miércoles, 19 de enero de 2022
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EL PAÍS
Crece Nadal, impresiona Alcaraz
Alejandro Ciriza Istúriz Hace 4 horas
Nadal devuelve de revés durante el partido contra Hanfmann, este miércoles en Melbourne.© LOREN ELLIOTT (Reuters) Nadal devuelve de revés durante el partido contra Hanfmann, este miércoles en Melbourne.
Sonreía el bueno de Yannick Hanfmann. Sonreía por no llorar. ¿Qué hacer si estás jugando el partido de tu vida, si estás tuteándole a todo un Rafael Nadal, si incluso tienes dos opciones de romperle el saque y, quién sabe, quizá puedas meterle en un pequeño lío y, de repente, en un plis plas, te ves con 5-2 abajo y a continuación te quedas clavado porque ese delicioso revés paralelo que cierra el set es inalcanzable? Brazos en jarra el alemán, risa nerviosa porque estaba haciéndolo todo y más, y aun así se llevó el sopapo y después, ya se sabe, poco que hacer. A la que olfatea la sangre, el español no perdona. Una rendija es una condena. Y Hanfmann no iba a ser una excepción, por mucho empeño y mucha voluntad que le pusiera: 6-2, 6-3 y 6-4, en 2h 42m.
Crece Nadal. Crece y mejora saliendo poco a poco de esa zona de confort que lógicamente ha ido habitando a su regreso, mientras va adquiriendo ritmo y sensaciones, porque seis meses en el dique seco son muchos meses, te llames como te llames, por muy milagrero que seas. Si en el estreno contra Marcos Giron le bastó con la corrección, inerme el norteamericano, el duelo con Hanfmann le propuso un escenario bastante más interesante. Necesario. Al alemán, 126º del mundo, no le faltan golpes y planteó un par de bifurcaciones que resolvió con maestría el balear, más afilado y con mejor tono; falto todavía de chispa, pero más brioso y con las respuestas adecuadas cuando procedía. Es decir, Nadal ya es un poco más Nadal.
“Tengo que hacer muchas cosas mejor, sobre todo si quiero hacer algo importante aquí, pero tampoco voy a volverme loco con la exigencia. No confío en que las cosas vayan a ser perfectas”, expuso en la sala de conferencias; “estoy compitiendo más o menos bien, y en dos partidos no he perdido el saque. Hay que ver el vaso medio lleno porque hay muchas cosas que merecen que lo veamos así. Sé que aún no estoy muy cerca de mi máximo, pero quién sabe cómo voy a estar pasado mañana. Estoy con mucha ilusión y confío en ir recuperando los automatismos y en no equivocarme en los tiros”.
El principal punto de fricción estuvo en el primer parcial. Ahí, Hanfmann intentó buscarle las cosquillas por medio del revés y se granjeó un par de opciones que terminaron en agua de borrajas. Quiso ser más listo, y se pasó de frenada. Jugando a los cortados, el mallorquín (35 años) suele salirse con la suya y así le privó de la rotura, que a continuación el español logró materializar. Y lo dicho: lo que pudo ser y no fue, y de ahí al 5-2, set al bolsillo y después viento a favor. A partir de ahí, Nadal disfrutó bajo el sol, 27 agradables grados en el mediodía de Melbourne y buen hacer; progresos interesantes y acelerones en forma de breaks. Ahora, en la tercera estación, el ruso Karen Khachanov (30º) o el francés Benjamin Bonzi (63º). Un salto de nivel.
Ni pesas ni chocolate
Eso sí, Hanfmann se revolvió hasta el final. Se agarró a la pista con todo y obligó al español a remar hasta el final. A la quinta intentona, Nadal atinó. Dejó el número cinco una actuación completa, nutritiva para él, volcado sobre su derecha –ejecutó el 72% desde ese perfil– y exigido a la hora de convertir: volaron 12 de las 16 bolas de rotura que se procuró. También se le resistió el ace, uno y al final, en el último turno de servicio. En cualquier caso, se fue con un buen sabor de boca y nada más sintomático que su insistencia a la hora de apretar el puño. Lo decía el otro día, tras vencer a Giron: estar en Melbourne es una victoria, y cada peloteo hay que saborearlo. “En los dos últimos meses, el chocolate se acabó”, le dijo a Jim Courier en la entrevista postpartido, tras mostrar un torso más definido de lo habitual.
“¿Pesas? Yo juego al golf”, bromeó; “nunca he sido de ir al gimnasio, no soy muy aficionado a eso. Me gusta practicar otros deportes, pero desde hace un tiempo ya no puedo hacerlo por mis problemas en el pie. Trabajo una hora o hora y media en el gimnasio cada día, pero no levanto mucho peso, la verdad. Pero mi familia es de constitución grande...”.
Mientras eso sucedía, Carlos Alcaraz despachaba al veterano Dusan Lajovic con el aplomo y la potencia que le caracterizan. Todo frescura, el murciano (6-2, 6-1 y 7-5, tras 1h 56m) reventó la pelota a la que pudo y volvió a demostrar que a corto plazo puede llegar a codearse con los más fuertes. En apenas una hora ya se había hecho con dos sets. Con 27 golpes ganadores en la mochila y la agresividad que define su juego –hasta 27 subidas a la red con 22 aciertos, al estilo Federer–, fulminó a uno de esos tenistas duros de roer. 31 años y 39º de la ATP, Lajovic comprobó de primera mano la efervescencia del joven español, que a sus 18 años visitará por primera vez la tercera ronda australiana, ante Matteo Berrettini. No será nuevo el cruce. De hecho, rindió al italiano el pasado 29 de octubre, en Viena.
“Lo de hoy me dice el nivel en el que estoy. Estoy jugando muy bien, sabiendo sobreponerme a los momentos difíciles, porque las condiciones eran complicadas. Por suerte o por desgracia, en Villena [donde se entrena] hay mucho viento y eso me ha ayudado a saber adaptarme a la situación”, se refirió a las rachas que se hicieron notar durante el partido en la pista 1573, más expuesta que otras más grandes. “Ahora mismo, creo que estoy para hacerle partido a cualquier jugador”, remató sobre su progresión, en la línea del discurso ambicioso que ofrece desde que empezó a asomarse por la élite.
A él y a Nadal les acompañó este miércoles Pablo Carreño: 6-3, 6-7(8), 7-6(3), 3-6 y 6-4 frente a Tallon Griekspoor.
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