lunes, 5 de abril de 2021
Vá de Pandemias...
"La próxima pandemia será la de la salud mental". Entrevista a Sergi Raventós
Sergi Raventós 26/03/2021
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Entrevista a Sergi Raventós, Trabajador social de una Fundación de Salud mental desde hace mas de 20 años, Doctor en Sociología por la UAB, delegado sindical de la IAC y miembro de la Red Renta Básica. Ha escrito varios artículos y colaboraciones sobre la salud mental y la Renta Básica. La entrevista la realizó Guillem Pujol, director de Catalunya Plural.
La semana pasada, Iñigo Errejón hacía una intervención en el Congreso reivindicando la necesidad de una política pública en el ámbito de salud mental. Una intervención que despertó una ola de solidaridad en las redes sociales de toda aquella gente que ha tenido necesidad de ayuda psicológica en algún momento de sus vidas. ¿Porque cree que, concretamente en este momento, el mensaje de Errejón ha tenido tanto impacto?
Puede responder a varios factores, pero, entre otras cosas pienso que es de agradecer el hecho de que un político se haga eco de una pandemia de salud mental como la que estamos presenciando, algo confirmado por todos los datos, incluida la misma encuesta del CIS. Esto ha calado entre la población que ha escuchado el debate. Él puso de manifiesto que la gente está conociendo los nombres de los fármacos y esto es constatar una realidad muy dura, y es que estamos tirando de un tratamiento muy severo como es el farmacológico cuando en muchos casos se podría tratar con visitas a psicólogos, o, mejor aún, con una respuesta colectiva a un problema social.
El consumo de fármacos tan alto que hay es una tragedia para la salud de las personas y también supone un gasto enorme. Hay que tener presente que estos medicamentos tratan los síntomas en el mejor de los casos, otras veces ni eso, y en otros tienen unos efectos secundarios terribles, como han mostrado varios estudios. Y, por supuesto, no van a la raíz del problema. No curan. Y lo que es peor, cuando los dejas de tomar en muchos casos pueden generar síndrome de abstinencia.
¿Pero por qué ahora? ¿Cómo se enlaza esta crítica con el actual contexto político y social?
Creo que hay una frase que ha causado fortuna y resume muy bien lo que hablamos. Es aquella del veterano psiquiatra Guillermo Rendueles que le dice a un paciente: "usted no necesita un psicólogo, usted necesita un sindicato". Pienso que capta perfectamente un problema grave que tenemos en nuestras sociedades y que durante la gran crisis iniciada en 2008 también se puso de manifiesto cuando la gente se organizaba con la Plataforma de afectados por la Hipoteca para combatir colectivamente su problemática. Mucha gente ha valorado posteriormente que aquello sirvió mucho más que ir a un psicólogo o psiquiatra. Tenemos tendencia a autoculpabilizarnos de problemas estructurales y eso nos pasa factura a nuestra salud mental.
¿Se ha incrementado la medicalización en el ámbito de salud en los últimos años?
Si no me equivoco el reino de España es el segundo país de la UE con más consumo de fármacos y el primero en el mundo en consumo de hipnosedantes. Más de dos millones de personas toman ansiolíticos. Una sociedad medicalizada es un escenario dantesco. Esto es un gran negocio desde hace años. Creo que en la última década el consumo de hipnóticos, antidepresivos y tranquilizantes ha aumentado algo bárbaro, creo que alrededor de un 200%. Algunos autores lo han atribuido sobre todo a la presión de la industria psicofarmacéutica y determinados grupos de presión de la sociedad para hacer aumentar los trastornos mentales y su correspondiente tratamiento. La industria farmacéutica es realmente grande e increíblemente rentable. Las ventas mundiales superan los 700.000 millones de dólares anuales, la mitad en Norteamérica, y la cuarta parte en Europa. La industria farmacéutica es muy poderosa e influye a los médicos.
Es decir, que vamos a peor.
Llevamos muchos años que los indicadores de salud mental no son buenos, venimos de una grave crisis económica que dejó unas graves secuelas en la salud mental. Debemos entender los contextos sociales en los que nos movemos: políticas de recortes de servicios públicos durante muchos años, altas tasas de paro, precariedad en el mercado laboral, inseguridad laboral, trabajadores pobres, una insuficiente inversión en salud mental, pensiones no contributivas miserables, escasas y fracasadas políticas sociales para acabar con la pobreza… y todo ello en un momento en que se están produciendo cambios acelerados en los mercados de trabajo donde se está automatizando una parte importante de los puestos de trabajo. Esto genera incertidumbre e inseguridad, donde más del 40% de la gente joven menor de 25 años está en paro, donde las mujeres están teniendo los peores trabajos y están peor pagadas, donde la gente paga unas cantidades exorbitantes de su salario para vivienda, donde los jóvenes no pueden emanciparse… todo ello influye en la salud mental de una manera muy evidente.
