TRANSPORTE AÉREO:Acabemos con el “low-cost” a toda costa
Press Europe
Bajo la batuta de su caprichoso fundador, Ryanair prosigue con sus golpes bajos para aventajar a sus competidores. Pero con este modelo comercial retrocedemos al capitalismo salvaje del siglo XIX, como expone el periodista Per Svensson, que lamenta la poca movilización contra estas prácticas.
¿Qué tienen en común Michael O’Leary [el director ejecutivo de Ryanair] y el Tío Gilito? Los dos son multimillonarios. ¿Y en qué se diferencian? En que el Tío Gilito ha fraguado su fortuna sobre su propia mezquindad y Michael O’Leary sobre la de los demás.
Aunque Michael O’Leary haya declarado que quiere crear plazas de pie en sus aviones y hacer que el uso de los aseos sea de pago, Ryanair sigue siendo la primera compañía aérea de Europa en términos de uso, con 80 millones de pasajeros al año. A pesar de un ligero repliegue en el último trimestre, es una empresa especialmente rentable.
En el último ejercicio (2012-2013), Ryanair registró una cifra de negocios de 4.900 millones de euros, con un beneficio al alza de algo más del 11 %, es decir, 569 millones de euros. Unas cifras que podemos comparar con las de Lufthansa, por ejemplo, que anunció algo más del 3% de beneficios en el ejercicio de 2012, es decir, 990 millones de euros, con una cifra de negocios neto de 30.000 millones. Por lo tanto, Lufthansa debe embarcar a seis veces más pasajeros que Ryanair para apenas ganar el doble. Dicho de otro modo, dos euros de Ryanair valen más que seis euros de Lufthansa.
Ryanair se convierte en la norma
¿Cómo podemos explicarlo? “Lowest cost always wins” [los costes más bajos siempre ganan], respondía Michael O’Leary en una conferencia de prensa en Gotemburgo, el pasado otoño. Es la doctrina que constituye el capitalismo mundial, basado en la idea de que, en un mercado globalizado, el precio siempre se valora más que la calidad. Y que, para ser más baratos que la competencia, hay que tener costes inferiores.
El modelo comercial de Ryanair se basa en el principio del “bad enough”
Este objetivo se puede lograr de diversos modos. El modelo comercial de Ryanair se basa en el principio del “bad enough”: el tratamiento que se dispensa a los empleados y a los pasajeros debe ser lo suficientemente malo para que el precio del billete sea lo suficientemente bajo para que los clientes no sólo acepten que les traten como unos calcetines usados, sino que además les dé totalmente igual saber que a los empleados de la empresa les tratan peor aún que a ellos. El hecho de que Ryanair sea una empresa que maltrata tanto a su personal como a sus pasajeros no es ninguna exclusiva.
Michael O’Leary también es el reflejo perfecto de su época desde otro punto de vista: parece estar hecho a medida para un universo mediático al que le gustan los malvados carismáticos y dignos de miles de “tweets”. Se habla de él constantemente y le encanta posar junto a chicas en bikini.
De vuelta al capitalismo salvaje del siglo XIX
Ryanair no es ni una joven empresa pródiga, ni una oveja negra, ni una excepción que confirme la regla. Ryanair es, o está a punto de convertirse en, la norma; una de las ilustraciones más llamativas de un gran cambio de paradigma.
El modelo social europeo en el que crecí, en el que el mercado laboral y la vida económica se caracterizaban por el acuerdo, el equilibrio de los poderes y el reparto de la riqueza, se encuentra claramente en retroceso. El siglo XX ha quedado atrás definitivamente. En lugar de ello, pronto volveremos al siglo XIX: el capitalismo salvaje, el rechazo al sindicalismo, el “dumping” salarial, la explotación de los trabajadores. Y Ryanair está allanando el camino.
Jamás he cogido un vuelo de Ryanair. Y jamás lo haré, bajo ninguna circunstancia. No sólo porque prefiero viajar como un ser civilizado, sino también porque, como liberal que soy, considero que debemos intentar ser políticamente y moralmente responsables de nuestro modo de consumo y ejercer nuestro poder de consumidor, así de sencillo.
¿Acaso pueden equivocarse ochenta millones de pasajeros? Sí
¿Acaso pueden equivocarse ochenta millones de pasajeros? Sí. Y me sorprende que no haya más personas que sean conscientes de ello. Por lo que me consta, un gran número de los pasajeros de Ryanair son jóvenes instruidos y sensibles a las temáticas sociales. Algunos renuncian a consumir productos cárnicos como protesta a la industria de la carne.
Contra la neandertalización de la economía
Otros, supongo que bastantes, boicotean a los artistas que no respetan a las mujeres o que realizan declaraciones racistas. Y sin embargo, viajan con Ryanair, cuando Ryanair no sólo es una vergüenza en sí misma, sino que además, por el mero hecho de existir, obliga a las compañías serias a adaptarse a lo que se denomina "una situación de competencia inédita", es decir, les obliga a volverse brutales o bien a desaparecer.
Por consiguiente, resulta difícil comprender cómo alguien que se considere “de izquierda” puede hacer cola delante de un mostrador de Ryanair sin enrojecer. En la historia reciente, ninguna empresa ha contribuido, ni directa ni indirectamente, por la fuerza, por ejemplo, a socavar los fundamentos sociales que la “izquierda” pretende defender y que constituyen la base sobre la que se erigieron las sociedades prósperas de Europa Occidental tras la guerra: la seguridad en el trabajo, la decencia de los sueldos, la solidaridad mutua entre los empleados y su empresa, etc…
¿Por qué no se han planteado esta pregunta en más ocasiones los intelectuales? ¿Por qué el caso de Ryanair no es objeto de ningún debate de fondo? ¿Por qué la izquierda sueca contemporánea se preocupa tan poco por la economía y por la violencia de ciertas relaciones de fuerza?
¿Cómo es posible, por mencionar un caso concreto, que Lilla Hjärtat [personaje de la literatura juvenil sueca considerado racista] y el cambio de una vocal en los pronombres personales [se ha propuesto que el pronombre neutro "hen" sustituya al femenino "hon" (ella) y al masculino "han" (él)] sean temas de debate más intensos en Suecia que Michael O’Leary y la neandertalización de la vida económica?
No hay comentarios:
Publicar un comentario