domingo, 12 de septiembre de 2021
Sigue el escándalo...
«Si Carmina y Manola levantaran la cabeza se volverían a morir»
El drama de los Selgas-Fagalde. Los más próximos a la familia asisten impotentes a los últimos movimientos en el seno de una Fundación creada «para contribuir a la riqueza artística y cultural de Asturias»
AZAHARA VILLACORTA
Domingo, 12 septiembre 2021, 09:57
El legado de los Selgas ha comenzado a desmembrarse con la venta de la pieza más codiciada de su colección (el 'Aníbal vencedor' de Goya) y el intento de exportar la 'Inmaculada' de El Greco a Budapest. Y, con esos «tejemanejes», se resquebraja uno de los grandes patrimonios artísticos del Principado. Una historia que comenzó a fraguarse en el Madrid de finales del XVIII, «cuando Asturias era la región más pobre de España y los asturianos que emigraban a la capital tenían fama de fieles y honrados, pero desempeñaban los oficios más serviles, como el de aguador. Una época en la que también florece una nueva burguesía, grandes fortunas asturianas en cuyo origen están empresas relacionadas con el ferrocarril, la minería y los seguros, además de con el comercio de ultramar. Surge entonces una primera generación enriquecida capaz de dar a sus hijos una educación universitaria en medio de aquel movimiento de dinero y corrupción profunda, de sobornos a políticos y funcionarios, que alguien llamó 'la gran patulea especuladora'», cuenta uno de los mejores conocedores de la familia cudillerense, que pide mantener el anonimato.
Dos de los vástagos de aquella burguesía recién nacida fueron Fortunato Selgas Albuerne (1838-1921), historiador y arqueólogo, quien «diseñaba, investigaba, buscaba», y su hermano Ezequiel (1828-1909), el mayor, quien, con veinticuatro años, se traslada a la capital para realizar estudios de Ingeniería, pero que pronto haría fortuna jugando en Bolsa y convirtiéndose en uno de los promotores del nuevo barrio de Salamanca, una de las mayores operaciones inmobiliarias de la capital, bien relacionado con los marqueses de Salamanca y de Urquijo. El financiero. Dos hombres «con personalidades complementarias» que conformaron un tándem casi perfecto en el que la formación y el carácter investigador y con inquietudes culturales de Fortunato se conjugaban con la situación privilegiada como inversor de Ezequiel, que viajó por toda Europa para hacerse con pinturas y antigüedades destinadas a la fastuosa Quinta Selgas. Una ecléctica mansión de inspiración clasicista construida sin reparar en gastos y cuyas obras se prolongaron durante veintiséis años.
Los tesoros de la Quinta Selgas
Los tesoros de la Quinta Selgas
A. V.
«Ellos, como buenos emigrantes, quieren hacer en El Pito un reflejo de su triunfo. Y, por otro lado, quieren plasmar allí su amor a las artes y su aportación a la belleza de Asturias». Así que el resultado es un símbolo del refinamiento y la grandiosidad de esa burguesía culta, con obras traídas de varios continentes y opulentos jardines versallescos.
Pero los Selgas no se quedaron ahí, sino que su deseo fue también el de «realizar una aportación científica al conocimiento de la historia y los valores de Asturias. E, inspirados por Fermín Canella, que encauza los deseos de los emigrantes de financiar escuelas en sus villas natales que eran un prodigio de puesta en día de la enseñanza y de los materiales pedagógicos, proyectos que permitiesen que los jóvenes y los niños tuviesen una formación que les permitiese desarrollarse cuando fueran adultos y generar riqueza, crean las Escuelas Selgas», por lo que «la contribución que hacen a todo El Pito y toda la villa es fundamental para Asturias y su progreso», recalca también Juan Luis Álvarez, cronista oficial de Cudillero. Pero lo que hasta entonces había sido un camino de éxito empieza a torcerse cuando Ezequiel muere sin descendencia, mientras que Fortunato tiene tres hijos: José, Ezequiel y Juan Selgas Marín. El primero fallece joven. Los dos últimos se casan con las hermanas Carmen y Manuela Fagalde Herce, hijas de la alta sociedad santanderina, a las que conoció muy bien Carmen García de la Mata, 'Chuchi', que llegó hasta el palacete de El Pito «sin muchas ganas». «Nuestra familia siempre había tenido relación con la suya, porque tenían negocios en común, pero la primera vez que me invitaron yo no estaba muy por la labor. Pensaba: 'Un palacio, ¡qué horror!'», cuenta hoy esta mujer de 86 años con la memoria y la vitalidad intactas que, nada más poner un pie en La Quinta, cambió de opinión: «Me encantó, claro. Así que seguí volviendo, porque Manola y Carmina eran de una generosidad extraordinaria y siempre tenían invitados». Hasta que, de tanto ir, terminó casándose con el farmacéutico de Cudillero, que muchas veces «llegaba por allí acompañado por el médico». Y la prueba de la generosidad de la que habla es que, con motivo del enlace, las Fagalde -aficionadas al punto, la costura y las revistas- le regalaron una impresionante finca de una hectárea en la que hoy tiene su segunda residencia, a pocos metros de La Quinta en la que fue tan feliz, «igual que regalaron a otras familias amigas otra a muy poca distancia y una casa que tenían en El Escorial».