¿Hay datos que ilustren esta situación?
Sí. Hay algunos indicadores que nos deberían alarmar. Se ha detectado un incremento del 200% en la última década de psicofármacos (hipnóticos, antidepresivos y tranquilizantes) y en su consumo un incremento del 57%. También sabemos que los suicidios son la primera causa de muerte no natural, que se han incrementado los trastornos mentales y las adicciones, etc. Y mientras sufrimos todo esto, el gasto en salud mental es de menos de un 6% del gasto público sanitario. En países de nuestro alrededor está en más del 10% y los ratios de psicólogos son también muy escasos: de 6-8 psicólogos por 100.000 habitantes cuando la OCDE es de 18. Esto sólo si hablamos del sistema sanitario que a pesar de ser importante, no es el principal determinante de la salud.
Si hablamos del empleo o la falta de este nos pondremos a llorar, por no decir de la vivienda cuyo panorama, como sabes, es desolador. Recuerdo que hace un tiempo Cataluña era la comunidad que pagaba más de salario por el alquiler. Creo que era un 46% del sueldo bruto mensual, el 44% en Euskadi y el 41% en Madrid. Son cifras escandalosas que hacen sufrir mucho a la gente, y esto está pasando factura a la salud mental de la gente.
Más allá de los ingresos económicos, que entiendo que es la causa más estructural y con más impacto transversal sobre la salud mental de las personas, ¿Si se tuviera que hacer una especie de "retrato robot" de aquella persona que tiene más números de sufrir las consecuencias de una mala salud mental, con qué nos encontraríamos?
El estrés que produce vivir en pobreza es particularmente perjudicial para las madres durante el embarazo, para la infancia y la gente mayor… Largos periodos de padecer ansiedad e inseguridad económica ejercen unos efectos muy nocivos sobre la salud, y si se alargan en el tiempo aumentan la posibilidad de sufrir una pobre salud mental y una muerte prematura. En cuanto al sexo, las mujeres tienen también peor salud mental que los hombres. Las que peor salud mental tienen son las mujeres sin estudios. Y en cuanto a la edad, las mujeres mayores de 65 años son las que están más mal. También sabemos que los inmigrantes de países pobres empeoraron su salud mental durante la crisis que se inició en 2008.
Uno de los temas tabúes, con escasa o nula presencia mediática, tiene que ver con el impacto de la salud mental con la posibilidad de que un individuo decida terminar con su vida. Es decir, el suicidio.
La relación de los suicidios y la crisis ya es bastante conocida, a pesar de que no se da de forma inmediata y se observa al cabo de unos dos o tres años cuando se acaban los ahorros, las prestaciones de desempleo, las indemnizaciones de los despidos, etc. Hay varios estudios que corroboran la relación entre crisis económicas y suicidios. Hay un estudio donde se analizaba la relación entre los ciclos económicos y los suicidios en EEUU entre los años 1928 hasta el 2017 y mostraba que cuando ha habido alguna recesión económica la tasa de suicidios ha aumentado 11 veces y han bajado en 2 ocasiones, mientras que en periodos de expansión económica las tasas han aumentado 3 veces y han bajado en 10 ocasiones. Con la crisis del 2008, países como Grecia, con tradicionalmente con pocos suicidios, pasó de un 2,8% al 6% por 100.000 habitantes. Pero no sólo fue un hecho que se dio a los países más pobres ni mucho menos. En el Reino Unido aumentó un 8% el índice de suicidios entre 2007 y 2009 después de una década seguida de disminución de las tasas de suicidio. Ciertamente, el suicidio es un tema tabú. ¿Sabías que es la primera causa de muerte no natural en el reino de España y casi ha doblado a los accidentes de tráfico? Cada día se suicidan unas 10 personas y 200 lo intentan. No hay ningún plan para prevenirlo.
¿Y qué me dice de aquellas enfermedades con una fuerte carga genética, como por ejemplo la esquizofrenia? ¿Tienen algún impacto, aquí, los factores sociales?
