domingo, 28 de marzo de 2021
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Por qué Israel o Chile ganan a España en la vacunación contra el coronavirus
Nos enfrentamos a los mismos problemas que toda la UE: firmamos los contratos tarde, están llegando menos viales y más lentamente y ha faltado estrategia.
Por Carmen Rengel
Una mujer recibe la vacuna de Oxford-AstraZeneca en un centro deportivo de Cwmbran, Reino
POOL VIA REUTERS
Una mujer recibe la vacuna de Oxford-AstraZeneca en un centro deportivo de Cwmbran, Reino Unido.
La vacunación contra el coronavirus en España va lenta. No es sólo una cuestión de percepción y de ansia, de lo que nos gustaría que pasara, que también, sino de estadística: las previsiones para estas alturas del año, con la primavera estrenada, eran mejores. No estamos llegando aún al plan fijado. Tener el 70% de la población vacunada en verano, como marca la hoja de ruta para toda la Unión Europea, nos llevaría un año y cuatro meses a este ritmo.
Tras el parón de nueve días en la vacunación con la fórmula de Oxford/AstraZeneca, a causa de las dudas por supuestos trombos aclaradas ya por la Agencia Europea del Medicamento (EMA), España dispone de un fondo que ronda los dos millones de dosis. Hasta el miércoles -día en que el Ministerio de Sanidad actualiza el número de vacunas entregadas-, las comunidades autónomas habían recibido 8,5 millones de dosis, de las que habían administrado ya 6,6 millones. Con la cantidad restante, las regiones pondrán a prueba su ritmo de vacunación para compensar la ralentización en las últimas semanas.
Ahora, con el 90% de los residentes y la gran mayoría de los sanitarios vacunados, las comunidades están en pleno proceso para inmunizar al conjunto de los profesionales esenciales y a mayores de 80 años. Es el reto inmediato.
Un 5,05% de la población se ha beneficiado ya de una vacunación completa (dos dosis, un total de 2,4 millones de españoles), mientras que un 9.40% se ha puesto al menos un pinchazo. Las inyecciones son desiguales si miramos el desglose regional: estamos entre el 11,6% de castellanoleoneses que han recibido al menos una dosis y los canarios, a la cola con un 7,2% de ciudadanos que ya están en proceso de vacunación, al menos con una.
El máximo de dosis suministradas hasta ahora en un día se registró el 4 de marzo, con 242.485, nada que ver con las apenas 55.000 de inicios del proceso. Parecía que esa velocidad de crucero ya se iba a mantener estable, pero el incumplimiento de contratos por parte de las farmacéuticas que nutren a España y a la UE (por ahora AstraZeneca, de tecnología ADN, y Pfizer y Moderna, de ARN mensajero), con retrasos del 20% de la producción prometida, y el frenazo hasta tener los resultados seguros de AstraZeneca han ralentizado el ritmo.
Ahora estamos aproximadamente en las 219.000 dosis de media diaria de la pasada semana. La ministra de Sanidad, Carolina Darias, insiste en que estamos a las puertas de una intensificación en la vacunación, por la regularización de los flujos de viales y porque llegará la nueva inyección de Janssen, que sólo necesita una dosis. Así se podrá llegar al ansiado 70% en verano, le salen las cuentas si apuramos hasta finales de septiembre.
Las asociaciones profesionales de médicos y enfermeros aprietan, porque dicen que se pueden mejorar los protocolos de vacunación, reforzar las plantillas y optimizar la logística, mejorando los datos. Ha habido que superar, además, unos inicios titubeantes, con “jeringas que no servían, listados sin actualizar, falta de espacio o falta de refuerzos”, como detectaba el sindicato de enfermería SATSE, por ejemplo, en la Comunidad de Madrid.
