miércoles, 10 de marzo de 2021
Tesoros en peligro...
La fusión bancaria puede poner en peligro el Museo Barjola
Liberbank nunca mostró piedad con el patrimonio material e inmaterial de Cajastur
Por
Luis Feás
9 marzo 2021
Luis Feás
Periodista, crítico de arte y comisario de exposiciones. Ha escrito en La Voz de Asturias y Atlántica XXII entre otros medios. http://luisfeas.com/contacto/
Vamos a hacer un poco de historia patrimonial. El origen de las Cajas de Ahorros fueron los Montes de Piedad, entidades benéficas en auxilio de los desfavorecidos. En el caso de la Caja de Ahorros de Asturias, el veterano Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Oviedo (1880), que tuvo en la desaparecida calle de Platerías su primera sede, retratada ochenta años después por Adolfo Álvarez Folgueras en una acuarela gris y transparente que todavía pertenece a la colección Cajastur-Liberbank.
Tras el derribo en 1930 de la plaza porticada frente a la Catedral, que motivó una de las primeras movilizaciones de conservación de patrimonio en Asturias, en la que participaron personalidades como Ramón Menéndez Pidal y se firmó un manifiesto promovido por su sobrino el arquitecto Luis Menéndez-Pidal y redactado por Ramón Pérez de Ayala, el domicilio se trasladó a un flamante edificio de nueva construcción en la misma plaza ya remodelada, obra culturalista del arquitecto Enrique Rodríguez Bustelo.
La sede del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Oviedo en la calle Platerías, retratada por Adolfo Álvarez Folgueras
En 1946, el Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Oviedo se unía con la más joven Caja de Ahorros y Monte de Piedad Municipal de Gijón (1929) para formar la Caja de Ahorros de Asturias, que nada más iniciar su actividad se propuso un concurso de anteproyectos para levantar un “edificio monumental” en la plaza de la Escandalera de Oviedo, en el solar de antiguas casas de finales del siglo XVIII y principios del XIX.
El ganador del concurso fue el arquitecto asturiano Julio Galán Gómez, con un proyecto funcionalista pero ciertamente monumental que se convertiría en uno de los elementos distintivos del desarrollo del Oviedo de postguerra. Fue inaugurado con toda solemnidad el 20 de abril de 1956, en un acto en el que las autoridades destacaron “su depurada figura muy siglo XX”.
Lo primero en abrirse fueron las dependencias de la Obra Social y Cultural, de indiscutible factura moderna, que se anticiparon casi dos años y medio a la total instalación del resto de los servicios del edificio. El éxito fue tal que Julio Galán Gómez se convertiría en arquitecto de buena parte de los edificios de las Cajas de Ahorros de España en Álava, Segovia, La Coruña, Lugo, Soria, Albacete, Castellón, Ávila, Santiago de Compostela, Burgos y León.
En 1960, se abrirían las salas de exposiciones en la sede de Gijón, en el excelente edificio de estilo racionalista del arquitecto José Avelino Díaz y Fernández Omaña, obra cimera de su autor (1940), una vez concluidas las obras de reforma según proyecto de los arquitectos José Manuel del Busto y Miguel Díaz Negrete. Lo mismo se hará en Avilés en 1962, en el edificio de la antigua Banca Maribona, después de la reforma de Tomás Menéndez Abascal.
Más adelante también se pondrían en marcha los centros de Langreo y de Mieres hasta culminar en 1991 con la reforma del gótico, renacentista y barroco Palacio Revillagigedo de Gijón y la Colegiata de San Juan Bautista, financiada con fondos del Ayuntamiento de Gijón, la Consejería de Cultura, el Ministerio de Cultura y la propia Caja de Ahorros de Asturias, para convertirlos en un ambicioso Centro Internacional de Arte con el añadido de un Centro de Documentación.
Finalmente, la incalculable inversión en patrimonio que realizó Cajastur a lo largo del siglo XX concluyó en 1996, con la habilitación de la sala de exposiciones en los bajos del edificio con fachada modernista (1914) del arquitecto Julio Galán Carvajal en la calle San Francisco de Oviedo, reformado tras la Revolución de Octubre de 1934 por los pintores y arquitectos Francisco Casariego y Joaquín Vaquero Palacios. En el almacén de la parte de atrás, que había sido de la compañía “Hijos de Simeón García”, y donde el ingeniero Ildefonso Sánchez del Río había elevado una valiente estructura de hormigón armado, se le añadiría un moderno salón de actos, postrera intervención de un capital cultural y social cuya desaparición ha dejado un enorme vacío.
