José Ignacio López de Arriortúa, el vasco que revolucionó la industria automovilística
Bilbao T.F.
El ingeniero vizcaíno vive desde hace años en Busturia, fuera de la esfera pública.
"Es
mucho más importante la creatividad que el dinero". Esta es una de las
rotundas afirmaciones del ingeniero vasco José Ignacio López de
Arriortúa (1941, Amorebieta), que a caballo entre los ochenta y los
noventa revolucionó la industria automovilística y ocupó la cúspide de dos multinacionales del sector aplicando originales y eficaces métodos de producción y compras aún vigentes.
López de Arriortúa consiguió acabar con una de las mayores crisis de la historia de General Motors y sacó a Volkswagen de los números rojos en
sólo dos años, pero su meteórica progresión profesional se vio truncada
a partir de 1996 por dos duros golpes. Primero, fue protagonista de uno
de los mayores escándalos de la industria de automoción, con
acusaciones por parte de General Motors (GM) de fraude y robo de
documentos confidenciales –planes de fábricas y prototipos– para
llevarlos a Volkswagen.El proceso se cerró en 1997 con un acuerdo entre las dos multinacionales, por el que Volkswagen se comprometía al pago de cien millones de dólares y a comprar componentes a GM por valor de mil millones de dólares durante siete años. El segundo traspiés fue un gravísimo accidente de coche que casi le cuesta la vida en 1998.
Ahorros millonarios
Hasta 1996, la trayectoria profesional de Arriortúa fue en ascenso, principalmente desde que se incorporó en 1980 a la planta aragonesa de Figueruelas de General Motors como director de organización industrial. En 1992, el presidente del gigante estadounidense le propuso ocupar la vicepresidencia de compras en Detroit, desde donde Arriortúa volvió a aplicar con éxito sus sistemas de organización de las cadenas de montaje y de compra de suministros. En sólo ocho meses consiguió ahorros millonarios y con este curriculum renunció a ser el número dos de GM para ocupar la vicepresidencia de Volkswagen en 1993 con el proyecto de instalar una planta en el País Vasco.
Arriortúa consiguió acceder al Olimpo de la industria del automóvil aplicando un método polémico y simplista de organización: comprar calidad a menos precio a los suministradores para después mejorar los sistemas de producción en las factorías.
Dicharachero, vital, divertido y bravucón, Iñaki, Josín o Superlópez (apelativo que a él no le gusta) cambió radicalmente su rumbo vital y profesional después de que el 8 enero de 1998 el Audi en el que viajaba de copiloto chocase contra un camión en la autovía Madrid-Irún. Tras 40 días en coma y varios meses hospitalizado, consiguió recuperarse de un traumatismo craneoencefálico y un año después siguió pensando en nuevos proyectos en los que aplicar sus innovadoras fórmulas de gestión.
Con un cerebro privilegiado (a los dos años ya sabía leer y habla cinco idiomas), José Ignacio López de Arriortúa ha optado por alejarse paulatinamente de la esfera pública, y desde hace años vive semi retirado en su casa de Busturia, localidad vizcaína de la que fue alcalde el padre de su mujer, Margarita Urquiza.
Ahora hace lo que siempre le ha gustado. Cuando se encontraba en el punto álgido de su actividad profesional se definía como "un aldeano frustrado", al tiempo que confesaba que "cuando mejor me lo paso es cortando hierbas, haciendo injertos y plantando árboles frutales".
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