Cincuenta sombras de diversión en Wall Street
Julie Steinberg
Probablemente Edward Sonderling no esperaba terminar en los titulares por una disputa con una novia que dejó plantada.
Pero Sonderling, un asesor financiero de 53 años, se convirtió en una especie de celebridad por ser la figura dominante en una relación erótica de bondage (en las que durante el acto sexual uno de los dos permanece atado) cuyos detalles fueron revelados en el New York Post, un diario de News Corp., que también es la matriz de The Wall Street Journal.
Las aventuras de Sonderling fueron hace poco el tema de conversación en Wall Street, un sector que ha tenido su propia obsesión con la combinación de dinero, poder y sexo.
Sonderling, quien no pudo ser contactado para que comentara sobre el tema, trabajó en el departamento de venta de valores de Deutsche Bank entre 1986 y 2000, y previamente estuvo en la corredora Smith Barney Harris Upham & Co.
Su biografía en Seeking Alpha, un sitio web de mercados, dice que es presidente ejecutivo de Priority Investors LLC, una firma de asesoría financiera con sede en Nueva York. No se sabe con claridad qué hace exactamente la firma o quiénes son sus clientes.
En momentos en que el sector financiero trata de limpiar una reputación por actividades como la visita de banqueros y clientes de clubes de striptease, personas cercanas a Wall Street dicen que el entorno actual es mucho más calmado comparado con los días de desenfreno de los años 80. Señalan que los empleados de hoy canalizan sus deseos de forma más privada y personal, lejos de las miradas de los reguladores y el público.
Las firmas financieras también han implementado reglas más estrictas al respecto debido al mayor escrutinio público de sus acciones en los últimos años.
"Hoy existe una fuerza laboral mucho más diversa y ese tipo de entretenimiento es visto como algo que no atañe a la relación con los clientes", explica Charles Elson, director del Centro para Gobierno Corporativo John L. Weinberg, de la Universidad de Delaware. "Cuando era una cultura homogénea era considerado más aceptable de lo que es hoy".
Debido a que más mujeres han ingresado al sector financiero, las firmas han cambiado su política sobre lo que constituye una interacción aceptable con clientes y colegas, señala un ex ejecutivo de recursos humanos que ha trabajado en varios bancos de Wall Street en los últimos 30 años.
"La industria realmente ha limpiado su imagen en ese frente", dice. "Aún sucede, pero las firmas son ahora más sensibles sobre cómo son percibidas y cómo evitar que toda su fuerza laboral se sienta incómoda".
En los años 80, añade, era normal que los empleados pasaran facturas de clubes de striptease para que fueran reembolsadas por sus firmas. Después de 2007, sin embargo, eso ocurrió sólo tres veces en las firmas en las que trabajó. Para ese entonces, ya "no estaba aceptado institucionalmente", asevera.
Un ex jefe de un banco de inversión de Nueva York cuenta que a finales de los años 70, él y otros dos banqueros llevaron a tres mujeres de la oficina a un bar donde las empleadas servían o bailaban desnudas de la cintura hacia arriba. "Eso nunca pasaría hoy", asegura.
Las proclividades de Wall Street pueden simplemente haberse trasladado de la arena relativamente pública de los clubes de striptease a lugares más íntimos.
Una dominatriz de Nueva York que usa el seudónimo Nina Payne dice que recibe muchas visitas de banqueros, corredores y gestores de fondos de cobertura. Cree que es porque "necesitan tomarse unas vacaciones" de sus personalidades "macho alfa" y buscan que alguien les diga qué hacer, para variar.
"Exploramos sus fantasías, pueden tener una oportunidad en la que no tienen que tomar decisiones", explica. "No están pensando en cómo tienen que cerrar un acuerdo. Ese es el atractivo".
Payne afirma que recibe visitas durante la hora de almuerzo de empleados de Wall Street que necesitan una sesión rápida antes de regresar a sus trabajos. Los clientes del sector financiero han disminuido desde la crisis, agrega, pero han repuntado recientemente debido a que libros como Cincuenta sombras de Grey han puesto en el conocimiento general, y de alguna forma han hecho más asequibles, los conceptos y las prácticas de bondage, dominio y sadomasoquismo.
De todas formas, no todas las actividades sexuales de Wall Street ocurren a puerta cerrada. Allan Priaulx, director de comunicaciones empresariales de Rick's Cabaret International Inc., una cadena de salones de entretenimiento para adultos, dice que el interés de banqueros y corredores sigue alto y que el negocio proveniente del sector financiero es sólido.
La sucursal en Nueva York de Rick's ha registrado "ganancias secuenciales" mes a mes desde la crisis financiera, añade.
"Tenemos una base muy sólida de clientes de Wall Street", asevera. "La mayoría paga con sus tarjetas de crédito personales, a menos de que sea un gasto legítimo de la compañía, y en ese caso usan sus tarjetas corporativas". Las ventas totales de sus clubes subieron 5% en el último año, según informes bursátiles de la empresa. Otros argumentan que la relación entre banqueros y clientes se ha trasladado de los clubes de striptease a eventos deportivos, como el Super Bowl (la final de fútbol americano) y el Abierto de Tenis de Estados Unidos, o cenas en restaurantes exclusivos.
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