Prepararse para futuras subidas de tipos en EE.UU., y en general para un mundo en el que la inflación ya empieza a asomar como consecuencia de un mayor crecimiento, parece una obligación. Las estrategias con una apuesta limitada al riesgo de tipos de inte
En los últimos meses, muchas gestoras han ido preparando las carteras de sus fondos de renta fija en previsión de subidas de tipos en Estados Unidos, recortando las duraciones, es decir, reduciendo la exposición al riesgo de tipos de interés. La idea era que el inicio de ese endurecimiento en la política monetaria al otro lado del Atlántico conduciría a subidas en la curva de tipos a nivel mundial, de forma que se tornaba muy necesario cubrir las carteras. Algunas de estas estrategias no tuvieron el éxito esperado el año pasado, debido a que ciertos acontecimientos llevaron a los inversores a refugiarse en la renta fija pública y esa mayor demanda volvió a impulsar los precios al alza... y las rentabilidades a la baja.
Pero en 2017 la historia puede ser diferente, dicen los expertos, y preparar las carteras para futuras subidas de tipos en EE.UU. (alrededor de tres), y en general para un mundo en el que la inflación ya empieza a asomar, es una obligación. En 2016, los mercados de renta fija han experimentado un cambio significativo, explican en Carmignac: ya no estamos en un escenario con un crecimiento decepcionante, baja inflación y curvas de tipos que se aplanan. Por el contrario, el ciclo económico está repuntando, la inflación está volviendo e incluso los bancos centrales se han dado cuenta de que los bajos tipos están disminuyendo los retornos en la economía real. «El crecimiento de la inflación continuará, podría exceder el 2,5 por ciento en EE.UU. y el 1,7 por ciento en Europa este año, por encima de las expectativas. En este nuevo entorno de tipos crecientes, los inversores han de cambiar su perspectiva a la hora de invertir en deuda», defiende Sandra Crowl, miembro del Comité de Inversión de la gestora francesa. Para reducir el riesgo, la gestora está en posición defensiva en lo que a duración se refiere.
«Desde hace tiempo mantenemos la estrategia de duraciones cortas porque vemos los tipos gradualmente al alza, por mayor inflación y más actividad económica. Buscamos estrategias que tengan un riesgo limitado y potencial de rentabilidad y que nos permitan aprovechar subidas de tipos, como bonos flotantes, en euro y dólares, coberturas sobre el bono alemán y bonos ligados a la inflación», comenta David Ardura, subdirector de gestión de Gesconsult y experto en renta fija. De hecho, advierte del peligro: no conviene buscar un mayor retorno elevando duraciones, ni tampoco a costa de empeorar la calidad crediticia, dice. Para Ardura, la Reserva Federal en EE.UU. está dispuesta a acometer varias subidas de tipos este año, que suponen pérdida en el valor de los bonos, pues la economía está cerca del pleno empleo y la inflación se mueve hacia los objetivos previstos. Las políticas pro crecimiento del nuevo presidente Trump refuerzan la transición desde la política monetaria a la política fiscal.
«La implementación en EE.UU. de una política fiscal expansiva debería traducirse, al menos en el corto plazo, en una aceleración de la actividad económica y en presión al alza del índice de precios al consumo. A esto se suma un mercado laboral actual en buen estado y un crecimiento económico sostenido. Para evitar una escalada incontrolada de los precios, la Reserva Federal seguirá subiendo tipos, en caso necesario, a un ritmo superior al de los dos años anteriores», comenta Armando López, responsable de Renta Fija de Santander Asset Management.
Según Olivier de Larouziere, jefe de tipos de interés de Natixis Asset Management, las subidas de tipos serán limitadas en EE.UU. (quizá dos o tres, dicen) pero, debido a las esperadas alzas en la inflación, ven previsible que el nivel próximo a su tasa de equilibrio en los tipos largos americanos pueda ser del 2,5 por ciento en la referencia a 10 años.
¿Contagio en Europa?
