lunes, 1 de octubre de 2012

La Crísis castiga a la ópera...


La ópera espanta sus fantasmas

Los teatros de ópera españoles inauguran estos días la temporada más dura de los últimos años. Músicos, directores y cantantes hacen piña en montajes más austeros para compensar la escasez presupuestaria y la subida del IVA. El Cultural selecciona, ciudad por ciudad, las citas líricas más importantes del curso.

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  • La crisis sigue haciendo mella en los teatros de ópera, de modo que gestores y directores artísticos han optado este año por fórmulas escénicas algo más restringidas e intérpretes no siempre de postín. A pesar de todo, han sacado fuerzas de flaqueza en propuestas muy imaginativas, como la recuperación de Zamarrilla, el bandolero de Antonio Rozas en el malagueño Teatro Cervantes. Especialmente triste es la ausencia del laborioso Villamarta de Jerez, que siempre ha estado al lado de los cantantes españoles. Hemos de alegrarnos, en cualquier caso, de que todavía existan teatros de modesto presupuesto (Gayarre, Farándula...) que continúan su marcha a trancas y barrancas. El Liceo, que echó el cierre varias semanas tras el ERE, se centrará en la celebración de los bicentenarios de Wagner y Verdi. El Palau de les Arts, acostumbrado a tirar la casa por la ventana, aprovechará el tirón de Plácido Domingo en la taquilla. Emilio Sagi se esmerará en el único título del Teatro Arriaga, mientras que Euskalduna, Maestranza y Campoamor seguirán confiando en la fidelidad de su público. El pistoletazo de salida lo dará hoy el Teatro Real con una nueva producción, íntegra, de Boris Godunov de Musorgski firmada por Johan Simons.

    Teatro Real

    Madrid se reconcilia con Puccini
    Extraño en apariencia el doblete de que prepara Mortier para el próximo mes de noviembre: Il prigioniero de Dallapiccola, obra construida sobre las técnicas seriales, y Suor Angelica de Puccini, del más encendido verismo. Aunque no tan raro si nos atenemos al hecho de que sus respectivos protagonistas, el conturbado prisionero y la febril monja, son víctimas de una sociedad represora. Es más significativa sin duda la presencia de la primera composición, estrenada en 1949, infrecuente en nuestros escenarios y reveladora de un fuerte pensamiento poético-filosófico-musical trasladado al pentagrama desde un lenguaje sutilmente dodecafónico en el que el autor, fiel seguidor de la segunda Escuela de Viena, bebió largos años. Lenguaje muy distinto al manejado por Puccini en Suor Angelica, de clara impronta melodramática, en el que el fácil melodismo y el hábil juego instrumental son señas de identidad. La adustez frente a la sensualidad. Lluís Pasqual lleva las riendas de la escena en esta coproducción con el Liceo. El conturbado protagonista será encarnado por los barítonos Vito Priante y Georg Nigl. En el personaje del Gran Inquisidor figura en el segundo reparto el otroraHeldentenor René Kollo. Ingo Metzmacher, un maestro que defiende con frecuencia pentagramas comprometidos y fiel servidor de los del siglo XX, es el responsable musical en ambas óperas. Veronika Dzhioeva y Julianna di Giacomo, dos sopranos de fuste, se alternan en el dolorido personaje de la monja. La imponente y veterana Deborah Polaski, que es la madre en Il prigioniero, se desenvuelve aquí como Zia Principessa. A reseñar, dentro de las seis nuevas producciones de la temporada, los estrenos de Così fan tutte en versión escénica de Michael HanekeThe Perfect American, sobre los últimos días de Walt Disney, con partitura de Philip Glass, e Il postino, basado en la novela de Skármeta en torno a un episodio de la vida de Neruda, de Daniel Catán.