Sin piedad con el patrimonio inmobiliario
El secretismo que practica la entidad bancaria hace imposible saber qué va a pasar con todo este valioso legado patrimonial inmobiliario en su absorción por Unicaja, de la misma manera que nunca se pudo confirmar cuánto de Cajastur había pasado a Liberbank, dato nunca revelado por el gabinete de prensa de la entidad.
Lo único seguro es que con fecha 30 de diciembre de 2015, y previa autorización del Patronato, tuvo lugar la venta a Liberbank de varios de estos bienes de naturaleza fundacional por un importe de 3.097.286,08 euros, cantidad claramente insuficiente para el valor de todo ese patrimonio.
También se sabe que la Fundación Cajastur tiene arrendados a Liberbank dos despachos y un almacén sitos en Oviedo y en Cuenca, por una cuantía de 1.452 euros. A su vez la Fundación Bancaria le arrienda al Banco el Pabellón Multiusos del Recinto Ferial Luis Adaro, en Gijón, por 36.000 euros. En la relación ya no figura el local del Polígono Industrial del Espíritu Santo en Oviedo donde se guardaba parte de su colección de arte y del archivo. En 2019, Cajastur abonó a Liberbank casi 41.000 euros por servicios de asistencia técnica y otros conceptos de colaboración.
Según los primigenios estatutos de 2014, se suponía que el domicilio de la Fundación Cajastur estaba radicada en la Plaza de la Catedral de Oviedo, en el antiguo Monte de Piedad y Caja de Ahorros. Sin embargo, era conocido que estaba ubicada realmente en esas oficinas alquiladas a Liberbank en Oviedo, en la Plaza de la Escandalera, con entrada por la calle San Francisco, como consta ya en los actuales estatutos, modificados.
Desde ese 2015, Liberbank nunca ha mostrado piedad con el patrimonio de Cajastur. Pronto se vio que lo más probable era que el edificio histórico de Rodríguez Bustelo, del que se había empezado a desalojar a los vecinos, fuera en realidad propiedad del Banco, que había trasladado su sede social a Madrid. Y que su intención era venderlo, como efectivamente acabó haciendo hace un año, en una operación cuanto menos dudosa en la que se le entregó a la constructora Comamsa por un importe de tres millones de euros, para hacer un hotel de lujo.
Entre los edificios que podrían verse afectados por una posible venta estaría también el antiguo Centro Cultural Cajastur de Oviedo, el citado edificio con fachada modernista a la calle San Francisco y almacén racionalista con salón de actos. El edificio se abandonó por una amenaza de ruina con la que se consiguió desalojar a los vecinos y Cajastur tuvo que recurrir a un convenio firmado en 2004 con el Ayuntamiento de Oviedo para poder mantener abierta una sala en la capital del Principado, en los bajos del Teatro Campoamor, en lo que había sido el Centro de Arte Moderno Ciudad de Oviedo (CAMCO).
Por ese mismo convenio, y en reciprocidad, el interior con auditorio pasó a ser gestionado por el Ayuntamiento de Oviedo, en complemento ideal con el Teatro Filarmónica, pero las dificultades de acceso, por una única entrada que en realidad era la salida de emergencia, lo hicieron inviable y tuvo también que cerrar. Tampoco se sabe qué va a pasar con el imprescindible edificio racionalista de la antigua Caja de Ahorros y Monte de Piedad en la calle Instituto de Gijón. Hay que recordar que todos estos edificios están dotados de equipamientos culturales, lo que hace todavía más inexplicable su abandono.
Lo peor es que también podría pasar con el Museo Barjola de Gijón, que acogió en 2019 la última exposición celebrada hasta el momento sobre los fondos de la colección de arte nacional e internacional de Cajastur-Liberbank. La exposición se hacía para celebrar precisamente la renovación del convenio con el Principado de Asturias de cesión de la casa-palacio de los Jove Huergo y la capilla de la Trinidad en las que el museo dedicado al pintor extremeño tiene su sede, que caducaba a los treinta años. El conjunto de la Trinidad está declarado Bien de Interés Cultural (BIC).
La renovación se hizo por otros diez, por lo que la fusión bancaria de Liberbank en Unicaja podría suponer la extinción del Museo Barjola en 2028. El centro se ha convertido en una referencia nacional por sus actividades multidisciplinares y sería una lástima que la falta de prevención y previsión hiciera que no se mantuviera en el tiempo. El Principado va a acometer próximamente una inversión de 50.000 euros para ponerle un ascensor largamente demandado.
