Yanis Varoufakis: una decena de conceptos económicos explicados a su hija
Cristina Vallejo
El ministro de Finanzas griego acaba de publicar "Economía sin corbata. Conversaciones con mi hija". En él desentraña, entre otras cosas, algunos conceptos económicos desde una óptica heterodoxa. Seleccionamos algunos de los más importantes.
El ministro de Finanzas griego acaba de publicar "Economía sin corbata. Conversaciones con mi hija" (Planeta). En él desentraña, entre otras cosas, algunos conceptos económicos desde una óptica heterodoxa. Seleccionamos algunos de los más importantes.
No asimilemos "economía" a "mercados": "La sociedad en la que crecer fomenta la opinión errónea de que la economía es igual a mercados". Un mercado no es una verdadera economía, para ello hace falta más: hace falta empezar a producir, en lugar de limitarse a cazar animales, pescar o recoger plátanos. "El lenguaje y la posibilidad de producir comida, en lugar de gritar y comer lo que proporcionaba la naturaleza (caza y fruta), crearon lo que llamamos economía".
El superávit como elemento clave de la economía y la desigualdad. ¿Cuál es el elemento básico de una economía? El superávit que, a su vez, generó escritura, deuda, dinero, Estados, ejércitos, clero, burocracia, tecnología e incluso la primera forma de guerra bioquímica.
"Todos los Estados que surgieron de las sociedades agrícolas repartieron el superávit de una manera tremendamente injusta, en beneficio de los que eran social, política y militarmente poderosos (...) ¿Cómo conseguían los gobernantes mantener su poder y seguir distribuyendo el superávit a su conveniencia sin que les molestase la mayoría de la población? La respuesta es: mediante la inculcación de una ideología legitimadora que convencía a la mayoría de que los gobernantes lo eran por derecho (...) Sin superávit no habría existido ningún motivo para crear complejas figuras de la clase sacerdotal, ni habrían podido mantenerse, dado que sus miembros no producían nada". Así se explica la desigualdad en el seno de los países.
Pero, ¿por qué tanta desigualdad internacional? "La clave no es otra que la acumulación del superávit agrícola y la facilidad o dificultad relativas de expansión geográfica de los cultivos, de manera que (a) la acumulación de superávit y (b) la creación de grandes entidades estatales expansionistas se alimentan mutuamente".
Contra la racionalización de la desigualdad. Varoufakis explica la desigualdad, pero le hace una sugerencia a su hija: "No caigas nunca en la tentación de racionalizar las desigualdades que hoy, como adolescente, consideras inadmisibles". Aunque es algo difícil: "Nada se contagia más fácilmente que la convicción de que los poderosos 'se merecen' lo que tienen". "Es increíble lo fácilmente que nos convencemos a nosotros mismos de que el reparto de la riqueza, sobre todo cuando nos favorece, es 'lógico', 'natural' y 'justo'".
Valor y precio. Estos dos valores, "el intagible y el de cambio, no podrían ser más diferentes entre sí. Sin embargo, en las sociedades actuales muy a menudo todos los valores se miden como si fueran de cambio. Todo lo que no tiene precio, lo que no se puede vender con beneficio, tiende a ser considerado como algo sin valor. Y viceversa".
"Sociedad de mercado" frente a la sociedad "con mercados". Las sociedades de mercado nacieron cuando el trabajo, las herramientas y la tierra se comenzaron a comercializar, "cuando los trabajadores empezaron a buscar trabajo en el 'mercado laboral', los artesanos a comercializar las herramientas que fabricaban en mercados desarrollados de medios de producción y, finalmente, cuando la tierra adquirió valor de cambio como resultado de la compraventa y del alquiler". Varoufakis cuenta el proceso, que coincidió con la Revolución Industrial, en que comenzó a comprarse y a venderse la fuerza de trabajo, la tierra y las herramientas.
Tras la Revolución Agrícola o Revolución Neolítica, la Revolución Industrial. Ambas fueron las que cambiaron de arriba abajo nuestras sociedades.
Si Yanis Varoufakis desentraña por qué la Revolución Neolítica tuvo lugar donde tuvo lugar (Euroasia, y no en el Sur) también descubre por qué la Revolución Industrial tuvo lugar en Inglaterra y no en otros lugares de Europa o en Estados Unidos. Si explica las grandes consecuencias que se derivaron de la Revolución Neolítica (la desigualdad norte-sur e intra-regional), también comenta los efectos de la Revolución Industrial: "La comercialización de los bienes de la tierra y del trabajo acabó con el feudalismo, con los prejuicios irracionales, con la teocracia y el oscurantismo (...) Por otro lado, aumentó como nunca antes la infelicidad y aparecieron otras formas de pobreza, nuevos tipos de esclavitud en potencia".
Si Yanis Varoufakis desentraña por qué la Revolución Neolítica tuvo lugar donde tuvo lugar (Euroasia, y no en el Sur) también descubre por qué la Revolución Industrial tuvo lugar en Inglaterra y no en otros lugares de Europa o en Estados Unidos. Si explica las grandes consecuencias que se derivaron de la Revolución Neolítica (la desigualdad norte-sur e intra-regional), también comenta los efectos de la Revolución Industrial: "La comercialización de los bienes de la tierra y del trabajo acabó con el feudalismo, con los prejuicios irracionales, con la teocracia y el oscurantismo (...) Por otro lado, aumentó como nunca antes la infelicidad y aparecieron otras formas de pobreza, nuevos tipos de esclavitud en potencia".