    Gran Teatro del Liceo

    Barcelona invoca a Dvorák
    De la muy estimable temporada barcelonesa, en la que se dan cita también, una vez cumplimentada la visita de las huestes de Bayreuth, otras óperas no muy frecuentadas de indudable interés como Lucio Silla de Mozart, Los cuentos de Hoffmann o, en el mundo del musical, Street Scene de Weill, destacamos la programación de Rusalka de Dvorák (en diciembre), maravillosa ópera de 1901, que trata el mundo legendario de las ninfas: Rusalka, prendada de un príncipe, adquiere forma humana. Su decisión desembocará asimismo en tragedia, que es vestida, no sin indisimuladas influencias wagnerianas, con un lenguaje armónicamente sensual pero expresivamente diáfano, en el que juegan elementos populares de la tierra. El papel protagonista está encomendado a la sueca Camilla Nylund, una cantante sobria y musical. Le da la réplica Klaus Florian Vogt, reciente triunfador en Lohengrin, voz lírica que se ajusta a las demandas melódicas de una muy rica partitura. El reparto es muy bueno, ya que se completa en sus partes principales con Günther Groissböck, Ildiko Komlosi y Emily Magee. El director musical es Andrew Davis, muy afín a esta música. El escénico es Stefan Herheim, autor del sonado montaje de Parsifal de Bayreuth que muestra aquí, en esta coproducción con La Monnaie de Bruselas y la Ópera de Graz, su enorme fantasía y reescribe el universo simbolista de Dvorák.

    Un momento del montaje de Rusalka del Liceo. Foto: Karl Foster.

    Palau de les Arts

    Domingo es Foscari en Valencia
    En una temporada (afectada ya por los recortes) que contiene títulos muy de repertorio, como RigolettoEl barbero de SevillaLa bohème (con la batuta de Riccardo Chailly), La flauta mágica y Otello (dentro del Festival del Mediterrani, ya en junio), la inclusión de una ópera no especialmente habitual como I due Foscari de Verdi (en enero de 2013) llama la atención. Fue compuesta en el curso de los llamados “años de galera”, en los que el compositor hubo de trabajar de lo lindo para ganarse los garbanzos. El libreto, de Piave, se basa en el poema dramático de Lord Byron. La monotonía, la escasa variedad de tintas que lastraba la obra del poeta inglés, se traslada al texto operístico del todavía inexperto libretista. Lo que no empece para que puedan reconocerse en la partitura hallazgos formales y rasgos melódicos y rítmicos que anuncian las mejores obras del compositor. Todo esto intentará traducirlo a sonidos el joven Omer Meir Wellber. El reparto, que no es muy lucido, con dos nombres de escaso tirón, como la soprano Guanqun Yu y el tenor Ivan Magrì, ambos todavía en formación, tiene una estrella, Plácido Domingo, que esta vez se mete en la piel de Francesco Foscari, un personaje propio de un barítono de carácter, cosa que no es. Thaddeus Strassberger se ocupa de la puesta en escena.

    Plácido Domingo se meterá en la piel de Francesco Foscari en Valencia. Foto: Robert Millard.

    Palacio Euskalduna

    Bilbao se rinde a Verdi
    Las vísperas sicilianas (Les vêpres siciliennes) es uno de los títulos de madurez menos frecuentados de Verdi. Estrenada en el París de 1855 y durante mucho tiempo marginada por su retórica y su formato de grand opéra, ha conocido un reverdecimiento en los últimos años. Es una de las principales novedades de una temporada que, como las anteriores, está marcada por el lema Tutto Verdi. La obra es irregular, pero posee a ratos una música espléndida y algunas soluciones dramáticas que avanzan en el camino de la precedente trilogía verdiana. El tratamiento de los coros es magnífico y los números concertantes, de primera categoría. Un espectáculo digno de contemplarse. Y en ese camino quiere estar la producción elegida para la ocasión (febrero 2013), que es resultado de la colaboración entre ABAO, el Teatro Regio di Torino y el Teatro Nacional San Carlos de Lisboa. Lleva la firma del casi siempre inspirado regista Davide Livermore, que intenta dar a la obra un sesgo muy moderno. Se cuenta con un veterano director de foso, John Mauceri, y con un reparto en el que descuellan Gregory Kunde, que en los últimos años se ha hecho un sitio como tenor lírico de amplio aliento, el solvente barítono Vladimir Stoyanov, el compacto bajo Dmitry Ulyanov y la soprano Tamara Wilson, nueva como el anterior en la plaza y uno de los descubrimientos verdianos de los últimos años, ganadora del premio femenino en el Concurso Internacional de Canto Francisco Viñas de 2011. En el apartado verdiano pueden escucharse asimismo La traviata y, esto es novedad, Un giorno di regno, segundo título del compositor, ambas con puestas en escena, y conocidas, del inagotable Pier Luigi Pizzi.

