martes, 13 de abril de 2021
De Pandemia en Pandemia...
Derrocar la monarquía es una cuestión de salud pública
Se cumple este año el nonagésimo aniversario de la proclamación de la II República española. Ese 14 de abril de 1931 fue un día de inmensa alegría en España. El pueblo, con sus votos, había derrotado a la monarquía en las elecciones municipales del 12 de abril y Alfonso XIII tuvo que marcharse del país.
Por Contrainformacion.es -13 abril 2021 06:56
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Noventa años después, España está sumida en una gravísima crisis social, con 4 millones de parados y un 25% de la población en situación de pobreza. La corrupción afecta a todas las instituciones del Estado, el fascismo avanza y los problemas estructurales del país (educativo, eclesiástico, militar, organización territorial del Estado, etc.) no encuentran solución. El gobierno de coalición no tiene voluntad de afrontar todas estas cuestiones y la solución no pasa por reformar la Constitución. Eso sería poner en marcha una segunda transición y volver a engañar al pueblo español.
La cuestión de fondo es la monarquía. Un régimen ilegal e ilegítimo, como hemos proclamado tantas veces, impuesto por Franco, dictador fascista y criminal de guerra. El denominado rey emérito ha huido de España cuando la justicia suiza, y tímidamente la española, investigaba sus múltiples corruptelas. Si este individuo tuviese un mínimo de dignidad, de honor y de patriotismo, se hubiera quedado en España para defenderse ante los tribunales. Pero es pedir demasiado a un Borbón. Nunca han tenido esas virtudes; por el contrario, han sentido siempre un enorme desprecio por el pueblo español y en su reinado solo les ha guiado el ánimo de lucro, el enriquecimiento fácil. Han sido unos monarcas ignorantes, enemigos de la cultura, hostiles al sistema democrático, por más que ahora se empeñen los aduladores y los pesebristas en que al “emérito” le debemos eterno agradecimiento por habernos conducido de la dictadura a la democracia. Todo es mentira, una fabulación y una inmensa tergiversación histórica. Las libertades y derechos que hoy tenemos, y que paulatinamente van menguando, se obtuvieron en la lucha contra el franquismo y costaron mucha sangre y muchos sacrificios. La huida que ha protagonizado el que fuera durante tantos años el Jefe del Estado denota cobardía y vileza. El rasgo propio de un tullido moral.
El argumento de que Felipe VI es diferente a su padre es otro invento de los medios de comunicación aduladores y serviles. No es una cuestión de personas, sino de la propia institución. La Casa Real es una asociación para delinquir, sirve a los intereses de la oligarquía, es la pieza fundamental del denominado “régimen del 78”. Aquí hay una cuestión de clase, de modo de dominación, de sistema económico.
La única respuesta posible es la ruptura republicana. Acabar con esta monarquía corrupta y proclamar la III República Popular y Federativa. Es la única salida. Todo lo demás será un nuevo engaño, una nueva mentira, para que todo siga igual. La izquierda tiene ante sí una responsabilidad histórica inmensa. Es la hora de forjar la unidad popular sobre un programa mínimo de reformas estructurales.
Disponemos en España de los suficientes recursos humanos y económicos para que toda la población tenga un nivel de vida digno, para asegurar a nuestros jóvenes un futuro sin necesidad de que se marchen a otro país. Estamos en condiciones de asegurar un sistema público de servicios sociales de altísima calidad y de garantizar las pensiones. Todo eso es posible, pero no dentro de este sistema, que esquilma nuestros recursos y nos condena al trabajo precario y la pobreza.
Acabar con la monarquía es una cuestión de salud pública, como lo fue en Francia cuando los revolucionarios decidieron proclamar la República y guillotinar a Luis XVI y a María Antonieta.
La monarquía es una rémora, un obstáculo que perpetúa el dominio de unas clases sociales que ostentaron el poder político y económico durante el franquismo y lo mantuvieron tras la muerte del dictador. No queremos una ley de transparencia sobre la Corona, ni reformas constitucionales que lo dejarán todo igual. No queremos la monarquía, detestamos a la familia real, un grupo de parásitos que nadie ha elegido.
No podemos limitarnos a la conmemoración histórica de la II República. La izquierda real de este país debe trabajar unida para crear tejido republicano en los barrios, las fábricas, las Universidades, las asociaciones de vecinos… Necesitamos luchar por la República, impulsar decididamente el republicanismo para acabar definitivamente con una monarquía corrupta, abyecta y delictiva.
¡¡¡VIVA LA REPÚBLICA POPULAR Y FEDERATIVA!!!
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