viernes, 21 de enero de 2022
Ummmm...Tengo mis dudas!
Jaume Asens: "La CEOE se ha emancipado del PP y ha recuperado la independencia"
El presidente del grupo confederal de Unidas Podemos confiesa que su peor momento en política fue el día que tuvo que votar a favor de Arnaldo como candidato al TC
"No hemos pedido nunca la dimisión de ningún ministro del PSOE y no por falta de ganas", señala el diputado
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El presidente del Grupo Confederal de Unidas Podemos en el Congreso, Jaume Asens. EP
Marta Monforte Jaén
20 de enero de 2022 21:28h
@MartaMonforteJ
Jaume Asens (Barcelona,1972) es presidente del grupo de Unidas Podemos-En Comú Podem-Galicia en Común en el Congreso desde hace dos años, un cargo al que accedió tras la entrada de Pablo Iglesias en el Ejecutivo de coalición. Entró en política desde el municipalismo de la mano de Ada Colau, actual alcaldesa de Barcelona. Asens se encarga de coordinar la actividad parlamentaria y también le corresponde apagar los fuegos que puedan surgir en la Cámara Baja.
El catalán atiende a infoLibre en su despacho, en plena polémica por la reforma laboral, que se votará el próximo 3 de febrero. De momento no cuenta con el respaldo de los socios habituales del Ejecutivo pero Asens se muestra optimista. "Todas las votaciones han salido adelante en el último momento, estamos acostumbrados".
Se cumplen dos años desde que fue elegido presidente del grupo parlamentario. ¿Qué ha sido lo más difícil y lo más fácil?
Para nosotros no ha sido fácil pasar de ser una fuerza de oposición que tiene que mantener bien altas las banderas a ser una fuerza de gobierno, que tiene la obligación de hacerse cargo de la situación y dar certezas y conquistar derechos. Eso significa asumir que hay que cabalgar contradicciones, siempre es mucho más fácil quedarse en la oposición, más confortable, más épico, pero nosotros pensábamos que en un momento excepcional como el que vivimos había que tener un sentido de la responsabilidad, porque en política la radicalidad no se mide en cuanto a gesticulación sino en la capacidad de cambiar la vida de la gente. Pese a que somos el socio minoritario de gobierno creo que los grandes cambios esta legislatura no se hubieran producido sin que nosotros hubiéramos estado ahí. Si ha habido ERTE, subida del Ingreso Mínimo Vital (IMV) y del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), si se han conquistado nuevos derechos como los que da la ley de eutanasia o si finalmente se deroga la ley mordaza es porque nosotros estamos en el Gobierno.
Cuando nosotros surgimos como fuerza lo hicimos porque el PSOE pactó con el PP reformar el artículo 135 de la Constitución Española, que consistía en rescatar a los bancos antes que rescatar a las personas. Creo que esta crisis se ha gestionado en el sentido contrario a como se gestionó entonces, que hubo corrupción, degradación democrática, recortes, privatizaciones, precariedad. Además, en el plano territorial, hay un Ejecutivo en España que por primera vez no amenaza con aplicar el artículo 155 y está dispuesto a escuchar las reivindicaciones de Cataluña y que cree que el conflicto catalán se debe resolver por la vía política, y eso también es porque estamos nosotros en el Gobierno.
¿Tiene buena relación con diputados de otros grupos?
Yo intento hablar con todo el mundo, siempre que se mantenga un tono de cordialidad y respeto. En general no he tenido ningún problema ni enganchada con nadie. Se pueden hacer buenos amigos en el Congreso. Yo a quien he tenido oportunidad de conocer más es al ministro Miquel Iceta, al que apenas conocía antes de que viniera a Madrid. Es una persona afable, simpática y muy inteligente.
Hablo dos o tres veces a la semana con Pablo Iglesias. Somos amigos. A veces también le pido opinión política.
¿Ha cambiado la coalición desde la salida de Pablo Iglesias del Gobierno?