Sí, tenemos constancia por diversos estudios e investigaciones que los síntomas psicóticos, la esquizofrenia, la depresión… son más comunes en las sociedades más desiguales. Hay quien ha pensado que en los países con sociedades más igualitarias hay más gasto sanitario y esto facilita el tratar la enfermedad, pero según algunas investigaciones dedicadas a averiguar esto y analizando datos de 35.000 personas en 30 países europeos no se encontraron pruebas que apoyen la explicación del gasto público y sí, en cambio, la tesis que afirma que los países con más igualdad, tienen mejor salud mental. Podría ser debido a que la gente no está tan angustiada con el estatus y las jerarquías sociales, y más comprometidas con relaciones comunitarias de reciprocidad y confianza y cooperación. La desigualdad deteriora la salud mental. Provoca un sufrimiento real, genera sentimientos de amenaza social y ansiedad y provoca sentimientos de vergüenza que alimentan la sumisión y la subordinación. A pesar de que las patologías mentales las puede sufrir cualquier persona, según los datos de algunos barrios de Barcelona sabemos que la población más atendida en los servicios especializados de salud mental se encuentra en los barrios más pobres. Las tasas de hospitalización psiquiátrica según datos del Observatorio de Salud de Cataluña era hace unos años en los barrios barceloneses de Gracia del 1,9% y en Ciutat Vella del 4,9%.
Hablamos de la ciudad de Barcelona: ¿Qué muestran los datos con los que trabaja?
En los últimos años ha ido cambiando un poco, pues partíamos de indicadores bastante malos en Barcelona. En este sentido, hay que reconocer que se han hecho avances importantes en políticas de salud, pero queda mucho por hacer. En cuanto a la salud mental encontramos datos de peor salud mental en distritos más populares como Ciutat Vella o Nou Barris, respecto a los más acomodados de Las Corts o Gracia. También en cuanto a la clase social, las clases sociales más bajas tienen peor salud mental. Las personas tipo que consumen más medicación son las mujeres sin estudios, de edad avanzada y de clase sociales más bajas. En los distritos populares de Barcelona de Nou Barris y Horta-Guinardó es donde hay un mayor consumo de psicofármacos.
¿Qué consecuencias podemos esperar en términos de salud de la pandemia del covid19?
Para empezar se habla de una “ola de salud mental” o de la próxima “pandemia de la salud mental.” La covid19 afectará a diferentes niveles. Por un lado la gente ha pasado y sigue pasando situaciones muy complicadas: aislamiento social, soledad, ansiedad, miedo, insomnio, irritabilidad, tristeza, etc. Y, evidentemente, todo esto ha variado en función de la clase social, el género, el barrio, el país de origen, etc. Mucha gente ha tenido que jugarse la salud y la vida saliendo a trabajar y no ha podido quedarse en su casa a hacer teletrabajo. Otra gente ha tenido que quedarse en un piso reducido sin salida al exterior, y muchas mujeres también han tenido que soportar a su maltratador. Tenemos también conocimiento de cómo ha afectado a mucha gente trabajadora de la sanidad, con un alto índice de trastornos mentales por primera vez. Según un estudio realizado en trabajadores de este sector de 18 instituciones sanitarias de España, el 45% presentaron un trastorno mental por primera vez, y, de éstos un 14,5% era un trastorno mental discapacitante.
Y supongo que esto es sólo el principio...
Sí. La juventud, por ejemplo, tiene un panorama aterrador. Unas tasas de paro altísimas y unas expectativas laborales terribles. Ante ello, se están desarrollando diversos tipos de trastornos de ansiedad y depresión junto con conductas y trastornos alimentarios, adicciones al juego online...
Ya verás cuando mucha de la gente afectada por los expedientes temporales de regulación de empleo (ERTES), estos acaben siendo definitivos, o aquella gente a la que se le acabará pronto la prestación de desempleo. Sin embargo, ya sabemos que un 14% de la población son trabajadores pobres. Todo esto es un cóctel explosivo a muchos niveles y por supuesto también en la salud mental. Lo extraño es que no lo fuera, pues seríamos una especie de máquinas insensibles a nuestro entorno social, y como ya sabemos somos una especie social. Pero la tendencia del modelo biomédico imperante es focalizar la solución en el individuo y las salidas suelen ser individuales: medicación a medida, terapias quien las puede pagar, alimentación saludable, ejercicio físico, meditación, etc. Esto que se llama incidir en los "estilos de vida", como recuerda a menudo el profesor Joan Benach, no son elecciones libres y personales. La salud no la elige quien quiere, sino quien puede. Y esta no puede ser la solución. La solución tiene que venir en poner el foco en los determinantes sociales de la salud en todas las políticas, y entender que hay que incidir en "las causas de las causas" de las desigualdades y de las enfermedades.
Hablando de soluciones, usted defiende que la implementación de una renta básica universal, contribuiría – entre otros aspectos – a una reducción en las desigualdades en salud.
Bueno, yo lucho y defiendo desde la Red Renta Básica una Renta Básica, como asignación monetaria universal, incondicional, individual, suficiente (por encima el umbral de la pobreza) y regular de manera que puedas salir de la pobreza y aumentar tu grado de libertad para poder hacer planes de vida más a gusto con tus planteamientos.
