franco, se convirtió en jefe del Estado sin pasar jamás por las urnas. Hoy, su hijo, Felipe VI, hereda ese mismo cargo, con los mismos privilegios y con la misma ausencia de legitimación democrática.
Resulta llamativo que, en pleno siglo XXI, una institución basada en la herencia de sangre, ajena a cualquier mecanismo de control ciudadano, siga ocupando la cúspide del poder simbólico del Estado. En ningún otro ámbito aceptaríamos que alguien acceda a una posición de poder simplemente por nacer en una familia determinada. ¿Por qué deberíamos aceptarlo para el cargo más alto de la representación del Estado?
La Casa Real no solo encarna un privilegio antidemocrático, sino que también supone un enorme coste económico. Aunque en los últimos años han tratado de ofrecer cierta transparencia, la opacidad sigue siendo la norma. Los escándalos del rey emérito, hoy exiliado fiscal en Emiratos Árabes, manchan no solo su figura, sino la credibilidad de toda la institución. ¿Qué sentido tiene mantener una monarquía que no solo no rinde cuentas, sino que ha utilizado su posición para acumular una fortuna de origen dudoso?
La alternativa no es una incógnita: es la República. Pero no cualquier república, sino una III República construida desde abajo, desde el pueblo, con un nuevo pacto social que garantice la participación ciudadana, la justicia social, la defensa de los servicios públicos y el reconocimiento efectivo de la diversidad territorial y cultural del Estado. Una república que no sea solo un cambio de jefatura del Estado, sino un cambio profundo en la forma de entender la política, el poder y los derechos.
El primer paso para abrir ese camino es la democracia: un referéndum vinculante sobre la forma del Estado. Consultar al pueblo español si desea continuar con una monarquía impuesta o caminar hacia una república es una cuestión de legitimidad democrática elemental. ¿De qué tiene miedo el sistema actual? ¿A que la ciudadanía decida?
Conmemorar la República no es un ejercicio nostálgico. Es un acto de futuro. Porque no hay democracia completa sin un pueblo soberano que pueda decidirlo todo, también su forma de Estado.
Por eso, hoy más que nunca, es hora de decirlo alto y claro: ni rey ni amo, democracia y república.
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