¡La inflación ha vuelto! (quizá)
Enda Curran / Jeff Black / Jeanna Smialek
El incremento de precios puede no ser suficiente para poner en marcha una fuerte recuperación
Por fin los precios están subiendo, desde los productos que salen de las fábricas chinas hasta el gasoil y la gasolina, cuyos precios han aumentado de forma considerable en Europa y en EE.UU.
Los bancos centrales se han pasado años preocupados por la deflación (una bajada persistente de los precios) y han recurrido a técnicas poco convencionales como mantener a raya los tipos de interés negativos. En el momento actual, la economía global está sacando partido al incremento de precios de las materias primas, como el petróleo y el mineral de hierro, así como al optimismo procedente de EE.UU. basado en que el recorte de los impuestos y la expansión del gasto público por parte de la administración de Donald Trump va a contribuir a que aumenten la demanda, los precios y la inversión.
En Alemania, el alza de los precios en diciembre ha escalado un punto porcentual hasta situarse en el 1,7 por ciento, la mayor subida desde la llegada del euro. Todo ello ha contribuido a que la inflación en los países de la zona euro con moneda única haya superado las previsiones de los economistas al mostrar la evolución más rápida desde 2013.
«Creemos que 2016 ha marcado el punto final para las presiones deflacionistas globales que se han mantenido en los últimos años», ha escrito a sus clientes Michael Shaoul, CEO de Marketfield Asset Management. Una dosis moderada de inflación facilita que los deudores paguen sus deudas ya que reduce eficazmente el valor de aquello que adeudan.
HSBC, en su última ronda trimestral de previsiones globales, apunta a que el crecimiento y la inflación aumentarán este año y el que viene. El banco sostiene que la inflación en las economías desarrolladas se va a situar en el 1,9 por ciento, niveles que no se habían alcanzado desde 2012.
Japón y la lucha contra la deflación
Japón ha estado luchando por revertir la deflación desde que sus años de bonanza terminasen en 1990 y la economía entrase en un largo y lento declive. Los responsables del Banco de Japón cada vez tienen una mayor confianza en que la recuperación global contribuya a impulsar la demanda de bienes y servicios japoneses. «Confío en que Japón dé un paso importante para acabar con la deflación este año,» afirmó Haruhiko Kuroda, gobernador del Banco de Japón, en la fiesta para celebrar el Año Nuevo organizada por la Asociación de Bancos Japoneses en Tokio.
Los analistas difieren en lo potente que puede llegar a ser la inflación. En un primer escenario, los riesgos políticos, que van desde decisiones de escasa prudencia de Trump hasta la torpeza con la que se gestione la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, atemorizan a empresas y consumidores hasta tal punto que el incremento de los precios no deriva en una subida de los salarios o en un aumento de la inversión. «Parte del optimismo del mercado financiero está justificado pero se mantiene el riesgo político y de tipos, con lo que es posible que el incremento de la inflación global tenga corta vida», afirma Janet Henry, economista global jefe de HSBC.
De conformidad con las actas de la reunión de diciembre, el Comité Federal de Supervisión del Mercado del Banco Central estadounidense observa señales que apuntan a que la inflación va a subir por encima de las previsiones. «Puede que el comité tenga que subir la tasa de los fondos federales antes de lo que pensaba», con arreglo a las actas que se publicaron el 4 de enero. Las actas también recalcan que las perspectivas en materia de gasto público, rebaja fiscal y política comercial son inciertas y que las condiciones económicas actuales solo justifican subidas graduales de los tipos.
Materias primas
Los escépticos dicen que las últimas subidas en las cifras de inflación publicadas son reflejo del repunte de los precios de las materias primas desde niveles mínimos, más que de una recuperación en variables fundamentales, tales como la vivienda y el gasto al consumo. David Mann, economista jefe de Asia de Standard Chartered en Singapur, comenta: «Tenemos dudas sobre que el repunte de la inflación vaya a tener un impacto duradero.»
En la zona euro, donde el desempleo se sitúa en casi el 10 por ciento, resulta complicado imaginar que un repunte de la inflación vaya a traducirse en una subida de los salarios de una naturaleza tan poderosa que dibuje un círculo virtuoso de gasto, inversión y crecimiento. Todo ello supone que si bien el índice general podría acercarse al objetivo del Banco Central Europeo justo por debajo del 2 por ciento anual, la tasa «subyacente», que descuenta los precios de la energía y de los alimentos no elaborados, podría mantenerse estancado en el dato actual, casi en la mitad.
«La recuperación estructural va a llevar mucho tiempo todavía», comenta Anatoli Annenkov, economista de Société Générale en Londres. Si bien la zona euro ha hecho gala de su fortaleza ante diversas amenazas, desde la ralentización de China hasta el voto a favor del Brexit en 2016, puede que los eventos de este último acontecimiento no se dejen sentir durante algún tiempo.
No toda la inflación es positiva. En aquellas economías en las que los precios aumentan rápidamente, la consecuencia inicial puede ser que los consumidores retrasen las compras y recorten el gasto, con lo que se reduce el beneficio de las compañías. Los bancos centrales van a tener que actuar con cautela. Una subida de tipos demasiado rápida como respuesta al incremento de la inflación podría frenar el crecimiento. Si mantienen los tipos excesivamente bajos, podrían encontrarse con unos ahorradores indignados que ven cómo los tipos que han pagado por sus depósitos caen para dar respuesta la subida de los precios. El periódico líder en Alemania, Bild, pidió al BCE en su publicación del 5 de enero que «¡subiese esos tipos!»
Otro posible obstáculo para un incremento global más rápido de los precios es el compromiso de Trump de reducir el déficit comercial de EE.UU. con China mediante aranceles punitivos y demás medidas. Tales decisiones podrían perjudicar a la segunda gran economía mundial y frenar la reciente recuperación china, fundamentada en la inflación. «El riesgo bajista por cuanto respecta a la perspectiva en materia de inflación podría suponer para China un aterrizaje forzoso,» que a su vez podría conllevar un nuevo debilitamiento de los precios de las materias primas en todo el mundo, afirma Rajiv Biswas, economista jefe de Asia-Pacífico de IHS Markit en Singapur.
El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, resumió el pasado mes de diciembre lo que muchos de sus homólogos piensan al comentar que «el riesgo de deflación ha desaparecido con creces. No obstante, la incertidumbre predomina. La incertidumbre predomina en todas partes.»
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