Cuatro razones por las que Obama logrará gravar a los bancos
El impuesto a los bancos es una iniciativa del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que probablemente sobrevivirá la masacre que ocurrió esta semana en el estado de Massachusetts, donde los republicanos derrotaron a los demócratas en la pelea por el asiento en el Senado que dejó vacante Edward Kennedy. Castigar a los bancos es lo único que une a los deprimidos demócratas y los vigorizados republicanos por estos días.
Hay cuatro motivos por los que el impuesto aún tiene posibilidades de prosperar:
-Uno, la política favorece el impuesto. Muchos estadounidenses creen que las firmas de Wall Street fueron rescatadas y el ciudadano promedio no. El alza del mercado bursátil, el regreso de las bonificaciones y la arrogancia de algunos presidentes ejecutivos de Wall Street enfurecen a los contribuyentes que afrontan una tasa de desempleo de 10% y precios de viviendas por el suelo. El discurso de la Casa Blanca y la Reserva Federal de que podría haber sido peor no funciona.
La impresión inmediata de los políticos y sus consultores tras lo sucedido en Massachusetts es que el sentimiento populista en ambos partidos es demasiado fuerte para ignorarlo. De hecho, algunos demócratas murmuran que si el presidente Obama hubiera sido más agresivo respecto a los bancos, él y otros demócratas podrían ser más populares.
-Dos, a los bancos no les resultará fácil combatir este impuesto. Las grandes firmas financieras sostienen que el gravamen no es justo. Le devolvimos el dinero al gobierno; no nos hagan pagar por el rescate de General Motors, afirman. El gobierno contesta que la ley que posibilitó el programa de rescate requiere que los fondos sean devueltos antes de 2013. El dinero provendrá de los ganadores, no los perdedores, y los beneficios para los ganadores al salvar el sistema sin dudas superan las tarifas que pagaron sobre la ayuda directa. Y, en serio, ¿los banqueros realmente creen que pueden ganar un debate sobre lo que es justo?
Los bancos sostienen que el gravamen de US$9.000 millones anuales limitará los créditos porque tendrán menos dinero para prestar. Esa es una mejor defensa. Pero el gobierno contesta: ¿pagar altas bonificaciones no tiene el mismo efecto sobre su capacidad de prestar?
-Tres, el voto en Massachusetts elevó el déficit fiscal en la lista de prioridades. No fue coincidencia que la Casa Blanca y los demócratas en el Congreso se pusieron de acuerdo sobre una comisión de reducción del déficit esta semana. Cualquier plan que recaude US$90.000 millones durante 10 años luce atractivo, en especial debido a que la fragilidad de la recuperación económica y el músculo de los republicanos en el Senado podrían llevar al presidente a aceptar que se prolonguen todos los recortes impositivos de su predecesor George W. Bush, que vencerían a fin de año.
-Cuatro, el impuesto está diseñado de forma inteligente. El gobierno consideró y rechazó un impuesto al estilo británico sobre las bonificaciones, un impuesto sobre las ganancias bancarias, e incluso un cambio en el código impositivo para invalidar algunas deducciones sobre los intereses. En cambio, decidió gravar un impuesto de 0,15% —técnicamente una tarifa que permite una deducción en los impuestos— que apunta a los préstamos a corto plazo de bancos de EE.UU. y otros países, bancos de inversión y empresas de seguros.
Para evitar corridas bancarias, el gobierno asegura los depósitos; los bancos pagan una suma extra por ese seguro. En la reciente crisis, no hubo un retiro masivo de depósitos bancarios. Hubo una corrida sobre los préstamos a corto plazo por parte de firmas financieras en mercados financieros, una corrida tan virulenta que el gobierno tuvo que intervenir para salvar el sistema. La tarifa de Obama, en esencia, impone un gravamen sobre ese nuevo seguro gubernamental.
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