Los científicos del grupo de investigación de Biología Computacional y Sistemas Complejos (BIOCOMSC) de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), que elaboran informes periódicos para la Comisión Europea, alertan en su última entrega sobre la “lenta penetración” de las vacunas en los Veintisiete, en general. Y en el caso concreto de España confirman “una reducción en el ritmo de bajada de casos en España”, aunque indica que “aún no se ve estancamiento completo de bajada” y constata una incidencia del virus menor que en la mayoría de países europeos. “España en su conjunto parece seguir con retraso la curva de las comunidades con más presencia de variante B.1.1.7 (británica) que frenaron antes la bajada. En cualquier caso sigue la tendencia de estancamiento y ligera subida de Europa”, añade el documento.
Como en toda la UE
La cifra de dosis diarias en España es similar a las de nuestro entorno europeo, algo superiores en Francia (297.000 al día, con 20 millones de habitantes más que España, hasta 66), Alemania (285.000, con casi el doble de población que España, 83 millones) o Italia (243.000, sobre 60 millones de ciudadanos). España se sitúa en la 12ª posición del club comunitario, ligeramente por encima de la media.
Como repite insistente el portavoz de la Comisión Europea, Eric Mamer, el principal fallo “es una cuestión de capacidad de producción, y eso es un problema al que se enfrentan todos los países”. Falta el elemento clave, sin eso no hay ni protocolos ni estrategias ni medios.
Si se toma la lista de los 20 países que más dosis han administrado ya por cada 100 habitantes, apenas cuatro son comunitarios: Hungría es el décimo, con un 23,52% de dosis (y porque ha tenido una entrada importante de vacunas rusas, no avaladas aún por la EMA), Estonia ocupa el puesto número 15 con un 17,33%, Dinamarca el 17 con un 16,9% y cierra en el 20 Finlandia, con un 15.3%. Son cifras de Our World in Data, que elabora con la Universidad de Oxford y el Global Change Data Lab.
Ahora mismo, Israel, Emiratos Árabes Unidos, Chile, Reino Unido y Bahréin, junto a EEUU, se disputan a diario los cinco primeros puestos en protección contra el coronavirus. Si la UE ha puesto 14 dosis de media por cada 100 habitantes, en Reino Unido suben a 46 y en EEUU, a 39. Tres veces más. La cifra impacienta, cuando se vienen nuevas olas. Pero el más aplastantes es el primer caso, el israelí: más del 50% de la población ha sido ya inoculada con ambas dosis de la vacuna, sobre 8,8 millones de personas.
Cristian Castillo, profesor colaborador de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, explica que nuestra situación no es excepcional, sino que arrastramos los mismos problemas que el resto de la UE. “La política de compra europea ha sido un fracaso. Como idea inicial, era totalmente lógica la apuesta de hacer una compra unitaria de vacunas, porque permitía reducir los precios y favorecer la distribución. Lo que pasa es que al final hemos visto que ha sido todo lo contrario, la UE se ha convertido en un cuello de botella en el que las diferentes farmacéuticas, especialmente AstraZeneca, han incumplido esos contratos”, resume.
Países como Israel o Reino Unido (que ha llegado a poner en un día 873.000 inyecciones), “muy inicialmente ya tuvieron las dosis necesarias para asegurarse que el ritmo de vacunación nunca se paraba y que estaba en los porcentajes deseados”.
Sin entrar en el debate de si han pagado más o han tenido trato preferente en la adquisición, que eso es política, el experto en logística señala que “no se puede negar que lo han hecho mejor, han dispuesto de las dosis necesarias en un primer momento y luego han seguido criterios de vacunación, como en Israel, muy ligados a la tecnología”.
“La ciudadanía, cuando se lanzó masivamente la vacuna, disponía en todo momento de la información sobre qué puntos tenían más a su alcance, y eso ha favorecido el proceso, ha habido una coordinación absoluta entre administración y ciudadanía, con un único criterio, que es importante frente a las diferencias de autonomías de España, y así han acudido de forma masiva a vacunarse”, abunda.