Así las cosas, los movimientos de la Fed al otro lado del Atlántico son el principal motivo para proteger las carteras, pero además teniendo en cuenta que ese movimiento también podría contagiarse a Europa, no en los tipos cortos (sostenidos por el BCE), pero sí en los largos, de forma que el riesgo de duración debería neutralizarse.
Así, Ardura cree que será necesario también tener duraciones cortas en los fondos que invierten en bonos europeos, a pesar del BCE: «Los plazos cortos, en Europa, seguirán sujetados por la intervención de Draghi y serán los plazos largos los que cotizarán un mundo con mayor inflación y con una mejora de la actividad, con el consiguiente apuntamiento de las pendientes». En su caso, esta política del BCE de comprar en plazos más cortos y por debajo del tipo de depósito es una buena noticia para su fondo Gesconsult Corto Plazo, pues cree que seguirán viendo caídas de rentabilidad en la parte de la curva en la que invierte el fondo.
En Natixis Asset Management, Philippe Waechter, el estratega jefe, coincide en que los tipos cortos se ven influidos por los bancos centrales, por lo que es posible que en ese segmento no haya grandes sorpresas, ya que el BCE será cauto frente a la alta incertidumbre del contexto económico. Pero en los tipos largos, la historia será diferente, y las actuaciones del BCE podrían además provocar volatilidad. «En la búsqueda de una construcción duradera de carteras, en Natixis Global AM consideramos importante mantener una parte de la cartera en duraciones cortas para minimizar los riesgos», asegura Sophie del Campo, directora general de Natixis Global AM para Iberia. Y añade: si el consenso optimista sobre el crecimiento no llegara a materializarse, podríamos asistir a nuevas compras de valores de tipos y de deuda soberana en particular, dado su carácter de activo refugio. En cualquier caso dada la volatilidad que podrán provocar en renta fija las elecciones próximas en Europa (Francia, Alemania, Países Bajos), las duraciones cortas permitirían minimizar estos potenciales movimientos.
«El objetivo del BCE se limita a la estabilidad de precios a largo plazo, por debajo del 2 por ciento y la inflación subyacente sigue muy alejada de su objetivo (actualmente está en el 0,9 por ciento), por lo que Draghi sigue apostando por su programa de compra de activos y los niveles actuales de tipos. No obstante, mejores perspectivas de crecimiento futuro y el contagio de subidas de los tipos americanos pueden redundar en una subida de tipos en la parte larga de la curva», que se traducirá en pérdidas para los tenedores de bonos, coincide el experto de Santander AM. En este sentido, los bonos cortos, con duraciones bajas, estarían más contenidos y sufrirían menos, por lo que deberían servir de refugio. «El problema es que actualmente el tipo de los bonos cortos está en negativo, por lo que esta estrategia también tiene un coste, que será menor que el de los tipos a largo en función del movimiento de los mismos», advierte López.
«Hemos mantenido una posición negativa en deuda pública, que sigue vulnerable a cambios en las expectativas de tipos de interés en un entorno en el que los bancos centrales normalizan su política con subidas de tasas o condiciones monetarias menos acomodaticias. Entre los mercados de deuda, somos negativos en deuda pública de EE.UU., Reino Unido y Alemania, aunque neutrales en Japón», añaden desde Schroders.
La oferta: fondos de corta duración
Para afrontar este entorno de mayor crecimiento, inflación y subidas de tipos en EE.UU., que acabará contagiando a Europa al menos en la parte larga de la curva, las gestoras cuentan con fondos de deuda flexibles que pueden ajustar la duración a sus expectativas, y situarla incluso en algunos casos en niveles negativos, u optar por estrategias que eliminen en parte ese riesgo -como la deuda corporativa, o el high yield, con menor sensibilidad a los tipos- o incluso que lo aprovechen -los bonos flotantes o ligados a la inflación.
