Los acuerdos comerciales bilaterales ganarán la partida a los multitratados con la llegada de Donald Trump
- El proteccionismo le perjudicaría y jugaría a favor de China y Latinoamérica
- El propio partido republicano hará oposición a Trump desde el Congreso
Más noticias sobre:
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca supone un terremoto mediático con pocos precedentes. Lejos del perfil presidenciable y de los manuales básicos de prudencia, si hay una palabra que define las sensaciones del mundo cuando mira hoy a Washington es incertidumbre. Incertidumbre por el control de la inmigración, por las tensiones geopolíticas derivadas de sus amistades peligrosas y fobias cambiantes y por el nuevo orden mundial que puede traer un giro proteccionista en la política comercial del país más poderoso del mundo. Entrevistamos a Marc Chandler, estratega jefe de Divisas de Brown Brothers Harriman (BBH): "Donald Trump ya ha declarado una guerra económica y financiera".
Todas las incógnitas están sobre la mesa ante el impredecible republicano, pero la mayoría de expertos coincide en que es muy probable que la llegada de Trump acelere el cambio de modelo comercial hacia un sistema donde primen los acuerdos bilaterales y la regionalización frente a los grandes acuerdos multilaterales que dominan hoy las reglas de comercio mundial.
En su carrera hasta la Casa Blanca, el sucesor de Barack Obama ha anunciado una serie de medidas que suscitan temor: aranceles de hasta el 45% para productos chinos, trabas comerciales, sanciones a las compañías estadounidenses que operen en otros países, etc. El caldo de cultivo idóneo para una guerra comercial a nivel mundial. Pero, ¿hasta qué punto hablamos de una amenaza real? Hasta uno muy relativo y, hoy por hoy, remoto, según los expertos.
Pese a que el fantasma desde hace días viste titulares y discursos de los grandes líderes mundiales, los expertos consultados por elEconomista creen que la sangre no llegará al río. Para el director de Coyuntura y Estadística de Funcas, Raymond Torres, "lo más probable es una reorganización de la globalización" que reconsidere el sistema multilateral tal y como lo conocemos.
Es decir, que las relaciones entre EEUU y China, Latinoamérica o Europa pasarán por un tira y afloja que modificará las reglas del juego, pero no supondrá una batalla comercial abierta. La tendencia irá cada vez más hacia una red de libre comercio construida eslabón a eslabón, un modelo bilateral alejado de macroacuerdos, algo que lleva ocurriendo casi una década, puntualiza Torres, y que el propio Trump está asumiendo como válida.
Su toma de poder no hace sino acelerar una corriente que acompaña a la ralentización del comercio mundial desde hace tiempo. De hecho, el volumen de exportaciones e importaciones del primer semestre de 2016, cuando Trump era sólo uno de los candidatos republicanos, cerró con una evolución plana. Es la primera vez desde el fin de la II Guerra Mundial que el comercio mundial cae o se estanca con la economía en positivo.
Poder limitado
El economista jefe de Arcano, Ignacio de la Torre, hace hincapié en que el presidente de EEUU es poderoso pero no omnímodo. "Hablamos de un país donde tanto republicanos como demócratas son defensores del libre comercio. Su propio partido hará oposición desde el Congreso a las medidas proteccionistas que Trump intente poner en marcha", vaticina.
El profesor del IEB e investigador de la Universidad de Essex, Javier Santacruz, añade que, en caso de giro proteccionista, el gran perjudicado será el propio EEUU.
"Creo que al final prevalecerá el sentido común", opina el profesor de Derecho Internacional de la UCM, Julio Antonio García López, que vaticina alguna traba comercial, como "derechos antidumping contra China", pero no una guerra abierta entre ambas potencias que, de producirse, socavaría la incipiente recuperación mundial y tendría importantes consecuencias a nivel global, advierte el profesor.
En el caso de que se materialice el escenario más negativo y Trump aplique fuertes restricciones a los intercambios comerciales habrá, como en toda guerra, vencedores y vencidos. Y aunque EEUU ataque primero, eso no le dará ventaja, augura Santacruz. Una de las claves en caso de confrontación será el peso que vaya cediendo en Latinoamérica el país liderado por Trump a favor de China. Hay que tener en cuenta que el país asiático es el segundo mayor inversor de la región, el primero en el caso de México, Chile o Argentina. "Si EEUU cierra el flujo comercial, China ganará cada vez más peso en Latinoamérica, lo que es bueno tanto para el país asiático como para el resto del continente americano", explica Santacruz, quien augura también que eso fortalecería las reservas de divisas de Latinoamérica.
¿Y qué hay de Europa? "Un Trump más proteccionista hará que China también mire más a Europa", predice Santacruz, que recuerda que la relación del país asiático con el Viejo Continente pasa por Asia, lo que reduce la influencia de las políticas norteamericanas en estos intercambios.
Medidas cosméticas
Todo ello lleva a los expertos a pensar que el líder republicano rebajará el tono desde el Despacho Oval y que muchas de las acciones serán más cosméticas que relevantes, porque EEUU tiene más que perder que ganar. Desde Arcano, De la Torre pone como ejemplo de esas decisiones probables que el próximo informe del Tesoro estadounidense declare a China "manipulador de la divisa", una medida sonora pero sin implicaciones arancelarias. Otra posibilidad es que Trump imponga restricciones a determinados productos icónicos, lo que nos devuelve de nuevo a una política con más gesto que contenido.
Otro hándicap a la hora de romper la baraja del comercio mundial es que muchas exportaciones chinas son de productos que antes han llegado de EEUU. "Y ojo con la inflación", añade el economista de Arcano. Con un alza de precios por encima del 2% y la Fed apremiando subir los tipos, el proteccionismo podría disparar la inflación a niveles peligrosos para la economía estadounidense.
Si Trump quiere prescindir de la industria extranjera, antes debe construir una nacional capaz de sustituirla, lo que obligará al consumidor a pagar más por productos que a veces serán de peor calidad, ya que vendrán de sectores poco eficientes que se han quedado atrás y han sido sustituidos por productos extranjeros.
Otras medidas en la agenda de Trump, como la rebaja fiscal a las empresas y la inyección de 500.000 millones de dólares para la obra pública y la industria nacional pueden estimular la economía doméstica.
Trump podría actuar ya en inmigración
El optimismo cae en picado cuando la pregunta sobre Donal Trump es acerca de la inmigración. El republicano llega precedido de una feroz campaña en la materia, con promesas de deportar a 11 millones de inmigrantes, construir un muro a lo largo de toda la frontera con México y retirar el programa que protege a 750.000 jóvenes de la deportación, estudiando y trabajando, pese a que ingresaron en el país de forma irregular durante su niñez.
En materia de inmigración, Trump tiene más margen de maniobra que en el plano económico, y crece el temor a que, aquí sí, cumpla sus promesas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario