Un segundo semestre bursátil menos exigente tras la brillantez del primero
Finanzas.
El Ibex-35, después de alcanzar máximos a principios de mayo en el entorno de los 11.200 puntos, ha estado goteando a la baja, para rondar ahora los 10.700. A punto de cerrar la primera mitad del año, pese a esta corrección, el selectivo gana alrededor de un 15%, un porcentaje con el que muchos inversores estarían dispuestos a dar por cerrado el ejercicio. ¿Hay que hacerlo?, ¿qué esperan los expertos para la segunda mitad de 2017? Tomás García-Purriños, de Morabanc, explica: «Creemos que a corto plazo podría producirse una recogida de beneficios y vemos por tanto argumentos para, tácticamente, reducir la exposición a renta variable: desconexión del S&P 500 del índice de sorpresas macro, once meses sin corrección, volatilidad en mínimos multianuales, debilidad de las materias primas, expectativas elevadas del crecimiento del beneficio por acción...». Pero, como insiste, éste «sería un movimiento exclusivamente táctico», dado que a doce meses vista, sigue siendo positivo, porque los datos que confirman la recuperación o la expansión de las economías, los beneficios al alza y las valoraciones atractivas.
Con esta visión coincide Óscar Germade, de BNP Paribas Personal Investors: se está produciendo una descarga, una toma de beneficios, una pausa, que puede llevar al índice a los 9.900-10.000 puntos, para luego retomar las subidas. Prevé que el verano será el momento en el que el mercado corrija. Aunque Eduardo Faus, de Renta 4, cree que el Ibex, a corto plazo, seguirá moviéndose entre los 10.400 puntos y los 11.200 puntos: Tanto puede ir a cerrar el hueco que se dejó en los 10.400 puntos, como a revisitar sus máximos más recientes.
Los tipos y el crudo
Roberto Ruiz-Scholtes, de UBS, opina que si los mercados se han quedado sin fuelle ha sido por la bajada de los tipos de los bonos y por la recaída del crudo. Por tanto, será la recuperación de ambos lo que posibilitará el rebote del que hablan tanto García-Purriños como Germade. Atisba que los intereses de los bonos pueden repuntar gracias a las reuniones del BCE y de la Reserva Federal de principios de septiembre, cuando el primero anticipe el 'tapering' (el inicio de la reducción de compra de activos) y el segundo, el inicio de la caída del tamaño de su balance. Afirma que ese repunte puede comenzar a cotizar a partir de la reunión de los banqueros centrales de Jackson Hole (EE.UU.) a finales de agosto, dado que suelen realizar avances de la política monetaria que aplicarán a continuación. En cuanto al crudo, espera que coticen al alza los datos de caídas de inventarios.
Pero Fernando Hernández, de Andbank, respecto al impacto del endurecimiento monetario, advierte de que si bien el mercado ha sabido convivir descontando una baja inflación y unos bajos tipos de interés, es posible que se preocupe por la subida del precio del dinero y su efecto en la economía. Así, en su opinión, si la política monetaria lleva al bono americano a rentar entre un 2,5% y un 2,75% y al alemán al 0,70-0,80%, es posible ver que las Bolsas se tomen un descanso y corrijan hacia finales del ejercicio. Mientras tanto, en su opinión, cotizarán unos resultados empresariales que serán buenos.
En este sentido, Víctor Peiro, de GVC Gaesco Beka, añade que podría haber una recuperación de niveles coincidiendo con la presentación de los resultados del segundo trimestre, que comienza el día 15 de julio, aunque no prevé un 'rally'. De hecho, estima que de aquí a septiembre el selectivo podría estar moviéndose entre los 10.500 y los 11.200 puntos. En su opinión, por tanto, el segundo trimestre y el tercero podrían ser de consolidación, para enlazar con un cuarto de tirón hacia los 11.500 puntos.
Un impulso de EE.UU.
Rose-Marie Boudeguer, de Banca March, comenta que puede haber volatilidad este verano, y quizás caídas, pero considera que los inversores aprovecharán los recortes para comprar. Opina que ayudaría al mercado que durante el segundo semestre se vayan aclarando y materializando las medidas de política económica que prometió Donald Trump. Ello podría ser un catalizador alcista, a la vista de que en las últimas semanas el descanso que se han tomado los mercados ha podido tener que ver, en parte, con la decepción que suscita el hecho de que aún no se tengan casi ni detalles de sus planes expansivos. Boudeguer espera que avance la política económica americana, debido a que el próximo año habrá elecciones legislativas y los candidatos republicanos deberán presentar algún logro a su electorado. También Ruiz-Scholtes confía en que de aquí a fin de año Trump presente un plan de mínimos, que podría dar por satisfechos a los inversores. De todas maneras, según apunta Diego Jiménez-Albarración, de Deutsche Bank, la economía americana sigue mostrando una gran solidez, incluso tras conocerse recientemente unos datos económicos algo decepcionantes.
Aunque habrá que estar pendiente del proceso de investigación a Trump y a su equipo por si deriva en un 'impeachment'. O de temas más habituales, como la negociación del techo de deuda.
Al parecer, pues, el riesgo político salta de Europa a EE.UU.. Los procesos electorales europeos se han saldado con éxito y sólo quedan por delante Alemania, que no supone un riesgo, e Italia, quizás. Pero Jiménez-Albarracín percibe que el Movimiento Cinco Estrellas está perdiendo apoyos a cambio del reforzamiento del Partido Democrático (centro-izquierda) ahora en el Gobierno.
¿EE.UU. o Europa?
¿Significa esto que es mejor apostar por Europa que por Estados Unidos? Jiménez-Albarracín se inclina por Europa, debido a que no deja de recibir sorpresas económicas positivas y también a que las valoraciones son menos exigentes que al otro lado del Atlántico. Además, precisa que los índices de la periferia deberían tener más potencial que los del centro debido a que están mucho más lejos de los máximos que éstos.
Daniel Pingarrón, de IG, apunta que es posible que los índices americanos terminen el año por debajo de los niveles actuales, mientras que augura una subida moderada para los indicadores europeos. En un escenario favorable, ve al selectivo español subiendo hasta los 11.500 puntos. Germade coincide con este pronóstico, aunque ve la posibilidad de que la subida del selectivo se extienda hasta los 11.800 hasta final de año.
No vendría mal tampoco salir de EE.UU. y de Europa: para Boudeguer este escenario, con tipos americanos subiendo moderadamente, sin inflación y con un dólar controlado, es favorable para los emergentes. Aunque haya que vigilar a China, posiblemente, como avisa García-Purriños.
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