Creo que ahora hemos entrado en una nueva etapa y me parece que hacía falta renovar los liderazgos. Que éstos fueran también más femeninos y no todo tan madrileño. Creo que es positivo que los nuevos liderazgos sean mujeres que vienen de la periferia. Ione Belarra viene de Navarra y Yolanda Díaz de Galicia. Antes teníamos un exceso de madriditis y las renovaciones siempre son positivas. Se echa de menos a Pablo [Iglesias] y su lucidez, su capacidad estrategia, pero creo que como él dijo había agotado un ciclo. Han pasado diez años desde el 15M que es cuando muchos de nosotros nos conocimos y hacía falta una puesta a punto del proyecto.
¿Sigue manteniendo contacto con él?
Sí, hablo dos o tres veces a la semana con él. En mi caso es porque somos amigos, a veces también le pido opinión política, pero más allá de intercambiar ideas políticas también es cultivar la relación de amistad que viene de antes de la política. Nos conocemos desde los años 90.
¿Cree que la reforma laboral saldrá adelante con el apoyo de sus socios habituales? A día de hoy no parece muy probable.
Creo que sí. Muchas veces, en otras negociaciones, tampoco lo parecía. Parecía que las posiciones estaban muy alejadas y después se acercan. Precisamente desde esa experiencia no hay que caer tampoco en alarmismos. En peores plazas hemos toreado, vamos. La investidura salió en el último momento y los Presupuestos Generales del Estado, también. Así que llevamos unos cuantos acuerdos in extremis. A pesar del ruido de estos días, vamos a llegar a un acuerdo que debe de interpretarse como algo normal. En las negociaciones siempre hay tiras y aflojas e incluso salidas de tono. Quien está en la oposición se puede permitir el lujo de decir ciertas cosas. Cuando estás en una posición de mayor responsabilidad no te lo puedes permitir y por eso he extendido la mano a Esquerra Republicana de Cataluña y a los demás socios. Es lo que nos toca por respeto a los agentes sociales, muy especialmente a los sindicatos, que son los que nos han traído hasta aquí.
Tanto ERC como EH Bildu aseguran que no apoyarán la reforma si no se introducen cambios, pero la patronal ya ha advertido de que si eso ocurre, ellos se descuelgan. ¿Tan terrible sería perder a la CEOE?
Creo que la CEOE ha recuperado una independencia que antes no tenía, se ha emancipado del Partido Popular, y que Antonio Garamendi no es Gerardo Díaz Ferrán. Diaz Ferrán todo el mundo recuerda que, aparte de imputado por corrupción, era uno de los donantes en negro del PP. Creo que la CEOE en esa época era la correa de transmisión del PP. Es una buena noticia que se hayan emancipado del PP a pesar de todas las tensiones internas. Hay que recordar que Foment del Treball en Cataluña, los empresarios vascos y sectores como el de la construcción están en contra del acuerdo. No ha sido fácil para la CEOE anteponer el interés general a sus intereses particulares. Hay mucha gente a la que le gustaría que la CEOE volviera al redil de la derecha.
Yo creo que la historia está plagada de cambios que aparentemente son muy radicales pero que después son muy efímeros y se consumen en sí mismos porque no se han construido sobre cimientos fuertes. Los que se construyen con cimientos fuertes tienen más capacidad de ser irreversibles, porque acumulan capacidad y fuerza y hacen difícilmente imaginable que alguien se atreva a abolirlos. Al PP le va a costar mucho abolir este acuerdo. Los cambios frutos del consenso que hemos alcanzado son más lentos pero van más lejos y por eso uno puede tener la tentación de caer en el todo o nada, en los maximalismos, en la gesticulación, pero la radicalidad de un acuerdo, de una ley, no se mide por las palabras que uno dice, sino por la capacidad que tienen de perdurar.
Este miércoles su compañero Txema Guijarro dijo que Unidas Podemos no había asaltado los cielos con esta reforma, pero que tampoco se estaba en el infierno. ¿Coincide?
Yo estudié Filosofía, me gustan mucho los filósofos de la Escuela de Frankfurt y otros como Albert Camus que dicen que no se trata tanto de llevar el cielo a la tierra, sino de intentar que la tierra no sea un infierno. Yo soy más modesto en mis objetivos, soy muy camusiano. Él advierte que el aventurismo a veces es muy épico y grandilocuente, pero que después no transforma la realidad. La radicalidad no se mide en las camisetas que llevamos ni en lo que gritamos, sino en cambiar la vida de la gente y creo que modestamente lo estamos haciendo.
