La vieja generación de dirigentes que vivió en primera persona el nacimiento de CCOO se jubila. El próximo secretario general, Unai Sordo (Bilbao, 1972), pertenece a una nueva hornada de dirigentes que solo conoce la mina La Camocha —donde nacieron las primeras comisiones obreras— por tradición oral o por haber leído sobre su existencia en periódicos y libros de texto. De aquello hace 60 años, y 40 desde que los sindicatos fueron legalizados. Y ayer, en la jornada inaugural del XI Congreso de CCOO, se pudo escuchar una autocrítica impensable hace pocos años.
No fue la célebre autocrítica de Kruschov, probablemente porque no era necesaria. Pero Ignacio Fernández Toxo (Ferrol, 1952) —dos mandatos al frente de CCOO— no se mordió la lengua. Admitió sin tapujos ante los 751 delegados que “las tarjetas 'black' son una mancha en nuestra historia”. Justo el mismo día en que el exsecretario de CCOO en Andalucía Francisco Carbonero era investigado en el caso de lo ERE, lo que removió ayer algunos cimientos del congreso.
“No vale decir que no lo sabíamos, y no lo sabíamos... Pero mirar para otro lado no sirve, hay que tomar el toro por los cuernos”, aseguró Toxo después de reconocer que “el sindicalismo confederal y de clase no pasa por el mejor momento de su historia, y sería estúpido no reconocerlo”.
El análisis de Toxo, recogido en el informe general presentado al congreso, parte de una idea: “Las causas y la manifestación de este debilitamiento en una parte de los países europeos son anteriores al estallido de la gran recesión”. Es decir, que la pérdida de afiliación —y CCOO se ha dejado 100.000 afiliados en los últimos cuatro años— no solo tiene que ver con la crisis, sino con causas “endógenas” y “exógenas” que han “minado” la credibilidad de los sindicatos.
Expresado en términos más concretos: la crisis y las políticas económicas tomadas con posterioridad, particularmente las reformas laborales de 2010 y 2012, han generado “profundos cambios y mutaciones en el mercado de trabajo que han erosionando los tradicionales procesos identitarios de los trabajadores”. Es decir, los sindicatos son ahora menos útiles para la sociedad —principalmente para los jóvenes— por la puesta en marcha de determinadas políticasque buscaban, precisamente, eso.
Pérdida de confianza
Según la información que maneja CCOO, entre las causas de baja del sindicato la más frecuente es la pérdida del puesto de trabajo o el temor a perderlo, frente a otros motivos, como la “mala atención”, la “pérdida de confianza” o las “discrepancias político-ideológicas”.
Los errores propios, según la dirección saliente de CCOO, tienen su origen en la manera de enfrentarse los sindicatos a los “cambios evidentes” que venían produciéndose en la sociedad española y, en particular, en el mundo del trabajo. Pero también a decisiones tomadas cuando la economía crecía con fuerza antes de la crisis, como la gestión de los expedientes de regulación de empleo (ERE), los cursos de formación o la presencia de dirigentes del sindicato en la antigua Caja Madrid, cuya “expresión más grosera”, en palabras de CCOO, derivó en el “escándalo de las tarjetas”.
El resultado es que, en los últimos cuatro años, la afiliación “se ha resentido significativamente”, aunque no se trata de un fenómeno singularmente español. La propia socialdemocracia, como sostiene el documento, está en declive. E incluso, como dijo ayer Toxo en su intervención, bajo la mirada atenta del presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, “es curioso que nos tengamos que alegrar del triunfo de alguien como Macron, un ultraliberal”.
El resultado es que, en los últimos cuatro años, la afiliación “se ha resentido significativamente”, pero no se trata de un fenómeno singularmente español
La causa de esta pérdida de hegemonía de la izquierda tiene que ver, según CCOO, con que se ha quebrado el pacto social entre capital y trabajo surgido tras 1945 y que colocaba a los sindicatos en el centro del tablero político a través de diversos instrumentos.
Eran los tiempos en que estados fuertes eran propietarios de las industrias estratégicas o dirigían políticas industriales; servicios públicos universales y sistemas de protección social avanzados, y políticas económicas que incentivaban la demanda interna para lograr situaciones de pleno empleo o cercanas al mismo, como sostiene CCOO. Y la mayor productividad de la economía estaba ligada a un reparto de la riqueza más equilibrado a través de la negociación colectiva de los sistemas impositivos.
Ahora todo es distinto. Y la estrategia de CCOO para recuperar posiciones pasa por recuperar la unidad de la izquierda. Precisamente en línea con la nueva orientación del PSOE tras el regreso de Pedro Sánchez, lo que justifica una primera reunión que ya se ha celebrado en Ferraz. Algo que también supone reforzar la unidad de acción con la UGT de Pepe Álvarez, que es, según Toxo, “una pieza básica de la estrategia de CCOO”.
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