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Julio Anguita, el padre político de Pablo Iglesias, con la venia de Manuel Monereo, siempre ha sido sinónimo de “vanguardia de la izquierda”. Sus tesis rupturistas, adelantadas a su tiempo, no siempre fueron asumidas por las organizaciones en las que militó (PCE e IU), pero el respeto que despierta entre los sectores de izquierda cada vez que sale a la palestra para defender una estrategia, una hoja de ruta política, es directamente proporcional a los seísmos que provoca. En la izquierda política y social, el advenimiento de un frente popular para las generales (“frente amplio” como le gusta llamarlo a Anguita) ha hecho que todas las miradas se dirijan a él.
“Todavía estoy preparando el artículo, y no pienso entrar en valoraciones hasta que salga publicado en Mundo Obrero (el vocero del PCE)”, explica ante la pregunta de cómo interpreta los resultados del 24-M y la articulación de un frente popular de cara a las generales. La cautela no es baladí, y es que el exalcalde de Córdoba apuesta por refundar IU, “afrontando los retos que nos marca nuestro pasado en las circunstancias actuales”.
El “califa rojo” niega que IU esté totalmente agotada y deba desintegrase para no ralentizar la marcha del resto de la izquierda, como vienen apuntando algunos sectores del PCE incluso antes de la fundación de Podemos. Sin embargo, sí reconoce que es “urgente” recuperar su “espíritu fundacional” para volver a “beber de la tradición revolucionaria”. Exigencias inasumibles para la actual dirección, de la que cada vez está más alejado el candidato a la presidencia, Alberto Garzón, y la plana mayor del PCE.
El 'califa rojo' niega que IU esté totalmente agotada y deba desintegrase para no ralentizar la marcha del resto de la izquierda
Para el exalcalde de Córdoba, es necesario promover un frente popular de cara a las elecciones generales, cuestión en la que coinciden tanto desde IU como desde Podemos. El fin es el mismo, pero los medios, el cómo, se alejan mucho entre sí. Anguita subraya la idea de que “la formación de un frente de unidad cívica y popular no debe ser exclusivamente electoral”. Su tesis, según adelanta, es que debe construirse bajo dos premisas claras: “Programa y valores”.
El formato clásico de coalición de partidos está caducado, según Anguita, quien aboga por saltar a una nueva fase, la de “movimiento-partido”, que desde la plataforma Frente Cívico “somos mayoría” ha dado en llamar “bloque social”. Las coaliciones multiplicarían las burocracias internas, mientras que los repartos de poder entre las diferentes fuerzas los institucionalizaría alejándolos de la voz de la calle, de los movimientos sociales.
Con el impulso de Frente Cívico en septiembre de 2012, el exdirigente del PCE pretendía “construir un poder ciudadano frente a las políticas de los poderes económicos y políticos”. Tanto Juan Carlos Monedero como Pablo Iglesias apoyaron esta iniciativa, llevándose de ella conocimientos, propuestas, lenguajes y recursos humanos con los que luego fundaron Podemos. El propio Anguita ha afirmado que este partido “ha sido en el discurso y en las propuestas que marcan su aparición y fundación, el continuador de los que Frente Cívico planteó”. A pesar de ello, tras el congreso de Vistalegre Podemos mutó en un partido político al uso, dejó de lado su esencia de movimiento, y definió una hoja de ruta electoralista muy precisa. Como resultado, Pablo Iglesias exige la marca Podemos a IU y las mareas para ir juntos a las generales en un frente popular.
La suma de los socialdemócratas
Desde la corriente Izquierda Abierta, que lidera Gaspar Llamazares, también han movido ficha para defender un “compromiso por un frente amplio”, manteniendo el acento izquierdista. Sin apelar directamente a Podemos, desde esta corriente apuntan que las “nuevas fórmulas-partido se comportan de forma más vertical, menos democrática, menos transparente, más endogámica y con patrones más presidencialistas que las fórmulas más clásicas”.
Junto a sectores de base de Podemos y PSOE, además de miembros de Convocatoria Cívica, como Federico Mayor Zaragoza o Baltasar Garzón, y personalidades del mundo de la cultura, como Juan Echanove o Lucía Etxebarría, ya se unieron antes de las elecciones en la plataforma Somos Izquierda para “promover la creación de un frente amplio de izquierdas”.
Los denominados llamazaristas están promoviendo debates entre las bases de diferentes fuerzas políticas, incluida la Izquierda Socialista del PSOE (que lideran Pérez Tapias y Beatriz Talegón), para que las cúpulas de sus partidos “no cierren por ellas mismas ni impongan un modelo de confluencia” sin contar con la militancia. En este sentido han realizado un llamamiento a la militancia “de todas las fuerzas que se consideran de izquierdas, desde el socialismo de izquierdas, las izquierdas nacionalistas y hasta las posiciones más obreristas, pasando por el civismo progresista y los movimientos sociales que persiguen los mismos objetivos emancipadores y transformadores, para crear un frente amplio”.
Las negociaciones para la conformación de un frente popular no han hecho más que empezar. Los diferentes actores políticos toman posiciones y marcan su propio territorio. Las voces autorizadas, como la de Anguita o la del históricoXosé Manuel Beiras, vuelven a tener algo que decir. El puzle de la confluencia no solo está removiendo los pilares de las organizaciones de izquierda, sino también de las nacionalistas.
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