Efectivamente, el caso de Israel es único, porque trabaja como una unidad de gobierno, sin regiones a la española, con el sistema centralizado y muy apoyado en startups y empresas tecnológicas y mutuas privadas que se han sumado a una misma cadena. De los precios se extraen muchas conclusiones: según la televisión pública local, Israel invierte 39 euros por persona en la campaña de vacunación y la mayoría del suministro viene de la farmacéutica Pfizer. Como cada persona necesita dos dosis para lograr la inmunidad, paga cada pinchazo a unos 19,5 euros. Eso es casi el doble del precio que acordó la Unión Europa con Pfizer: 12 euros por dosis, según desveló Bélgica. A eso se suma la posición ventajosa para recibir vacunas por un acuerdo para facilitar información de los pacientes a la citada compañía.
En el caso de Reino Unido, añade Castillo, “también se cuenta con el criterio diferencial respecto a Europa de utilizar una única dosis, la de Oxford/AstraZeneca, que además es del país, y alargar la segunda. Eso ha hecho que su ritmo para conseguir esa inmunidad también se favorezca. Su criterio ha sido un factor diferencial”, concluye.
Ha sido muy polémica esta semana la afirmación del primer ministro británico, Boris Johnson, de que el éxito del programa de vacunas en el país se debe al “capitalismo” y a la “avaricia”, unos comentarios que luego quiso retirar enseguida, tras verterlos en una reunión privada con conservadores como él. En realidad, es así: ha conseguido evitar algunos de los problemas de suministro de vacunas a los que se ha enfrentado la UE a 27 países, como cuando AstraZeneca anunció que había tenido un problema de producción.
Mientras el gobierno británico invirtió de forma agresiva y temprana en la vacunación contra el coronavirus, la UE ha adoptado un enfoque más lento y cauteloso. En el caso de las vacunas Oxford-AstraZeneca y Pfizer/BionTech, el Reino Unido anunció los acuerdos más de tres meses antes que la UE. Jugaba en casa (no hay que olvidar el Oxford que va delante), por lo que ha tenido un trimestre entero para adaptarse a los problemas de fabricación. En plena tensión por las primeras semanas de aplicación del Brexit, para el Reino Unido era importante presentarlo como una ventaja de haberse divorciado.
Y en el caso de EEUU, la clave está en la promesa electoral del nuevo presidente, Joe Biden. Dijo que tomaría el toro por los cuernos, tras un Donald Trump negacionista, y ha invertido en un plan de rescate con 1,9 billones de dólares y una vacunación de 100 millones de dosBRICSis en sus primeros cien días de gestión. Moderna es marca nacional, además, también Johnson & Johnson, por lo que los acuerdos y la logística son más sencillos. Todo casa.
En Chile, quizá el caso que más sorpresa ha generado estas semanas (porque no es una enorme potencia, ni un BRIC), los analistas destacan dos factores como claves. La primera es que que empezaron a hablar con potenciales distribuidores muy temprano, tanto como en mayo, cuando aún estábamos en pañales en otros estados. La segunda, que diversificaron las apuestas, revisando las mejores opciones más allá del origen de la empresa fabricante, los intereses económico y geopolíticos y las tensiones de fondo, como pasa en Europa con las provenientes de China o Rusia.
El proceso chileno supone una gran apuesta por la vacuna china, de hecho, cuyo uso no ha sido aprobado ni en EEUU ni en la Unión Europea y cuya producción va rauda. Sinovac es la marca más administrada en el país andino. “Nos han llegado a Chile 10.915.000 vacunas. Ya se han usado más de la mitad. De esas, 943.000 fueron de Pfizer Bion Tech y 9.971.000 de Sinovac”, explica el Gobierno. A ello se sumó luego un plan en la red pública de centros de atención primaria para distribuir las dosis muy sensato, con registro electrónico y calendario claro, a la israelí. Y así salen las cifras.
Las que, ojalá, pronto logremos en España y en Europa.
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