En 2012, el país dará a conocer la nueva lista de líderes para la próxima década. El momento clave será el Congreso del Partido, que seguramente tendrá lugar en octubre o noviembre.
Entonces, el orden en el que marchen los líderes cuando se aproximen al escenario dará a entender el rango que ocupan en el nuevo régimen. La transición llega en un momento crítico para la segunda mayor economía del mundo. Muchos economistas creen que las actuales inversiones y el modelo de crecimiento basado sobre todo en las exportaciones no durarán muchos más años.Por el momento, la mezcla de deuda local pública, la ralentización del sector inmobiliario y el frágil sistema bancario amenazan con alterar el estado de la economía.
En los próximos meses, ni la vieja guardia ni sus sucesores contarán con un incentivo para tentar a la suerte. El secretario saliente del Partido, Hu Jintao y el primer ministro, Wen Jiabao, seguramente no estén dispuestos a arriesgar su buena reputación por un puñado de reformas que provocarán malestar a corto plazo y cuyos beneficios recogerán sus sucesores. A sus sustitutos, que podrían ser Xi Jinping y Li Keqiang, de momento les interesa consolidar su posición acatando la disciplina del partido.
Incluso cuando los líderes chinos de la quinta generación se instalen en el Zhongnanhai, el equivalente chino a la Casa Blanca, el proceso de toma de decisiones orientado al consenso, introducido por el actual régimen, limita las opciones políticas. Los nuevos líderes tendrán que encontrar soluciones junto a las empresas estatales, los gobiernos locales y los exportadores, todos beneficiarios de la actual economía del país.
La solución, sin embargo, no significa necesariamente inmovilismo. "Nuevos líderes significa nuevas políticas", explica Cheng Li, experto en liderazgo chino que trabaja en la Brookings Institution. Los señores Hu y Wen dejaron su impronta durante el primer año de su mandato, con un cambio decisivo como respuesta a una crisis de la sanidad pública, despidiendo a los funcionarios más incompetentes.
Más adelante, optaron por centrarse en los que habían quedado atrás como consecuencia del rápido crecimiento de China. Xi y Li tendrán la oportunidad de mostrar una capacidad resolutiva parecida si logran borrar los efectos negativos de los estímulos de 2009 y 2010 sobre los bancos, las autoridades locales y el sector inmobiliario. Un desafío mayor será reorientar el modelo de crecimiento de China, aumentando la demanda de los hogares.
Li, de Brookings, asegura que los nuevos líderes tendrán dos años de margen desde el principio de su mandato para marcar sus pautas en materia política y económica. Ese es el periodo de tiempo que los mercados dan al actual modelo de crecimiento de China. Puede que sea corto, pero los nuevos líderes chinos tendrán un incentivo para sacar las políticas adelante: más les vale aprovecharlo.
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