La mecanización. No se puede hablar de la Revolución Industrial sin hacerlo de la mecanización. Para explicarla, Varoufakis utiliza el Frankenstein de Mary Shelley y las sagas cinematográficas Matrix y Terminator, además de Blade Runner, documentales, radiografías del presente, a su juicio, para desarrollar esta idea: "Al final, en vez de que trabajen las máquinas para nosotros, parece que somos nosotros los que trabajamos para mantener nuestras máquinas". Y también esta otra idea: al final, el trabajo humano es el fantasma que vive en las sociedades de mercado y las desestabiliza. Además de ésta: la mecanización lleva en su seno la destrucción de la propia sociedad de mercado, porque, cuanto más éxito tienen las grandes empresas al sustituir a los trabajadores por máquinas y cuanto más mecánico es el trabajo humano, menor es el valor de los productos fabricados por nuestra sociedad y menores son los beneficios de las empresas. "Es el fracaso de las empresas para vencer la resistencia de sus trabajadores y para convertirles en dóciles androides lo que salva a las sociedades de mercado", sentencia Varoufakis.
La deuda. "Recibo de ti veinte años de felicidad y te prometo que, cuando el préstamo caduque, recibirás mi alma". Con la historia de Fausto explica Varoufakis la deuda, algo que existe desde siempre, desde que un vecino ha ido a ayudar a otro y el segundo le daba las gracias y le decía: "Estoy en deuda contigo". Aunque estos "contratos" informales, como precisa Varoufakis, se diferencian de los actuales, formales, en dos cosas: en la existencia física de ese contrato y en el interés.
Según el ministro de Finanzas griego, el Fausto de Marlowe, del siglo XVI, muestra la transición entre las sociedades con mercados y las sociedades de mercado. En las primeras, las deudas se saldaban con un "hoy me ayudas tú, mañana te ayudaré yo". En las segundas, el prestamista de hoy mañana recibirá algo de mayor valor, porque se cobrará el principal más los intereses. Así, el Fausto de Marlowe se condena, mientras que el de Goethe, no. En el siglo XVI aún no era del todo moralmente aceptable el pago de intereses por una deuda, mientras que en el siglo XIX se había normalizado completamente.
El proceso de endeudamiento se convirtió en un contrato en la sociedad de mercado que incluía intereses. Además, la deuda se volvió algo preeminente: "La deuda se convirtió en la parte más importante del proceso productivo. Las etapas de producción del superávit cambiaron por completo. Donde antes teníamos 'producción-distribución-deuda' aparecía: 'deuda-distribución-producción"'. Y el beneficio se convirtió en el nuevo objetivo de culto porque si no se lograba, el productor se convertiría en esclavo de su prestamista. "La deuda es para las sociedades de mercado lo que es el infierno para el cristianismo: algo desagradable, pero necesario", dice Varoufakis.
El beneficio: la atención preeminente que se le presta se deriva tanto del triunfo de los valores de cambio como de la colocación del endeudamiento al principio de la cadena de producción.
A partir de ahí, Yanis Varoufakis comienza a describir el papel del empresario, del comerciante y del banquero en las sociedades de nuestros días. Y, también, cómo se generan los desastres:"Cuando 'la mano' del banquero se pasa de la raya, y grava al presente con obligaciones hacia el futuro que, por mucho que lo intente, no podrá cumplir, es cuando llega el crac. La bancarrota. La quiebra. La hibris de la mano del banquero se paga con una némesis muy dolorosa". "El proceso por el cual los bancos crean dinero de la nada es tan fácil que la mente no lo puede entender": es el resultado del proceso que consiste en que el banquero traspasa la cortina, atraviesa la línea del tiempo, saca el valor que aún no se ha producido, lo trae al presente y lo presta. Pero en algún momento los prestatarios del presente no pueden producir todo ese valor que exige el futuro. Y entonces llega la crisis. Y, a continuación, deben intervenir los Estados para limitar el impacto del desastre. Aunque esa intervención se enfrenta a una limitación, a la tóxica relación existente entre el Estado y los banqueros. ¿En qué consiste? Lean, lean.
La paradoja de la crisis: "Cuanto peor están las cosas y cuanto más negocios están en quiebra, más rápido se incrementa la rentabilidad de los negocios que han sobrevivido", dice Varoufakis. Pero también esto otro: "A pesar de que las empresas que han sobrevivido a una crisis profunda tienden a incrementar su rentabilidad, el poder de los banqueros sobre la sociedad (y sobre los políticos) puede impedir la recuperación y dejar a la sociedad de mercado atrapada en el pantano de la recesión permanente". ¿Es en este punto en el que ahora nos encontramos?, ¿son los bancos los que están entorpeciendo que llegue la recuperación de verdad a todos?
Varoufakis también responde a otras cuestiones, como a si la especie humana está formada porindividuos idiotas que no se preocupan por el medio ambiente; rebate a quienes consideran el desempleo un falso mito que se resuelve reduciendo su precio, como el de las demás mercancías para conseguir comprador; y explica la existencia de profecías que se cumplen a sí mismas, como sucede con el mito de Edipo.
Y formula la única solución a todas las crisis: la democratización frente a los valores de cambio. La democratización frente, también, al peligro del dinero apolítico. Porque sí, Varoufakis también habla del Bitcoin.
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