Amancio Ortega: ¿Qué mueve al hombre más rico de España a seguir trabajando?
J.Jiménez
Podría haber dejado de trabajar hace muchos años, pero sigue al pie del cañón. No es raro ver a Amancio Ortega entre el bullicio de diseñadores, escaparatistas o arquitectos que pueblan la sede central de Inditex.
Amancio Ortega ocupa el tercer lugar en la lista de millonarios Forbes, con una fortuna estimada de 57.000 millones de euros, por detrás de Bill Gates y Carlos Slim y por delante de Warren Buffet. Hace muchos años que podría haber dejado de trabajar, pero sin embargo ahí está, todos los días al pie del cañón. Ha pasado de aprendiz en la humilde mercería La Maja y empleado en la camisería Gala a ser el buque insignia de Inditex, una firma de moda global presente en más de 80 mercados y que emplea a casi 110.000 personas. Y pisando únicamente la Universidad de la vida. ¿De qué pasta está hecho Amancio Ortega?
Según relata David Martínez en el libro 'Zara: Visión y Estrategia de Amancio Ortega' (Conecta), para comprender muchas cosas hay que remontarse a finales de los años 40, cuando, siendo un niño, la vida le dio una bofetada. "Un día que acompañaba a su madre, en una de las tiendas de alimentación en la que solía comprar, le dijeron que ya no le podían fiar más dinero. Según comentan algunas personas próximas a Ortega, este hecho marcó su talante trabajador, luchador y ambicioso". Por decirlo de algún modo, activó el resorte del empresario dispuesto a trabajar lo que haga falta para no volver a pasar penurias.
Fue en ese contexto "marcado por la pobreza" en el que Ortega forjó su carácter fuerte pero dialogante. Y aunque posee una de las fortunas más importantes del mundo, "no ha olvidado que empezó desde abajo y sabe lo que cuesta superar las dificultades del día a día", apunta Martínez. Cuando trabajaba como dependiente en la mercería La Maja hacía algo más que ganarse la vida. Escuchaba, aprendía, se curtía como profesional y observaba las nuevas tendencias en la España de los años 50 dónde las mujeres querían ya empezar a trabajar y cada vez estaban más interesadas por la moda, "por una moda que llegaba con cuentagotas" y que se podía ver reflejada en las prendas de la mercería.
Entonces, "ya había comprendido que cuantos menos intermediarios, mejor, más margen de negocio y mayor asimilación de los gustos de los clientes; en definitiva, si sabes lo que quieren, sabes lo que les puedes ofrecer", apunta Martínez. Quizás por eso, en medio del trasiego de diseñadores, fotógrafos, escaparatistas, diseñadores de interiores o costureras que se mueven a diario por la sede central de Inditex es frecuente ver un hombre de pelo blanco que repasa con sus manos unos retales de seda, algodón, lino o licra. Viste camisa blanca sin corbata y unos pantalones tipo 'docker'. Es Amancio Ortega. Debido a "ese ímpetu y esas ganas de trabajar, prefiere seguir creando antes que estar reunido con altos directivos". Y aunque ya no confecciona ni da órdenes directas, quiere estar presente, dejarse ver, "no con la intención de impresionar sino para aportar ideas, opinar, captar y seguir aprendiendo".
Todo esto no es fruto de la causalidad. "Desde que empecé a trabajar tenía una idea que me obsesionaba: ¿Por qué no puedo inventar algo diferente a lo hay en el mercado? Tampoco sabría definir con claridad lo que me rondaba en la cabeza por aquellos años, pero decidí seguir mi impulso y puso en marcha GOA con mi hermano Antonio. Abrimos una cuenta corriente con 2.500 pesetas; mi cuñada, que sabía de costura, y mi primera mujer, Rosalía, hacían las famosas batas de boatiné, que entonces estaban tan de moda", confiesa el propio Ortega a Covadonga O'Shea en el libro "Así es Amancio Ortega".
Ahora, su impronta personal flota por cada de las más de 5.000 tiendas de Zara repartidas por todo el mundo. "Es un constante no parar. Hay que seguir pensando para responder a lo que piden nuestros clientes, pero hay que hacerlo bien, identificando lo que quieren para dárselo en el menor tiempo posible y que esté disponible en nuestras tiendas", asegura a Martínez un diseñador que aún no ha cumplido los treinta años. Todo en Zara está organizado para saber qué se compra, qué deja de venderse y qué sugerencias se hacen. Y todo se comparte para crear tendencia en Zara en las otras siete marcas de Inditex.
Entre las huellas que Ortega ha ido dejando en Zara, Martínez destaca "trabajar en equipo, compartir la información de forma horizontal, delegar la responsabilidad de la toma de decisiones en cada empleado, ser competitivos y aprovechar las ideas que son líderes en el mercado". Precisamente por eso, "Ortega jamás permite a sus diseñadores y comerciales que antepongan sus intereses personales a los de la empresa".
Con estos principios, Amancio Ortega se ha convertido, probablemente, en el empresario con más éxito en la historia de España; y de largo, en el más acaudalado. Pero como el propio Ortega reconocer, llegados a este punto, "no vale la pena ser empresario solo para ser rico. El dinero, en esas dimensiones a las que hemos llegado nosotros, no nos va a hacer falta. El dinero sólo tiene sentido para mí si se orienta a seguir objetivos. Y si tienes éxito, que sirva para ayudar a que lleguen a ser algo en la vida tantas personas que dependen de nosotros". Quizás por eso, el tercer hombre más rico del mundo se mueve plácidamente entre el ruido y la prisa, y prefiere el tacto del lino a las largas reuniones de empresa.
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