La banca española sigue enganchada a la ventanilla del BCE a pesar del rescate
Las principales entidades aseguran haber devuelto importantes cantidades de las que tomaron prestadas en las dos inyecciones de liquidez a tres años realizadas por el BCE en diciembre de 2011 y febrero de 2012 (operaciones conocidas como LTRO por sus siglas en inglés). En agosto del año pasado, la cifra de préstamos del banco central que tenían las entidades españolas alcanzó un récord de 388.736 millones en los momentos de mayor tensión de nuestra deuda pública en los mercados, antes que el presidente del BCE, Mario Draghi, anunciara su programa de compra de bonos.
La apelación al BCE no es una magnitud comparable al rescate porque se trata de conceptos distintos: liquidez y solvencia. La liquidez es la financiación con la que las entidades completan los depósitos para destinarla a invertir (dar crédito, comprar bonos o acciones, etc.) o hacer frente a sus vencimientos de deuda. La solvencia es el capital con que cuentan las entidades para cubrir sus pérdidas y saneamientos, y ante la magnitud de éstos, el Gobierno tuvo que pedir el rescate a la UE el año pasado.
No obstante, ambas variables están interrelacionadas: si las entidades son más solventes, tienen más facilidad para que los inversores les presten dinero -los acreedores están más seguros de que se lo van a devolver-, lo que les permite financiarse más barato en mercado y reduce su necesidad de acudir a la ventanilla de Francfort. Esto a su vez tiene efectos benéficos en la prima de riesgo de España, que estos días ha tocado mínimos de dos años. Asimismo, el fin de la guerra de los depósitos 'sugerido' por el Banco de España a principios de año también ha reducido los costes de financiarse con los clientes minoristas.
¿Por qué sigue tan alta la apelación?
Por tanto, tenemos una combinación de una mayor facilidad para captar liquidez más barata, por un lado, y de una menor necesidad de la misma por la reducción del crédito, por otro. Y sin embargo, la apelación al BCE, tras la fuerte reducción que provocaron las declaraciones de Draghi, se mantiene bastante estable en 250.000 millones. ¿Por qué? Fuentes del sector aluden a dos causas fundamentales: los fuertes vencimientos de deuda y que la barra libre sigue siendo la alternativa más barata a pesar de todo.
Vista del logotipo del euro frente a la sede del Banco Central Europeo. (EFE)En cuanto a la primera, AFI estima que la banca española debe hacer frente a vencimientos de 264.000 millones entre 2013 y 2015. Esto se deriva del ingente endeudamiento en que incurrieron todas las entidades para financiar la burbuja inmobiliaria y de crédito, que se hizo con emisiones en mercado que se colocaban muy baratas entre la banca internacional. Eran otros tiempos. Aunque ya no se dé casi crédito, hay que devolver esos préstamos, y como las entidades no generan suficientes recursos para ello, tienen que endeudarse otra vez para pagar esa deuda. Y ahí tienen dos alternativas: realizar nuevas emisiones en mercado -pero a pesar de la caída de la prima de riesgo, salen más caras que las antiguas-; o pedirlo prestado al BCE al 0,5%.
Ésa es la segunda causa, que el tipo de interés que pide el BCE es imbatible (en realidad es un poco más caro porque la autoridad monetaria aplica un recorte -haircut- al valor los títulos que llevan los bancos como garantía de los préstamos, lo que encarece esta financiación). "A pesar de lo que han mejorado las condiciones en el mercado, sigue siendo mucho más barato pedir el dinero al BCE. Aunque vayamos reduciendo la apelación, es absurdo no seguir tirando de esta facilidad mientras dure", sostienen en una entidad. Una tesis que expresó en público en alguna ocasión el exconsejero delegado del Santander, Alfredo Sáenz.
Las nacionalizadas, las más pilladas
Hay un problema añadido, que es que no todas las entidades españolas tienen acceso al mercado. De hecho, sólo lo tienen las más grandes que han sobrevivido a la crisis. Ni las entidades no cotizadas (cajas de ahorros) sanas, ni mucho menos las rescatas han podido emitir en mercado este año, y no les queda más remedio que acudir a Fráncfort para hacer frente a sus compromisos. Estas últimas son precisamente de las que más vencimientos tienen; su agresiva expansión durante la burbuja es lo que las ha llevado a la insolvencia y a necesitar fondos públicos para seguir vivas.
El problema de esta situación es que en algún momento se acabará la barra libre y el BCE volverá a desempeñar su papel original de prestamista de último recurso (sólo para casos de emergencia). De momento, Draghi no ha insinuado el fin de la liquidez ilimitada e incluso ha bajado los tipos en julio del año pasado y en mayo del actual. Pero si la recuperación de la zona euro a la que apuntan las cifras conocidas ayer en Francia y Alemania se consolida, el consejo del instituto emisor se lo planteará seriamente. Y la banca española tendrá un problema.
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