lunes, 22 de febrero de 2021
Sin olvido....
Un 22 de febrero Adolf Hitler iniciaba una de las épocas más oscuras de la historia al presentarse como candidato a la presidencia de la República Alemana
En 1932 Adolf Hitler se presentó como candidato a la presidencia de la República Alemana por el Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores.
Por Javier F. Ferrero -22 febrero 2021 11:24
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Un 22 de febrero de 1932 daba comienzo una de las épocas más trágicas y vergonzosas de la historia reciente de la humanidad que acabaría con Hitler siendo nombrado canciller de Alemania por el presidente Hindenburg y comenzando el régimen nazi.
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El 12 de septiembre de 1919 Hitler asistió por primera vez a un mitin del Partido Obrero Alemán (DAP) celebrado en la Sterneckerbräu. Cuando en el debate final uno de los presentes se enfrentó a Feder y comenzó a defender el separatismo bávaro, Hitler replicó con un discurso de tal intensidad que llamó la atención de Anton Drexler, quien le regaló un ejemplar de su obra Mi despertar político y le animó a volver y unirse al partido.
Se afilió al Partido Obrero Alemán, precursor del Partido Nazi, en 1919. Pocas semanas después, el 16 de octubre, Hitler pronunció en la Hofbräukeller su primer discurso público en un acto al que asistieron 111 personas. El 24 de febrero de 1920 el partido celebró su primera reunión de importancia en los salones de la Hofbräuhaus de Múnich. Ante unos dos mil asistentes Hitler leyó los veinticinco puntos del programa del partido que se convirtieron posteriormente en la teórica base «inalterable» del programa nacionalsocialista.
El 1 de abril de 1920, el Partido Obrero Alemán cambió su nombre a Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán; ese mismo día Hitler abandonó el Ejército. Se convirtió en el líder de DAP en 1921.
En 1923, tras el pronunciamiento en la cervecería Bürgerbräukeller de Múnich, Hitler intentó tomar el poder mediante un golpe de Estado fallido por el que fue condenado a cinco años de prisión (una época que aprovechó para escribir Mein Kampf). Liberado ocho meses después, en 1924, Hitler obtuvo creciente apoyo popular mediante la exaltación del pangermanismo, el antisemitismo y el anticomunismo, sirviéndose de su talento oratorio apoyado por la eficiente y populista propaganda nazi y las concentraciones de masas cargadas de oscuro y estudiado simbolismo. El objetivo de Hitler era establecer un Nuevo Orden basado en la hegemonía de la Alemania nazi en el continente europeo costase lo que costase. Su política exterior e interior tenía el objetivo de apoderarse de Lebensraum (‘espacio vital’) para los pueblos germánicos.
El ascenso de Hitler
Hitler ascendió al poder durante un período de crisis económica, social y política, acentuada por los efectos de la Gran Depresión de 1929 y el descontento y frustración popular en Alemania como consecuencia de la derrota en la Primera Guerra Mundial. Usaba un discurso de odio al pueblo judío, al pacifismo y al comunismo internacional, particularmente el soviético-bolchevique. Asimismo, resaltaba el nacionalismo alemán, el militarismo, el racismo, la llamada preservación de la raza aria, el pangermanismo y la anexión o recuperación armada de territorios europeos perdidos por el Imperio alemán después de la Primera Guerra Mundial.
En marzo de 1930, Heinrich Brüning fue nombrado canciller de Alemania por el presidente Paul von Hindenburg, ya que el canciller saliente fue incapaz de conseguir la mayoría parlamentaria para gobernar. Brüning tampoco la consiguió, pero se mantuvo en el poder gracias a los decretos presidenciales de Hindenburg.
Adolf Hitler hace el saludo nazi en una fotografía tomada en febrero de 1932. / Bettmann (GETTY IMAGES)
Adolf Hitler hace el saludo nazi en una fotografía tomada en febrero de 1932. / Bettmann (GETTY IMAGES)
Brüning era un demócrata, y procedió a llamar a nuevas elecciones, con la esperanza de obtener la mayoría parlamentaria necesaria poder gobernar sin la aprobación de Hindenburg. Irónicamente, las elecciones parlamentarias de 1930 no contribuirían en el fortalecimiento de la democracia, ya que convertirían al Partido Nazi en la segunda fuerza política de Alemania.
Después de obtener apoyo popular, Hitler procedió a buscar el del Ejército. El discurso nacionalista de Hitler hizo mella en jóvenes oficiales; y una semana después de las elecciones, durante un juicio contra tres oficiales que habían promovido la ideología nazi en el Ejército, Hitler fue llamado a testificar y aprovechó esta oportunidad para intentar ganar el apoyo de los militares, asegurando que «vengaría» la Revolución de Noviembre y que eliminaría los límites impuestos al Ejército alemán en el Tratado de Versalles. El relativo éxito electoral de Hitler también atrajeron la atención de los hombres de negocios germanos. Desde 1931, Walther Funk empezó a presentar a Hitler poderosos industriales; además, varias empresas empezaron a financiarlo.
El 22 de febrero de 1932, Hitler decidió convertirse en ciudadano alemán, y de inmediato presentar su candidatura a la presidencia de la República Alemana. Sin embargo, perdería estas elecciones y Hinderburg, el presidente en aquella época, lo aventajaría en más de 16 puntos porcentuales.
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El 22 de enero de enero de 1933, Hitler tuvo una reunión con Otto Meissner y con Oskar von Hindenburg, Secretario e hijo del presidente respectivamente, consiguiendo su apoyo. El 28 de enero, después de pasar varios días intentando conseguir apoyo de cualquier fuerza política sin éxito, el canciller Schleicher presentó su renuncia ante Hindenburg. El presidente de inmediato buscó el consejo de Papen, quien le aseguró que podría formar un gobierno con Hitler, donde los nazis serían minoría y estarían bajo control.
Finalmente, el 30 de enero de 1933, Hitler fue nombrado canciller de Alemania por el presidente Hindenburg. Políticos conservadores como Papen, e industriales adinerados como Emil Kirdorf, pensaron que lograría controlar al revolucionario alemán y que lo harían obrar en pro de sus intereses. Se equivocaron y muchos de los que lo ayudaron en su carrera al poder terminarían siendo ejecutados, confinados en campos de concentración o huyendo al exilio para salvar sus vidas.
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