    La ABAO apuesta este año por 'Les vêpres siciliennes', dentro del programa 'Tutto Verdi'. Foto: Ramella & Giannese.

    Teatro de la Maestranza

    Janácek frente a Mascagni en Sevilla
    Si extraño nos puede parecer el doblete Il prigioniero y Suor Angelica, más aún se antoja el vínculo entre Sarka de Janácek y Cavalleria rusticana de Mascagni. La primera trata un asunto de signo mítico y legendario, muy unido a la tradición bohemia, mientras que la otra se basa en un tema anclado en la cruda realidad verista. No resulta muy convincente la razón esgrimida en su día cuando se estrenó, en 2009, en La Fenice de Venecia, y que radicaba en la extraña debilidad que al parecer Janácek sentía por Mascagni. Sea como sea, la insólita combinación no deja de tener su morboso atractivo. El interés de escuchar una ópera prácticamente desconocida de Janácek, terminada por un discípulo en 1925, es indiscutible. El habitual trabajo del compositor a partir de breves células rítmicas, de nerviosos e ígneos motivos revestidos de todo el sabor de lo popular, del lenguaje que sale de la tierra y del paisaje, que exprime el sentimiento de la naturaleza, brilla a lo largo de una partitura muy estimable. Choque frontal con el trazo más musculado, impregnado del típico aroma melodramático, de Mascagni. En Sevilla podrá verse en febrero la producción de La Fenice firmada por un artista de la talla de Ermanno Olmi, recibida en su día con relativo entusiasmo. En el foso no estará Bruno Bartoletti, sino Stefano Ranzani, director menos refinado. Sarkaserá cantada por Christina Dietzch y Mark S. Doss. Este potente aunque algo rígido barítono encarnará al celoso Alfio, mientras que Santuzza y Turiddu serán la experimentada Dolora Zajick, en lento declive, y el ascendente José Ferrero, a quien recordamos como plausible pero tímido Siegmund la temporada anterior.

    Cavalleria rusticana de Mascagni es uno de los platos fuertes de la temporada del Teatro de la Maestranza. Foto: Michele Crosera.

    Teatro Campoamor

    Händel, valor seguro en Oviedo
    En una temporada construida en torno a títulos de repertorio, emerge en diciembre Agrippina de Händel, última obra que escribió para Italia, en 1709, poco antes de partir para Londres. Se trata de una partitura magnífica, con libreto del cardenal Grimani, en la que se describen las luchas por el poder; una suerte de continuación de L'incoronazione di Poppea de Monteverdi con similares personajes. Claro que la música es muy distinta. La de Händel, de trazo fulgurante, cuajada de arias da capo y un virtuosismo de la mejor ley, exige mucho de las voces, que en el caso que nos ocupa son de nivel, ya que a su frente se coloca, en la parte central, la mezzo Anna Bonitatibus, muy ducha en estos menesteres. Nerón es la muy joven y prometedora, también mezzo, Serena Amalfi, uno de los descubrimientos de laClemenza di Tito del Real. Ottone es el excelente contratenor Xavier Sabata, mientras que Claudio es encarnado por el versátil e irregular barítono Pietro Spagnioli. Es una coproducción de Oviedo con el Teatro de la Vlaamse Opera de Amberes, cuya autoría corresponde al regista Mariame Clément. En el foso se sitúa Benjamin Bayl, un australiano experto en ópera barroca y clásica, que ya ha dirigido alguna vez a la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, que es la que toca en estas representaciones.

