8 de mayo de 2017. La familia Luksic, la más rica de Chile y dueña del grupo Antofagasta, acababa de comprar el 3% del Banco Popular en plena caída bursátil, una inesperada muestra de confianza cuando todo el mundo parecía querer abandonar el barco. Los gestores del patrimonio de esta familia habían pedido verse con Emilio Saracho para conocer sus planes para salvar la entidad. Pero, en vez de contárselos, el presidente del banco les sorprendió con una frase de Emilio Botín que pasó a la historia: "Los planes no se anuncian, se ejecutan".
Lejos de impresionar a los gestores de Luksic, lo que provocaron las palabras de Saracho fue estupor en sus interlocutores, que no entendieron esa chulería y desconfianza para con ellos, que le estaban dando un apoyo del que no andaba precisamente sobrado el Popular. Un estupor que les dura hasta hoy, puesto que la actuación posterior de Saracho no se corresponde, precisamente, con la impresión de que tuviera ningún plan minuciosamente preparado: simplemente puso a la venta el banco a toda prisa y, ante la falta de ofertas y la huida de los depósitos, el BCE decidió resolverlo y venderlo al Santander por un euro.
Hay que recordar que Saracho trabajó en el Banco Santander bajo las órdenes de Emilio Botín, quien, como todo el mundo sabe, protagonizó algunas de las operaciones corporativas más exitosas de la banca mundial. Entre ellas, destacan la compra de la parte buena del ABN Amro (el brasileño Banco Real), mientras que la mala se la quedaron Royal Bank of Scotland (rescatado posteriormente) y Fortis (comprado por BNP), o el 'pase', menos de un mes después de comprarlo, del Antonveneta italiano al Monte dei Paschi (cuya situación es bien conocida), con una plusvalía de 2.400 millones.
Luksic ofreció su apoyo a una ampliación
Estas operaciones construyeron el aura mítica del fallecido presidente del Santander (hasta el punto de que en el mercado se considera que la compra del Popular es una operación digna de él), a quien siempre se le preguntaba en las ruedas de prensa por posibles adquisiciones, en especial de cajas de ahorros insolventes durante la crisis financiera. Y en varias ocasiones su respuesta fue que "las operaciones no se anuncian, se ejecutan".
El portavoz de la familia chilena, José Bulnes, asegura que, en la citada reunión, ellos expresaron a Saracho su intención de apoyar una eventual ampliación de capital, que veían como la mejor forma para mantener la solvencia del Popular. Tampoco obtuvieron respuesta, salvo por la vía de los hechos, cuando se puso en marcha la subasta que descartaba la captación de dinero de los accionistas.
No obstante, los Luksic no consideran a Saracho el principal responsable de la catástrofe —"no pudo ejecutar sus planes"—, salvo por sus "desafortunadas declaraciones" en la junta de accionistas de abril, en las que reconocía la inviabilidad del Popular y la necesidad de ampliar capital o venderlo.
Esta familia, asesorada por el despacho Roca Junyent, ha presentado un recurso administrativo contra la resolución del FROB de intervenir el Popular. Asimismo, pretende recurrir la decisión de la Junta Única de Resolución ante el Tribunal de Luxemburgo, para lo cual ha pedido toda la documentación en que se basó, incluyendo el famoso informe de Deloitte que consideraba que el Popular tenía un valor negativo (es decir, que no quebró por la salida de liquidez, como sostiene la versión oficial).
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