Ejemplo de lo que habría que intentar se encuentra en Mieres, donde el Ayuntamiento recuperó para la ciudadanía, en 2018, el antiguo centro cultural de Cajastur en la villa para convertirlo en el Mieres Centru Cultural (MCC), con el objetivo de hacer de él un equipamiento de vanguardia y referencia con salón de actos que acoja al año tres o cuatro exposiciones de ámbito nacional e internacional de carácter novedoso y rompedor, complementarias a las de los otros espacios municipales.
Sede de Cajastur en Gijón, fotografiada por Ignacio Acuña
En manos de la Fundación Bancaria Cajastur sólo quedan la Colegiata de San Juan Bautista y el Palacio Revillagigedo de Gijón, donde los antiguos trabajadores de la Obra Social y Cultural consideraban que debería exponerse de forma permanente la colección de arte. La entidad alquila ambos espacios a diversos colectivos para el desarrollo de sus actos benéficos, lo que le supuso un total de 77.560 euros en 2019, cifra que también incluye la cesión del Centro de Pensionistas de Sama y el salón de actos y la sala de exposiciones de Mieres.
Los Cuadernos del Norte, el archivo y demás patrimonio inmaterial
Aun siendo tan reciente, cuesta imaginar el mazazo que supuso el cierre de la obra cultural de Cajastur, que de disponer de varios millones de euros pasó a cero, sustrayendo un apoyo económico que era esencial para los trabajadores de la cultura asturiana, en ámbitos como el artístico, el teatral o el musical.
Junto a estas pérdidas, tampoco se entiendía bien la indiferencia de los directivos de la Fundación Cajastur hacia otro legado menos visible pero igualmente importante, como son los Cuadernos del Norte, publicación bimestral dirigida por Juan Cueto Alas en los años ochenta, de altísima calidad y valor internacional. La iniciativa editorial, emprendida en la época en que Evaristo Arce dirigía la Obra Social y Cultural de Cajastur, aún hoy se recuerda con verdadera admiración.
Gracias a la insistencia del abogado y expresidente del Principado Juan Luis Rodríguez-Vigil, que en más de una ocasión reclamó la digitalización de los 59 números de la revista, al considerar que era “obligación de la fundación de la Caja de Asturias ponerla a disposición del público”, en 2019 la Fundación Bancaria suscribió finalmente un convenio con el Instituto Cervantes para que éste digitalizara el contenido y lo colgara en su página web. La antigua Caja se limitó a ceder gratuitamente los derechos.
La Fundación Cajastur firmó un convenio con el Instituto Cervantes
La atención siempre se fija en la colección de arte, pero Cajastur también dispone de otros materiales que son menos tangibles pero no menos relevantes para la historia de Asturias como podría ser el archivo en el que se guardaban minuciosamente fotos, catálogos y folletos de todas las actividades realizadas desde sus comienzos. Con ese archivo, Francisco Crabiffosse pudo elaborar su completa relación de exposiciones individuales y colectivas celebradas en la sala histórica de Oviedo entre 1956 y 1996, publicada en el catálogo de la exposición Oviedo y sus pintores en la Colección Caja de Asturias, de 1998. Se desconoce dónde pueda estar ahora el archivo, como no sea en ese almacén que Cajastur tiene arrendado a Liberbank en Cuenca.
A este respecto, cabe recordar por última vez que la ley del Principado de Asturias de Patrimonio Cultural permite también declarar como BIC los archivos, que quedan protegidos por toda la sección cuarta del texto legislativo, que afecta a los bienes documentales de “cualquier organismo o institución de carácter público y radicado en Asturias y ya desaparecido, aun cuando se encuentre en manos de particulares” (artículo 80 g).
Y para que no queden dudas en el eterno debate de si la Fundación Bancaria Cajastur, en cuyo patronato están representados la Junta General del Principado y el Ayuntamiento de Gijón, y sigue gobernada por los mismos políticos y ex-sindicalistas que ya lo hacían antes de la conversión bancaria, es una entidad pública o privada, sólo queda añadir que el artículo 80 d) de la ley también compromete a las “personas privadas, físicas y jurídicas”, sometidas a las mismas obligaciones en lo que se refiere a la conservación de “los documentos producidos en la gestión de sus servicios”.
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