El Barça juega un fútbol exquisito.....el Madrid....ni se sabe!
El Barça se abraza al juego y el Madrid al resultado
Barça
y Madrid, en periodo de guerra fría mientras tratan de apaciguar sus
broncas de tiempos pasados, chocaron en su primer duelo de temporada.
Con demasiadas cautelas, ambos estuvieron a años luz de su potencial.
Blancos y culés, aún en pretemporada, ofrecieron un partido generoso en
entrega y errores, donde merodeó el peso de la responsabilidad a perder.
Porque, por mucho que la Supercopa de España sea un título menor,
perder ante el eterno rival siempre es interpretado como un signo de
debilidad extrema de cara a la opinión pública, ansiosa de arrimar el
ascua a su sardina cuando está en juego medir la supremacía doméstica y
también la hegemonía entre los dos gigantes europeos. El Barça no entró
al campo con el acelerador a fondo. El Madrid entró con el freno de mano
echado. Se limitó a cerrar espacios, desplegó una doble línea de
presión y esperó aculado atrás para proteger el perímetro de Casillas.
Un plan eficiente, pero pobre, porque el Real Madrid se olvidó de buscar
la portería contraria y ser ambicioso, algo que siempre debe
desprenderse de la genética de la blanca. Ese fue el gran reproche a un
primer tiempo reservón. Y si el Madrid no quería, el Barça no sabía. El
equipo de Vilanova aletargó el ritmo del partido, fue barroco a través
de posesiones eternas y adoleció de profundidad. Dominó y combinó, pero
no tuvo velocidad de ejecución, ni vuelo. Sin alma, Barça y Madrid
firmaban una siesta de pijama y orinal.
El segundo acto, como no
podía ser de otra manera, mejoró. Hubo más espacios, más electricidad,
alma y una montaña rusa de emociones, coronadas en goles. Intercambio de
golpes. Cristiano, de cabeza, descorchó el partido. Primer remate a
portería, gol. Sin solución de continuidad, en posición de fuera de
juego, Pedrito puso la réplica batiendo a Casillas. Espoleado por la
bisagra de Sergio Busquets y por la ingravidez de Iniesta, el Barcelona
creció. Messi, tras derribo absurdo de Ramos a Iniesta en el área, puso
por delante al Barça. Y Xavi, tras otra jugada de tiralíneas del
manchego de oro del Barcelona, pareció cerrar el partido. El Barça
estaba en modo liquidación, pero no fue así. Casillas salvó el cuarto
gol azulgrana y acto seguido, en la misma jugada, el Real encontró un
aliado inesperado, Víctor Valdés. El portero culé rescató esa vieja
máxima no escrita que dice que el fútbol es, sobre todas las cosas, un
juego de errores. Valdés cometió una torpeza infinita ante Di María, se
adornó sin motivo y el Madrid sacó petróleo, convirtiendo una quimera
blanca en una Supercopa factible. El Madrid se fue del Camp Nou
satisfecho de haber salido ileso de un castigo más severo. El Barça se
marchó vestuarios pensando en lo que fue y en lo que pudo haber sido.
El Barça se abrazó al juego. El Madrid, al resultado.Rubén Uría / eurosport
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