¿Bolsa o deuda?: ¿Qué es mejor? Una propuesta para un inversor moderado
Cristina Vallejo
¿Cuánta deuda y cuánta renta variable deben tener las carteras en estos momentos?
Las últimas semanas de bonanza de los mercados de renta variable y la nefasta evolución de la renta fija, tanto de la "core" (estadounidense y alemana, entre otras) como de la emergente, han podido dar a entender a los inversores que había que apostar por la Bolsa en detrimento de la deuda. De hecho, expertos como Jordi Padilla, de Popular Gestión Privada, nos contaba para el número 900 de la revista "INVERSIÓN & Finanzas.com" cómo en los quince últimos años, el activo ganador había sido la renta fija gracias al combinado formado por las políticas anti-inflacionistas, los bajos tipos de interés, y, a continuación, ya durante la crisis, gracias a las políticas expansivas de los bancos centrales. Así, según cifras de Investment Company Institute, desde 1997, en los fondos de renta fija entraron 1,2 billones de euros, mientras que, en ese mismo periodo, salieron 600.000 millones de dólares de los fondos de renta variable. A partir de ahora, con los cambios en política monetaria, con el abandono paulatino de la heterodoxia, el recorrido en la deuda se piensa que es escaso y se espera una huida del dinero hacia la Bolsa. De hecho, a esa expectativa está confiado parte del recorrido que se supone les espera a los indicadores de renta variable. Y por eso Padilla fue abandonando la renta fija a favor de la Bolsa y de los activos monetarios.
En las últimas sesiones, sin embargo, hemos visto cómo los índices de renta variable se han debilitado con fuerza, mientras que la renta fija ha frenado su deterioro. La amenaza bélica en Siria, la eterna crisis política de Italia, así como las incertidumbres alrededor de la retirada de los estímulos por parte de la Reserva Federal y las dudas sobre si el Banco Central Europeo tomará o no nuevas medidas han provocado estos nuevos movimientos.
Como comentan los expertos de Legg Mason, como los mercados pueden cambiar de aspecto de manera repentina pero también de manera tan lenta que los inversores pierdan la perspectiva y no valoren la foto completa de la situación de los mercados, hay que adoptar una estrategia razonable y, sobre todo, diversificada. "La reciente reversión de ambos mercados, tanto de la Bolsa como de la renta fija, es un importante recordatorio de los beneficios potenciales de una diversificación acertada, focalizada en activos 'value' y con vistas al largo plazo", comentan desde esta gestora.
Por concretar, ¿cuál es el peso que debería tener la Bolsa y la renta fija en un contexto de mercado como éste? Y dado que cada perfil de inversor necesita una estrategia, nos hemos planteado responder esta pregunta para un inversor moderado, ni muy conservador, ni muy avezado. Y eso, aún a riesgo de que, como dice Félix López, de ATL Capital, los inversores moderados no existen, porque son aquéllos que quieren una elevada rentabilidad asumiendo muy poco riesgo. Algo imposible.
López reconoce que la Bolsa ofrece mejores expectativas de rentabilidad que la deuda, aunque apostar por ella implica asumir una mayor volatilidad, algo que ciertos inversores no podrían soportar. El analista de ATL Capital aconseja, al supuesto perfil moderado tener entre un 20% y un 40% de la cartera invertida en renta variable. De media, un 30%. En renta fija, sobre todo en renta fija española con duraciones de entre tres y cinco años, un 40%. Y en activos líquidos y monetarios, el resto de la cartera. Si en la inversión en Bolsa se obtiene una rentabilidad de alrededor de un 6%, incluyendo dividendos, en renta fija, entre un 3% y un 4%, y en los activos monetarios, entre un 1% y un 2%, podríamos estar hablando de una rentabilidad anual media de entre un 4% y un 5%. Este rendimiento, según López, sería más que digna para un inversor moderado para los próximos dos o tres ejercicios.
Alberto Matellán, de Inverseguros, considera que un inversor moderado debería tener un 40% en renta variable y un 60% en renta fija. Y propone diversificación también en la parte reservada a la inversión en deuda, tanto en plazos como en tipo de activos. En cuanto a los plazos, afirma que este aspecto depende en exclusiva de la visión del inversor, aunque advierte de que los cortos plazos dan muy poca rentabilidad. Quizás debería apostar por los medios plazos. En cuanto al tipo de activo, cree que la mayor parte debería estar en deuda soberana, aunque sólo sea porque la renta fija corporativa es menos líquida. También destaca la importancia de que la deuda por la que se apueste esté denominada en euros, para no tener que asumir el riesgo adicional de la evolución de las divisas. Lo bueno de ser de un país miembro del euro es que hay muchos países para elegir. Y, además, ahora, las deudas "core" y periféricas caminan muy juntas: así, mientras la deuda española apenas se ha movido en las últimas semanas, la deuda alemana si ha elevado su rentabilidad. Además, cree que ahora también hay que tener bonos estadounidenses. Un apunte: aunque la renta fija emergente puede ser ahora mismo un buen activo en el que entrar, por los bajos precios a los que se ha quedado, el inversor moderado debería esperar a que los más arriesgados se den cuenta. Y, para eso, aún faltan unos pocos meses.
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