    Teatro Cervantes

    Málaga resucita a Antonio Rozas
    Encontramos en el programa de este curso CarmenLucia y La bohème, amén de recitales de Ainhoa Arteta, Ana Häsler y Carlos Álvarez. Loables empeños de una institución modesta, que da cancha, pregonando con el ejemplo, a voces españolas, y no sólo la del citado gran barítono local. Sin embargo, nos place resaltar en estas líneas, que buscan lo más insólito, la presentación el próximo mes de marzo de Zamarrilla, el bandolero, del compositor burgalés Antonio Rozas Matabuena, un profesional que es autor de un buen puñado de partituras del más diverso orden. De esta ópera, que cuenta un suceso milagroso del que fue protagonista, en la segunda mitad del siglo XVII, el bandido Zamarrilla, se extrajo una selección concertante que se interpretó en el Teatro Alameda de Málaga en 2003. La novedad es que ahora se escenifica la composición y se ofrece en su integridad. Se da paso a una temática localista tratada con excelente mano por Rozas, que intenta profundizar a su manera en las claves sociales de la época de Carlos II. Los mismos cantantes que intervinieron en 2003 lo hacen ahora: Antonio Torres, Carmen Ariza, Luis Pacetti y Lourdes Martín. La escena es cosa de Lorenzo Rodríguez de la Peña y la dirección musical, al frente de la Orquesta Sinfónica Provincial y del Coro Diké, de Arturo Díez.

    Teatro Arriaga

    Sagi y López cobos se citan en Bilbao
    Una vez más, las apreturas económicas explican que en el cartellone de esta temporada sólo se inscriba un ópera: Il mondo della luna de Haydn. Al menos se trata de un título poco difundido, aunque de los más importantes de un compositor que compartió, desde su enclave de Esterházy, alguno de los más significativos presupuestos de la ópera mozartiana. Este dramma giocoso, basado en una obra de Goldoni, que es una abierta crítica de los vicios de la sociedad de la época, está montado sobre una música soberbia, de un refinado tono bufo. Bajo la experta y clara batuta de Jesús López Cobos, muy apta para el cometido, se edificará el próximo mes de mayo este espectáculo, gobernado desde la escena por Emilio Sagi, hábil en estos terrenos. Las voces son de garantía porque a su frente, en el papel del ricacho Buonafede, está el bajo bufo Carlos Chausson. A su lado, Maite Beaumont, Arantza Ezenarro, Manuela Custer y, atención a este nombre, Eleonora Buratto, triunfadora en el Teatro Real la pasada temporada con I due Figaro de Mercadante, una lírico-ligera de fresco timbre e intencionado fraseo.

    Teatro de la Farándula

    Sabadell reivindica a 'Tosca'
    Gran labor la que, sin ayudas muy cuantiosas, realiza desde hace muchos años la Asociación de Amigos de la Ópera de Sabadell. Abastecen de títulos, modesta pero muy dignamente servidos, a numerosas localidades de la zona. Este año, junto a Nabucco y La traviata, inauguran el curso el 31 de octubre con Tosca de Puccini, de indudable valor dramático y musical. El verismo destilado, el truculento ambiente, el nervio de la narración, de tintes expresionistas, calan muy hondo a poco que se sirvan con propiedad. Daniel Gil de Tejada es el director avezado que ha levantado con solvencia otras representaciones y que aquí tiene la colaboración desde la escena de Carles Ortiz. Posee evidente interés la voz plena, bien timbrada, de un lirismo amplio, de la soprano Saoia Hernández, que viene de participar en el festival italiano del Valle d'Istria. Es cantante en ascensión que en este caso recibe la réplica del tenor Javier Agulló, Cavaradossi, y del barítono Ismael Pons, Scarpia.