Allí, 'Chuchi' convivió con Manola, Carmina y su madre -también Carmen- durante varios veranos en los que las jornadas comenzaban «yendo a misa a las nueve» a la iglesia que levantaron junto al palacio y que podían concluir bajando a Cudillero «a merendar en el barco que tenían, el 'Yoldia', del que Manola se había encaprichado». Porque la menor de las Selgas -la más alta de las dos- era «más mundana, más coqueta, una mujer a la que le gustaba escuchar lo guapa que estaba, mientras que Carmina era más austera, más religiosa, siempre de negro. Muy educada con el servicio pero que si, por ejemplo, la comida no estaba a su gusto, no les pasaba ni una. Tan espartana que, al final de su vida, hizo voto de pobreza y donó todas sus joyas a la Iglesia».
Gregorio Peña Varona, el hombre en la sombra
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A.V.
«Llegaban por San Juan y se marchaban por los Santos», hace memoria García de la Mata, que recuerda también que, «cuando se terminaba el curso en las Escuelas Selgas, organizaban la rifa de una xata entre todos los niños y era un día precioso». Una relación tan estrecha que un día, a mediados de los sesenta, le preguntaron: «¿Vienes de viaje?». Y el viaje fue una vuelta al mundo con escalas en Roma, Teherán, Delhi, Bangkok, Osaka, Kyoto, Tokio, Anchorage y Copenhague y que dejó imágenes tan exóticas como la de las hermanas a lomos de un elefante «a pesar de que Carmina tenía mucho miedo al avión». Y en la que fue testigo de «todos los esfuerzos y el dinero que invirtieron para que volviese» la 'Inmaculada' ahora declarada inexportable, robada en la Guerra Civil y que tardaron 39 años en localizar en Estados Unidos y recuperar para Cudillero.
95 millones de euros
Por eso siente «dolor» ante los últimos movimientos de la Fundación Selgas-Fagalde, la misma a la que las dos viudas encomendaron la administración de todos sus bienes antes de morir sin hijos (Manuela tuvo un bebé que falleció) en 1991 y 1992: «Ellas pensaban que lo dejaban todo atado. De hecho, una vez le preguntaron a Manola si se fiaba de Peña Varona, el presidente del patronato, y ella contestó: '¿Cómo no me voy a fiar, si sabe más que los del banco?'. Así que, si levantasen la cabeza, se volverían a morir. Es una pena inmensa ver lo que están haciendo», sentencia su amiga íntima, que defiende que «no hay derecho a que estén incumpliendo su deseo, que era que su patrimonio se quedase en Asturias. Para eso la crearon, para contribuir a la riqueza cultural y artística de su tierra, y nombraron patronos al Principado, al Ayuntamiento, la Iglesia y la Universidad, cuya misión era velar por su integridad». Treinta años después, los activos de la Fundación, entre patrimonio artístico e inversiones inmobiliarias, rondan los 95 millones de euros. Las Fagalde tenían cinco sobrinos, hijos de su hermano Pedro 'Perico', conde de Verdú y casado con María del Pilar Luca de Tena, al que legaron una renta que disfrutó hasta su muerte, en 1996, pero con el que «no mantenían una buena relación».
TEMASFundación Selgas Fagalde
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