jueves, 1 de septiembre de 2022

Paco Fdez Buey en el recuerdo...

Paco Fernández Buey, desde la nostalgia. Entrevista a Víctor Ríos de Miguel Riera Víctor Ríos Paco Fernández Buey desde la nostalgia No era difícil entablar amistad con Paco Fernández Buey. Amable y cordial, estaba siempre al alcance de cualquiera. Pero si alguien puede presumir de amistad profunda y larga, larguísima, este es Víctor Ríos. —Más de una vez oí a Paco decir que a ti te consideraba su hermano, así que más allá de su propia familia sanguínea, probablemente eres la persona que lo conoció mejor. ¿Cómo era Paco? —Sí, Paco ha sido siempre para mí como un hermano mayor. Mayor porque nos llevábamos nueve años. Y sí, ambos nos considerábamos más que amigos. Nos conocimos a finales de los 60 y mantuvimos una relación constante hasta su muerte, incluso cuando estábamos muy alejados geográficamente. Me preguntas cómo era… Paco era muchas cosas. Era una persona generosa, estudiosa, trabajadora, una persona muy sensible y por supuesto una persona comprometida. Además de eso yo resaltaría que era una persona que sabía escuchar. Escuchar a los demás, fueran quienes fueran, no solo a la gente que le podía aportar algo intelectualmente; él escuchaba a todo el mundo y tenía una característica en ese saber escuchar, que es que no solo escuchaba lo que decías sino también lo que no decías. Sabía escuchar los silencios y sabía interpretar los gestos. —Y esas virtudes se reflejaban en su trabajo y su compromiso, claro. —Desde luego. Buena parte de su tiempo de investigación, de estudio, lo ponía al servicio de los demás en actividades que podían interesarle unas veces más y otras menos, pero si se le pedía apoyo él lo daba, ya fueran estudiantes, trabajadores, a quién fuera. Aprendió a ser muy tolerante y a saber gobernar las diferencias, la diversidad, con tolerancia y paciencia. —Era una persona muy sensible, has dicho. ¿En qué sentido? —Lo he subrayado no solo porque era un gran amante de la poesía, sino porque él aprendió a interiorizar los valores que iba asumiendo. Paco empezó siendo un rojo y luego fue añadiendo capas: violeta, verde, pacifista, y cada capa que asumía la quería incorporar a sus comportamientos. Creo que era el más feminista de los varones de la redacción de mientras tanto. Fue el que antes aprendió de las mujeres. Aprendió a escucharlas, le interesó conocerlas, a las que tenía cercanas –yo creo que Giulia Adinolfi fue un referente muy Importante para él–, pero también a otras, por ejemplo a las feministas italianas. Paco tuvo mucho interés en conocer el papel del feminismo en la transformación del Partido Comunista de Italia, el papel de las mujeres que plantearon los temas de los cuidados, todo eso lo metabolizaba, y Paco aprendía a cuidar, a feminizar su actitud. Y el Paco pacifista no solo era un luchador por la paz y contra la OTAN, sino que quería aprender a resolver de forma pacífica no solo los conflictos políticos sino también los personales, y eso le llevaba a mostrar un talante en parte nuevo frente al talante de los leninistas clásicos, por decirlo de alguna manera. Recuerdo una reunión de mientras tanto, cuando incorporamos a los colores rojo, verde y violeta de la revista el blanco del pacifismo. Paco nos dio un discurso tan intensamente pacifista que uno de los redactores ironizó llamándole Sor Paco, lo que por cierto no le gustó mucho. Él metabolizaba y vivía intensamente esos valores de los que hemos hablado. —En cuanto la capa verde… —Como en todo, en esto también era auténtico. Fue una persona austera que sabía vivir mejor con menos, que nunca tuvo vehículo privado y fue coherente en sus opciones, en su amor por la naturaleza y en poner el acento al mismo tiempo en la conciencia de especie y en los comportamientos individuales. Es en ese sentido que Paco decía muchas veces que la mejor forma de decir es hacer y que la credibilidad es predicar con el ejemplo. Él fue metabolizando esos valores y consecuentemente evolucionando desde aquel Paco juvenil que yo conocí, un Paco, vamos a decirlo así, leninista en los comportamientos y en el discurso, hasta un Paco que sin dejar de ser leninista en contenidos, en actitudes pasó a ser un gandhiano. Un gandhiano marxista. —Una de sus características, ya reflejada en lo que has ido contando, era su sencillez, lo abordable que era. —Paco era humilde. Tenía un gran respeto por su trabajo en la Academia, se tomaba muy en serio tanto el trabajo de investigador como el de divulgación y de profesorado, pero no era nada pedante ni en las formas ni en los tonos; eso hacía que los estudiantes lo vieran como muy cercano. Lo llamaban el buey. La de Paco es la humildad del sabio. Del sabio que además de culto es sabio, porque la sabiduría para Paco no era haber leído muchos libros –que también–, no era el conocimiento académico –que por supuesto también–, sino que era el haber aprendido de la vida, esa educación sentimental que tanto nos ha faltado a los varones, por la que Paco se preocupó desde siempre. Y a la vez Paco era un gran conversador y tenía mucho sentido del humor. En veladas y sobremesas sacaba el ingenio, tiraba de ironía y sabía ironizar sobre él mismo, y eso daba lugar a encuentros muy agradables en que se hablaba de cosas serias y de cómo estaba el mundo y la política, y de lo humano y lo divino ante uno o varios orujos. Recuerdo una noche en su casa que hablando del Sahara y de la mili, cuando nos explicaba que lo habían enviado a barrer el desierto con uniforme de marinero, desapareció un momento y volvió vestido de marinero ante la carcajada general de los que estábamos allí. Francisco Fernández Buey

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