    Teatro Pérez Galdós

    Pontiggia controla Las Palmas
    A la espera de que se confirmen los directores y cantantes que participarán en la 46 Temporada de Ópera de Las Palmas, podemos adelantar que habrácinco títulos (Un ballo in maschera de Verdi, el estreno en Canarias de Una tragedia florentina de Zemlinsky, Cavalleria rusticana de Mascagni -en el 150 aniversario del nacimiento del compositor-, El rapto en el serrallo de Mozart yLa bohème pucciniana) por los que desfilarán el tenor venezolano Aquiles Machado, la soprano granadina Mariola Cantarero y el tenor italiano Fabio Sartori. El regista argentino Mario Pontiggia se ocupa de todas las puestas en escena. Eric Hull se pondrá al frente de la Filarmónica de Gran Canaria en al menos uno de los títulos.

    Auditorio de Tenerife

    Un Mozart 100% canario
    Las rebajas han llegado también a este Festival tinerfeño, que ya no cuenta con Giancarlo del Monaco, quien logró llevar a cabo algunos espectáculos importantes, aunque no consiguió estrenar la ópera Vacaguaré, encargada a David del Puerto (una deuda que habrá de enjugarse algún día). Se parte este año de un presupuesto mucho más reducido que da para representar La traviata y La flauta mágica más una gala lírica a cargo del tenor local Celso Albelo. Nos quedamos con la obra de Mozart, que va a ser servida, a partir del 13 de octubre, por un reparto íntegramente canario, lo cual tiene su mérito pero entraña sus evidentes peligros; porque esta composición, entre lo ceremonial y lo popular, cuajada de ricos simbolismos masónicos, es todo menos fácil. Citemos los nombres, para nosotros poco conocidos, que intervienen en los principales cometidos: Beatriz Ramos, Juan Manuel Padrón, Judith Pezoa, Badel Albelo y Jeroboam Tejera. El director de orquesta es Allessandro d'Agostini, y el de escena, Nicola Berlofa.

    Palacio de la Ópera

    La Coruña se despide con 'Butterfly'
    Después del Nabucco con Leo Nucci, el domingo toca el turno a Madama Butterfly de Puccini, probablemente la ópera más programada en la España de estos años. No sin motivo porque la historia es de las que enganchan, sobre todo gracias al afortunado tratamiento vocal y escénico dado por el compositor, que supo crear una inolvidable y poética figura femenina, servida en esta producción de Las Palmas por Fiorenza Cedolins, una soprano de depurada técnica y sólido arte de canto. Pocas como ella para matizar, como Puccini deseaba, los vericuetos emocionales de Cio-Cio-San. Aunque no posea el timbre ideal de una lírico-spinto y su voz haya perdido parte del brillo de antaño. Pinkerton es el chileno Tito Beltrán, tenor seguro aquejado de un vibrato poco estimulante, y Sharpless el lírico barítono galaico Borja Quiza. Atención a la Suzuki de la mezzo viguesa Nuria Lorenzo. Marcello Panni, director de solvencia probada, está en el foso con la Sinfónica de Galicia, que es siempre una garantía. El Festival se cierra el 5 de octubre con una gala lírica a cargo de la mezzo letona Elina Garança, dotada de un bello y lustroso timbre y una musicalidad sin tacha.

    La Coruña cierra su 60 temporada con Madama Butterfly de Puccini.

    Teatro Gayarre

    Alfonso Romero brilla en Pamplona
    A duras penas y sintiendo en sus carnes los inclementes recortes, la Asociación Gayarre de Amigos de la Ópera ha conseguido mantener enhiesto su pabellón y programa un par de títulos: uno de ellos, Madama Butterfly de Puccini, en versión semiescenificada, y el otro, Lucia di Lammermoor de Donizetti, en visión escénica de Alfonso Romero, un joven regista con cosas que decir, cuya carrera, iniciada en el Teatro Real como ayudante, se ha desarrollado hasta ahora en Alemania. Tras una prometedoraFlauta mágica en El Escorial, se espera alguna solución original para este drama trágico en tres actos, que cuenta para su estreno del 23 de noviembre con un reparto de cierta garantía encabezado por la virtuosa soprano lírico-ligera Desirée Rancatore y el tenor albaceteño José Ferrero, que se enfrenta con la cálida melodía romántica antes de abordar la imprecación verista de laCavalleria del Maestranza. En el foso, el sólido Miquel Ortega.
     

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