Garantizar una seguridad económica y unas condiciones materiales darían más tranquilidad psicológica, mejor salud mental y reduciría considerablemente el estrés que supone la lucha diaria por la existencia tal y como ponen de manifiesto varios experimentos en todo el mundo.
¿Es cuantificable? ¿De qué cantidades económicas estaríamos hablando?
Si, se podría cuantificar en función del umbral de pobreza en cada zona geográfica. Aquí en Cataluña según los datos de 2019 de la Encuesta de Condiciones de Vida podría suponer para un hogar de un adulto unos 10.600€ euros al año, o unos 890€ euros al mes. Para un adulto y un niño unos 13.800€ anuales o 1.150€ al mes, y por dos adultos 16.000€ o 1.333€ euros al mes. Estamos hablando de cantidades escasas y básicas pero que, técnicamente, acabarían con la pobreza. Y eso sería un hito increíble, más allá de todas las ventajas que se han podido argumentar en muchos estudios y artículos. Se podría complementar con otras fuentes de ingresos, y estas últimas serían las que tributarían, y no la Renta Básica que estaría exenta de impuestos. Esto evidentemente ha sido estudiado y publicado en un libro de Jordi Arcarons, Lluís Torrens y Daniel Raventós, miembros de la Red Renta Básica.
La propuesta de la Renta Básica, aunque es conocida desde hace años, no acaba de arraigar en el discurso público. ¿Cree que acabará implementando?
En estos momentos hay una Iniciativa ciudadana europea para firmar a favor https://rentabasicaincondicional.eu para conseguir un millón de firmas. Y también en el País Vasco hay una ILP presentada el pasado mes de febrero. Actualmente es una propuesta que está sobre la mesa en un montón de lugares, incluso en Cataluña en la actual negociación de gobierno, pues la CUP lo ha puesto como una medida capital como plan de choque social y sanitario.
Lo que es evidente es que cada vez es más urgente repartir la riqueza y reducir las grandes desigualdades sociales existentes que hacen del mundo un lugar inhabitable donde una minoría acumula y posee una riqueza descomunal, mientras una inmensa mayoría vive en la pobreza, en la inseguridad económica y en la más absoluta desprotección social. Hay medidas que son cada vez más necesarias y hay que ponerlas ya sobre la mesa: como una renta máxima a los más ricos, un refuerzo muy considerable de los servicios públicos existentes (especialmente el sanitario), una política de vivienda digna, una política de lucha contra la emergencia climática y de decrecimiento, un reparto de los trabajos y una reducción de la jornada laboral, entre otros.
Por acabar, deme alguna noticia o dato esperanzador.
El experimento en Barcelona en las áreas relacionadas con la salud y la salud mental de la B-MINCOME supuso una reducción de los índices de privación material y, en consecuencia, un aumento de la satisfacción con la situación económica de los hogares. El proyecto contribuyó a reducir la tasa de privación material severa y la inseguridad alimentaria. El B-MINCOME redujo la sensación de incertidumbre financiera, con lo que esto pudo suponer de tranquilidad psicológica y reducción del estrés de los participantes.
Se detectó una reducción de 9 puntos porcentuales en el riesgo de contraer enfermedades mentales, así como una importante mejora de la calidad del sueño. Estos dos resultados se podrían deber a la reducción del nivel de estrés asociado o generado por las dificultades económicas para cubrir necesidades básicas del hogar.
Por otra parte, el primer ensayo de RB de Europa promovido por un gobierno fue llevado a cabo en Finlandia entre 2017 y 2018, y consistió en asignar una renta básica mensual de 560 euros libres de impuestos a 2.000 desempleados de entre 25 y 58 años seleccionados al azar, sin la obligación de tener que buscar activamente empleo y sin reducciones en la cantidad percibida si encontraban una. Los resultados publicados en medio de la pandemia de covid19 muestran claramente que han servido para mejorar el bienestar mental, la seguridad vital y la satisfacción con la vida de las personas beneficiarias de la renta básica. Los investigadores, que entrevistaron de forma exhaustiva a 81 receptores, concluyeron que, si bien la experiencia difiere mucho de un beneficiario a otro, en general estaban más satisfechos con sus vidas y experimentaban menos estrés mental, depresión, tristeza y soledad que el grupo de control. Hay alternativas, pero se requiere de voluntad política.
Sergi Raventós Trabajador social de una Fundación de Salud mental desde hace mas de 20 años, Doctor en Sociología por la UAB, delegado sindical de la IAC y miembro de la Red Renta Básica.
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