Las imágenes de la pasada semana en Jerez eran impensables hace solo unos meses. Vettel se marchaba corriendo a su casa el miércoles tras haber dado solo once vueltas. El jueves, un día antes de lo previsto, lo hacían Newey y Horner, poco después de que el RB10 de Daniel Ricciardo volviera a pararse envuelto en humo en su primer vuelta. Fracaso total. ¿Qué pasará con Red Bull en 2014?
El equipo austríaco ha perdido un tercio de los entrenamientos de pretemporada. Si el tiempo en pista es oro antes de comenzar un campeonato, en este es de platino. Por un lado, el primer gran problema para Red Bull y Renault es la gran cantidad de trabajo que ha quedado pendiente por llevar a cabo, tanto en el terreno del motor como del chasis. Como si después de la salida del pelotón, el ciclista todavía se quedara en meta intentando colocar la cadena. Luego le tocará rodar como un loco para tomar contacto.
En segundo lugar, se desconocen realmente el alcance de los problemas de Renault y Red Bull. Parece que el fabricante francés los tiene en varios apartados de su planta motriz, y que estos se agudizan ante el diseño del RB10. Es decir, son dos partes diferentes, cada uno con sus desafíos, fabricante y equipo que luego deben armonizarse entre sí. Por ello, Newey salió corriendo de Jerez. Tenía que irse cuanto antes a su mesa de dibujo para, se supone, reposicionar varios elementos de su monoplaza.
Por tanto, Red Bull se enfrenta a uno de los mayores temores que un equipo podría afrontar ante el nuevo reglamento: un fallo básico de concepto. Y bien es sabido que, en la Fórmula 1, estos errores se pagan caros, porque habitualmente no se solucionan en dos días.
Por tanto, cuando el pelotón ya haya dejado la línea de salida atrás, en Bahrein Red Bull y Renault comenzarán como nuestro ciclista. Y cuando equipos como Mercedes Ferrari y McLaren lleven ya velocidad de crucero con el intenso trabajo de evolución de sus monoplazas, el equipo austríaco simplemente estará calentando las piernas, es decir empezando a comprobar que las modificaciones llevadas a cabo frenéticamente durante estas dos semanas, primero, funcionen. Y, segundo, de ser así, permitan llevar a cabo el intenso programa de desarrollo de la gran cantidad de áreas diferentes (correcto funcionamiento de sistemas básicos, programas de motor y consumo, comprobaciones aerodinámicas, neumáticos, puesta a punto mecánica y demás) que exige un Fórmula 1 recién salido del horno. Es decir, estará como Ferrari y Mercedes el primer día de Jerez, por ejemplo. Y repito, teniendo suerte de que todo funcione.
Red Bull ha demostrado una impresionante capacidad de reacción en estas últimas temporadas. En 2010 no rodaron en la primera semana. Por ejemplo, el 2012, cuando comenzó con el pie cambiado tras el primer golpe a los escapes de soplado, cuando Webber y Vettel llegaron a llevar sistemas diferentes de escapes porque el genio británico no tenía claro cuál era de ellos era el mejor. A final de temporada arrasaron. Neumáticos modificados a mitad de año o no, otro tanto ocurrió en 2013. Red Bull, seguro, levantará el vuelo.
Pero, dada la dinámica de la Fórmula 1, es legítimo deducir que Vettel y compañía tendrán problemas para seguir el ritmo de sus rivales en la primeras carreras de la temporada. Bien es cierto que, dadas tantas novedades en 2014, debemos esperar cualquier resultado ante la incierta fiabilidad que se espera. Pero este año Red Bull no solo depende de sí mismo en el pasado, como cuando los motores estaban congelados. Porque Renault, en su propia área de juego, debe resolver los suyos.
En definitiva, el panorama apunta que vamos a vivir una temporada extraordinaria. Por la incertidumbre mecánica, por la nueva dinámica de las carreras y, también, porque el mejor ciclista del momento, el ganador de los cuatro últimos Tours de Francia, todavía está en la meta intentando poner la cadena. Quizás el propio Sebastian Vettel agradezca a final de año esa doble puntuación de la última carrera que él mismo tanto ha criticado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario