Uno de los puntos clave en este maremoto, su apalancamiento impide ahora, el normal fluído del crédito.
La CE quiere limitar el nivel de endeudamiento de la banca
La Comisión Europea quiere imponer un límite fijo en la capacidad de endeudamiento de los bancos, con independencia de la calidad de su cartera. Bruselas endurecerá, además, los requisitos de capital para el sector.
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Dudas sobre la utilidad de un supervisor europeo
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Banca y finanzas
B. de Miguel - Bruselas - 16/02/2009
La crisis financiera puede acabar en Europa con más de una década de esfuerzos para refinar el cálculo de los riesgos asumidos por bancos y aseguradoras. La Comisión Europea (CE) parece defraudada con los métodos introducidos en los últimos años, que ofrecen al sector financiero la posibilidad de utilizar sus propias estimaciones de riesgo para calibrar sus necesidades de capital.
Bruselas prefiere ahora un techo fijo y general para la capacidad de endeudamiento de los bancos. Y acabar así con ratios de apalancamiento que, tras el reciente desplome del valor de los activos, han alcanzado proporciones desconocidas anteriormente y han revelado la fragilidad del sector en varios países.
Un reciente análisis del instituto de estudios Centre for Economic Policy Studies (CEPS) muestra que los bancos de la UE cuentan con la mitad de fondos propios que los estadounidenses. El mismo estudio indica claras incoherencias entre las ratios de core capital y Tier 1 de Basilea. En el caso de Francia o Reino Unido, la segunda ratio casi dobla a la primera.
Los especialistas creen que, dependiendo del límite de endeudamiento que se fije, los bancos tendrán que acumular más capital durante el próximo ciclo expansivo.
La CE, según el departamento del comisario europeo de Mercado Interior, Charlie McCreevy, va a endurecer, en cualquier caso, los requisitos de capital que se aplican al sector bancario.
La reforma afectará, en concreto, al capital necesario para respaldar los activos de la cartera de negociación (trading), aquella en la que los bancos sitúan las inversiones de las que prevén deshacerse a corto plazo.
Bruselas, por ultimo, va a defender la aplicación, no sólo en Europa sino a nivel internacional, del sistema de provisiones aplicado por el Banco de España y que, según la mayoría de los especialistas, ha permitido hasta ahora a las entidades financieras nacionales capear mucho mejor la crisis que las de otros países.
La CE defenderá un acuerdo global para que todas las entidades, como hicieron las españolas, acumulen capital durante las épocas de bonanza para afrontar las posibles momentos adversos.
La primera cita donde Bruselas podría defender esa españolización de la supervisión financiera será la próxima cumbre del G-20 que se celebrará en Londres, el 2 de abril, y a la que tiene previsto asistir el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. El próximo domingo, los países europeos se reunirán ya en Berlín para coordinar las posiciones que defenderán en la capital británica.
Karel Lannoo, responsable del CEPS, recuerda que gracias a la regulación del Banco de España 'el nivel de capitalización de los bancos españoles es casi del doble que la media europea'. Lannoo también destaca que en 2006, año de crecimiento económico importante, 'los bancos españoles acumularon cinco veces más provisiones que los británicos, belgas u holandeses'.
Dudas sobre la utilidad de un supervisor europeo
El grupo de alto nivel encargado por la Comisión Europea (CE) de revisar el marco de supervisión financiera en la Unión Europea presentará sus primeras conclusiones la próxima semana y podrían elevarse al Consejo Europeo del 19 de marzo.
Bruselas no ocultó al asignar el encargo a Jacques de Larosière y otros siete especialistas su esperanza de que una de las conclusiones fuera la necesidad de crear una autoridad de supervisión comunitaria. 'Digámoslo francamente', señaló el presidente de la CE, José Manuel Durão Barroso al presentar el grupo, 'los mercados financieros son globales y una supervisión puramente nacional no tiene ningún sentido'.
El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, incluso se ha ofrecido ya para asumir la vigilancia supranacional, invocando la ventaja de que podría hacerlo de manera inmediata y evitar la siempre complicada creación de un nuevo organismo comunitario.
Pero a pesar de ese interés institucional, muchos especialistas dudan de que la creación de un supervisor europeo sirva para evitar una crisis como la actual. El propio grupo Larosière parece haber descubierto que las carencias del actual sistema de supervisión no tienen nada que ver con su fragmentación, sino con la falta de rigor de algunas autoridades nacionales.
A ese respecto, Karel Lannoo, responsable del CEPS (Centre for European Policy Studies), ha señalado que 'si se avanza hacia una supervisión europea debe hacerse con mucho cuidado y precisión'. Lannoo cita como ejemplo de los riesgos de una integración en base al mínimo común denominador el hecho de que 'si España hubiera seguido las normas básicas europeas de regulación y supervisión, sus bancos también estarían ahora en dificultades'. Afortunadamente, el Banco de España se desmarcó.
McCreevy arremete contra Basilea II
El llamado acuerdo Basilea II plasmó, en 2004, los esfuerzos del Banco de Pagos Internacionales (BIS, en sus siglas en inglés) por introducir en el sector financiero unos requerimientos de capital más ajustados a los riesgos asumidos. La UE incorporó ese acuerdo a su propia legislación a través de las directivas sobre requisitos de capital para el sector bancario. Ahora tramita una directiva similar para las aseguradoras, la llamada Solvencia II, siguiendo un modelo de supervisión similar al pactado en la ciudad suiza.
Pero el comisario europeo de Mercado Interior, Charlie McCreevy, mostró la semana pasada su disgusto con los métodos sofisticados para calibrar los riesgos. 'Sobre los modelos de valoración de riesgos, basta decir que ahora ya tenemos pruebas innegables de que son muy útiles cuando no interesan a nadie y totalmente inútiles cuando hacen falta', señaló McCreevy en Dublín con su habitual lenguaje directo. Y se mostró 'convencido de que necesitamos un techo general en el apalancamiento de los balances de los bancos, con independencia de los cálculos de valor de riesgo'.
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