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Escocia: castillos y gaitas en la niebla
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Sin duda, la fortaleza icónica de Escocia y centro de la vida militar es el castillo de Edimburgo. Erigido sobre una roca volcánica y flanqueado por tres de sus lados por abruptos acantilados,
se consagró un bastión inexpugnable a lo largo de muchos siglos
sobreviviendo a múltiples batallas que sólo ocasionaron heridas a sus
paredes. Hoy día, el fragor de las armas y los gritos de los soldados se
ha apagado; y sus salas, que antaño presenciaron la coronación de
cientos de reyes sobre la Piedra del Destino, se han convertido
en ricos museos. Sus habitaciones, que están abiertas al público,
guardan exposiciones como Los Honores de Escocia -donde se muestran las joyas de la Corona escocesa y las piezas del tesoro real-, el Memorial Nacional de la Guerra Civil Escocesa, la capilla de Santa Margarita, el 'cañón de las trece horas'
-que dispara una salva diaria a esa hora- o su hermano, el Mons Meg, un
enorme cañón del siglo XV. Sin embargo, el cuadro más valioso que posee
son las vistas desde las almenas, donde se puede contemplar el mar
embravecido embistiendo los acantilados.
A 70 kilómetros al noroeste de Edimburgo, como si de su fortaleza gemela se tratase, se alzan los picos cónicos del castillo de la ciudad de Stirling.
Un mosaico de almenas y torres que datan de distinta época, fruto de
los constantes asedios que soportó en el pasado -entre ellos, el famoso
sitio de de las tropas inglesas de Eduardo I durante las Guerras de la Independencia escocesas-,
que derribaron alas viejas provocando la reconstrucción de zonas
nuevas. Emplazado entre las ondas verdes de las colinas y las azules del
mar, las estatuas del rey escocés Robert The Bruce y el Monumento a Wallace
custodian la entrada a los Jardines del Rey, que te conducirán a un
mirador donde contemplar una fotografía panorámica del casco medieval de
la ciudad, su cementerio, la Iglesia Holy Rude y las llanuras que se
extienden hastan el horizonte. Visitas obligadas son la batería de
cañones de las almenas, que defendieron a sus moradores tiempo atrás de
los jacobitas, la cocina medieval recreada en los sótanos del castillo y
el gran salón. En la actualidad sigue desempeñando un papel fundamental
como centro historico-cultural y militar a la vez, pues a las
exposiciones que se exhiben en su museo se une el acondicionamiento de
una de las alas como cuartel general de una parte del Regimiento
Británico.
¿Cuántas
veces hemos escuchado leyendas sobre un castillo misterioso envuelto en
la niebla, en el centro de un lago? La ubicación del castillo de Stalker
parece sacada de una novela del ciclo artúrico: con una única torre que
imita fielmente el estilo arquitectónico de los castillos cien por cien
escoceses, se alza sobre la Roca de los Cormoranes en medio de
un impresionante lago que lo rodea como un foso natural, oculto por
varias millas de camino y vegetación de Oban o Glen Coe, los pueblos más
cercanos. Visita esta fortaleza que recibía sólo a los valientes que se
atrevían a cruzar las aguas cuando bajaba la marea; reuniones de
caballeros que revivió de la mano de Hollywood utilizando el castillo
como plató de películas como 'Los Inmortales' o 'Los caballeros de la
mesa cuadrada'.
El castillo Urquhart vigila las aguas del Lago Ness desde el siglo XIII, aunque hay quien data sus raíces en el siglo VI, como fortaleza clave de los pictos. Por aquel entonces, ya mantenían a sus hijos alejados de la laguna con la historia de un peligroso monstruo
que vivía en sus agua y que, cuando tenía hambre, salía a tierra
transformado en un caballo que atraía a las personas para que montaran
en su grupa y arrastrarlas a las profundidades, donde las devoraba. Una leyenda y un escenario que cobran más vida con cada año que pasa, aunque parte de las instalaciones del castillo fueron destruidas en
1692 para evitar que fuera capturado por los jacobitas. Pero lejos de
quedar devorado por la vegetación y el olvido, sus pasillos los siguen
recorriendo turistas que se acercan desde las localidades cercanas de
Fort William e Inverness, siempre a la espera de dar la alarma por si
avistan al legendario monstruo emergiendo a la superficie.
Cerca de Inverness se erige también el Castillo de Cawdor, cuyo origen también arranca de una leyenda y su reputación se gestó entre la guerra y el horror. Según dice la tradición, en el siglo XIV, el conde de Cawdor cargó un asno con un cofre lleno de oro, lo dejó vagar sin rumbo fijo por el terreno y, allí donde se detuvo, comenzó a levantar su castillo. La sala oscura del cuerpo de la guardia -que permanece intacta en la actualidad- donde se conserva un acebo marchitado y las represalias que tuvieron con los prisioneros de la batalla entre los jacobitas y la Casa Hanóver bañaron sus muros de sangre y bautizaron al general que capitaneaba el ejército británico, el Duque de Cumberland, como 'Cumberland el Carnicero'.
Esta
es una sombra que ha perseguido al castillo y que los que conocen las
leyendas tienen muy presente. No en vano Shakespeare lo convirtió en la residencia de Macbeth.
Pero cuesta imaginar esas escenas de terror al contemplar su pintaresca
fachada envejecida por los años, más propia de un cuento de hadas, y
pasear por la alfombra siempre verde de sus jardines.
Otro escenario del drama trágico británico es "el vestíbulo de Duncan" en el castillo de Glamis, donde se cree que realmente Macbeth,
instigado por la ambición desmedida de su esposa, mató al rey Duncan.
Este regicidio literario no ha evitado que la fortaleza se vinculara muy
estrechamente a la Familia Real Británica, convirtiéndose en el
hogar de los condes de Strathmore y Kinghorne, la residencia habitual de
la Reina Madre Elizabeth Bowes-Lyon y lugar de nacimiento de la
Princesa Margarita. Las innumerables torres grises del castillo emergen
del valle de Angus clavándose en un cielo aún más gris, telón de fondo
de leyendas como la del Monstruo de Glamis, el fantasma de un
niño deforme nacido tiempo atrás que aún merodea por los corredores.
Pero lejos de ahuyentar a los turistas, las historias de terror
incrementan el atractivo del castillo y, como si de un imán se tratasen,
atraen a un gran número de visitantes y curiosos que no se resisten a
contratar algunos de los salones medievales disponibles para celebrar
eventos dignos de un rey.
Camino a la isla de Skye, en las Hébridas interiores, el castillo de Donan Eilean cierra la ruta adentrándose atrevidamente en las aguas de un lago. Flanqueado por tres rías y unido a tierra firme por un puente de pura esencia medieval, se le ha reconocido como la fortaleza más bella del país gracias a su arquitectura -donde destacan las torres circulares propias de la arquitectura escocesa- y el atractivo paisaje que le rodea. Una fusión de tierra y agua donde irrumpe con la fuerza de la naturaleza las cascadas de Glomach. Visitar los muros de Donan Eilean es sumergirse en un viaje por el tiempo y la historia de Escocia que revive el olor a piedra vieja, enmohecida y ennegrecida, envuelto en la canción de las gaitas. Una voz céltica que nunca se calla.
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