Pero también ponen a punto sus gamas de fondos de corta duración, fondos que en su ADN llevan grabada a fuego la idea de tener una sensibilidad muy baja a la evolución futura de las tasas de interés. Entre las gestoras nacionales, un ejemplo es Santander AM, donde existe una amplia gama de fondos a corto plazo, con alta liquidez y que varían en tipo y vencimiento de activos en función de las necesidades de los clientes. Así, Santander Tesorero invierte en activos de deuda pública o agencias con un límite de duración de seis meses, mientras Santander Rendimiento puede invertir en una amplia gama de activos, tanto de deuda pública como privada y con una duración máxima de un año. Por su parte, Santander Renta Fija Corto Plazo puede invertir en varios activos, con una duración máxima de dos años. Las gestoras nacionales tienen una extensa gama de fondos de renta fija de cortas duraciones, muchos de ellos en posiciones destacadas de rentabilidad en los últimos tres años.
En las entidades internacionales, entre los fondos de cortas duraciones de Carmignac destaca Carmignac Sécurité, con un rango flexible entre -3 y +4, para inversores que prefieren invertir en un fondo de baja duración en la eurozona. Para invertir de forma global, prefieren una estrategia flexible.
DISTINTAS ESTRATEGIAS
En Natixis destacan estrategias de corta duración en crédito, high yield y emergentes. El Natixis Euro Short Term Credit emplea una gestión activa para invertir en un segmento, el de renta fija corporativa, que seguirá teniendo soporte gracias al BCE y a la baja tasa de impagos en Europa, mientras el Natixis Short Term Global High Income apuesta por el segmento de alta rentabilidad. «El universo high yield en general, por sus mayores rentabilidades y su capacidad de presentar correlación negativa con los tipos de interés, mantiene su atractivo. Si además invertimos en duraciones cortas, nos protegemos frente a movimientos bruscos de los mercados», explican, y además es un fondo global. Por último, Loomis Sayles Short Term Emerging Markets Bond invierte en renta fija corporativa emergente, en plazos cortos, donde en la entidad ven un gran atractivo. Con todo, para limitar riesgos, el fondo se gestiona de forma conservadora, invirtiendo solo en bonos con vencimiento inferior a seis años, con una duración media de 2,4 años, en divisa fuerte (dólar) y limitando la exposición al high yield.
Otra gestora con una fuerte experiencia en estos vehículos es AXA IM, donde para los inversores que desean iniciarse en el mercado de deuda corporativa, apuestan por el US IG Credit Short Duration
, lanzado en 2013, y el Euro IG Credit Short Duration, que data de 1999, estrategias ofrecen mayores rendimientos que los activos monetarios y que tratan de reducir la volatilidad. Para los inversores que buscan más retornos en los bonos de alto rendimiento, mitigando la volatilidad, destaca el US Short Duration High Yield y Europe Short Duration High Yield. En emergentes, cuentan con el Emerging Markets Short Duration y el Asian Short Duration
, y para mitigar el impacto de la inflación y la volatilidad y a la vez diversificar la cartera, hablan del Global Inflation Short Duration. «Los inversores que buscan una forma de mitigar el impacto de la volatilidad del mercado, por la posibilidad de que suban los tipos de interés, y un perfil de riesgo-rendimiento atractivo podrían encontrar una solución en los bonos de corta duración», destaca Chris Iggo, director de Inversiones de renta fija de la gestora.
Para escapar al entorno de tipos de interés bajos asumiendo sólo un poco de riesgo adicional, Oddo Meriten AM cuenta con Oddo Compass Euro Credit Shor Duration, lanzado hace cinco años y que invierte principalmente en crédito con un vencimiento inferior a cuatro años. Invierte en su mayoría en deuda high yield y también incluye bonos con grado de inversión, con un vencimiento residual medio de un año. «La volatilidad de los tipos ha sido la principal fuente de incomodidad y pérdidas para los inversores de bonos. No creemos que 2017 vaya a ser muy diferente, con el mercado condicionado por la deuda estadounidense», explica Bastian Gries, gestor de Oddo Meriten AM.