LAURA LÓPEZ VARONA
Cicatrices de Asturias: las industrias extractivas
Lunes10 de febrero de 2014
En ninguna otra región de España como en Asturias se encuentran los relieves del paisaje tan mortalmente heridos por la actividad de las industrias extractivas. Basta subir a cualquier cumbre para percatarse de que esa magnífica perspectiva de colinas verdes y herbosas que se ondulaban hasta el horizonte por aquí, y de bosques y terreno asilvestrado por allá, es cosa de otro tiempo, y uno se siente obligado a preguntarse cómo es posible que las vibraciones; el ruido, las emisiones de polvo; la pérdida de biodiversidad y de la calidad de vida asociada a los ecosistemas de ribera, bosque y campiña; la lesión tan grave a la fauna, a la flora, a la morfología y a la hidrología de nuestra preciosa región pueda perpetrarse sin consecuencias jurídicas para sus responsables y pasando desapercibida para las autoridades más próximas con competencias en la materia, como si se estuviera desarrollando en la más absoluta clandestinidad.
La pérdida de nuestro paisaje requerirá en algunos lugares largos periodos para su recuperación total y completa, mientras que en otros ya nunca se llegará a alcanzar el estado original, pues los trabajos extractivos se mantienen durante décadas y se otorgan nuevas concesiones sin que se haya iniciado la restauración del equilibrio ecológico perturbado por las ya extintas.
¿Qué es lo que explica que una actividad industrial capaz de producir tan profunda alteración en el medio físico, de efectos tan perturbadores como ostensibles, pueda desarrollarse con tal impunidad en Asturias? Recientemente estas industrias han declarado a los medios de comunicación, con gran insolencia, que se sienten “mimadas” por la Administración Pública. Y es este un cuadro de situación que lo explica todo y que difícilmente podría resultar más lamentable, pues ese “mimo” constituye la intolerable subordinación del interés general de todos los asturianos a los particulares intereses empresariales que explotan las canteras, y cabe suponer que, en nuestra región, pueden excavar y extraer lo que quieran, cuanto quieran, como quieran, en donde quieran y todo el tiempo que quieran hacerlo, escudados en la fragmentación de atribuciones y competencias administrativas, en una legislación preconstitucional y en la evidente tolerancia de las infracciones por parte de quienes, indiferentes tanto hacia su función de garantes como a los requerimientos de la naturaleza, le hurtan a Asturias el magnífico escenario en el que las siluetas encadenadas de las montañas se contraen y se quiebran por el mordiente y codicioso aprovechamiento.
Lunes10 de febrero de 2014
En ninguna otra región de España como en Asturias se encuentran los relieves del paisaje tan mortalmente heridos por la actividad de las industrias extractivas. Basta subir a cualquier cumbre para percatarse de que esa magnífica perspectiva de colinas verdes y herbosas que se ondulaban hasta el horizonte por aquí, y de bosques y terreno asilvestrado por allá, es cosa de otro tiempo, y uno se siente obligado a preguntarse cómo es posible que las vibraciones; el ruido, las emisiones de polvo; la pérdida de biodiversidad y de la calidad de vida asociada a los ecosistemas de ribera, bosque y campiña; la lesión tan grave a la fauna, a la flora, a la morfología y a la hidrología de nuestra preciosa región pueda perpetrarse sin consecuencias jurídicas para sus responsables y pasando desapercibida para las autoridades más próximas con competencias en la materia, como si se estuviera desarrollando en la más absoluta clandestinidad.
La pérdida de nuestro paisaje requerirá en algunos lugares largos periodos para su recuperación total y completa, mientras que en otros ya nunca se llegará a alcanzar el estado original, pues los trabajos extractivos se mantienen durante décadas y se otorgan nuevas concesiones sin que se haya iniciado la restauración del equilibrio ecológico perturbado por las ya extintas.
¿Qué es lo que explica que una actividad industrial capaz de producir tan profunda alteración en el medio físico, de efectos tan perturbadores como ostensibles, pueda desarrollarse con tal impunidad en Asturias? Recientemente estas industrias han declarado a los medios de comunicación, con gran insolencia, que se sienten “mimadas” por la Administración Pública. Y es este un cuadro de situación que lo explica todo y que difícilmente podría resultar más lamentable, pues ese “mimo” constituye la intolerable subordinación del interés general de todos los asturianos a los particulares intereses empresariales que explotan las canteras, y cabe suponer que, en nuestra región, pueden excavar y extraer lo que quieran, cuanto quieran, como quieran, en donde quieran y todo el tiempo que quieran hacerlo, escudados en la fragmentación de atribuciones y competencias administrativas, en una legislación preconstitucional y en la evidente tolerancia de las infracciones por parte de quienes, indiferentes tanto hacia su función de garantes como a los requerimientos de la naturaleza, le hurtan a Asturias el magnífico escenario en el que las siluetas encadenadas de las montañas se contraen y se quiebran por el mordiente y codicioso aprovechamiento.
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