Me gustan filósofos como Albert Camus, que dicen que no se trata tanto de llevar el cielo a la tierra, sino de intentar que la tierra no sea un infierno. Soy muy camusiano.
¿Les han molestado las palabras de Gabriel Rufián y de otros portavoces que aseguran que la reforma saldrá de la mano de Ciudadanos?
Parece que ese es el escenario que quiere ERC y tenemos que hacer todo lo posible para que no se produzca. Me parece que está jugando al tacticismo, cortoplacismo y a no poner mirada larga. Faltan dos años para las elecciones, creo que ahora es un momento para avanzar y apartar las estrategias partidistas de aquello que es fundamental. Los trabajadores no se merecen que nos peleemos. Rufián se equivoca de adversario, no es Yolanda Díaz, es la precariedad. Los trabajadores de este país no necesitan un frente común contra Yolanda sino contra la precariedad.
La Unión Europea nos ha advertido de que hay que acabar con la precariedad y en Cataluña el 85% de los contratos que se han hecho este mes son precarios. y este acuerdo avanza en ese sentido. Hay cuestiones que plantea Rufián que no tienen sentido, como el tema de los despidos. Habrá mucho menos despidos si esta reforma se aprueba porque se va a encarecer el despido al pasar de ser contratos temporales a indefinidos, al empresario le va a costar mucho más despedir a los trabajadores. Es una vía más indirecta pero también va encaminada a evitar los despidos. Es muy difícil decirle que no a que el contrato indefinido sea la regla y no la excepción. Las encuestas de su periódico ya señalaban que los votantes de ERC, como los nuestros, están de acuerdo en su gran mayoría con la reforma laboral. El señor Rufián solo tiene que escuchar a sus votantes.
¿Pero tanto les molesta el apoyo de Ciudadanos a la reforma? ¿No cree que cuantos más se suscriban, mejor?
Creemos que Ciudadanos es incompatible porque lo que ha defendido en materia laboral va en sentido opuesto, como por ejemplo con la mochila austriaca u oponiéndose a la subida del SMI. Creemos que Cs quiere romper el bloque de la investidura al igual que también lo intentó con los Presupuestos. Había tentaciones de mirar a la derecha por parte de nuestros socios pero nosotros sabíamos que no podíamos funcionar en la geometría variable. Cs solo se plantea votar a favor si no están nuestros socios y demuestran que no son honestos en sus intenciones. A veces en política las apariencias importan.
El acuerdo de la reforma laboral es de izquierdas y ERC está cayendo en cierto infantilismo político. El bloque de investidura es como un jarrón chino, que si se rompe los trozos se pueden volver a pegar, pero la confianza ya se ha deteriorado. No será el fin del mundo que voten en contra, pero pueden cambiar las cosas y no nos lo podemos permitir.
¿Hay riesgo de ruptura en la coalición?
No, esto siempre ha funcionado así. El PSOE siempre ha mirado a su derecha y tuvo que haber cuatro elecciones para que se decidieran gobernar con nosotros. En 2015 ya estaba claro que no había otra opción, pero el PSOE se negaba a asumir esa realidad y seguía agarrado a un mundo que ya no existía. Pero la realidad es muy persistente y tenaz y ha acabado imponiéndose. Cada vez que el PSOE ha mirado a su derecha se ha equivocado.
Lo hizo en los primeros presupuestos, pero se impuso el sentido común y se empezó a hablar con los socios de gobierno. En los segundos presupuestos ya no se dio esa variable. A lo largo de la legislatura los grandes acuerdos del Congreso han ido de la mano del bloque de la investidura.
Habla de que su socio mira a menudo a la derecha. ¿Cree que es lo que pasó en la polémica de las macrogranjas?
Es verdad que hay ciertos sectores del PSOE que en vez de ponerse del lado del ministro Alberto Garzón, que era ponerse del lado de la Organización Mundial de la Salud y de la UE, se han puesto del lado del PP y de los bulos de la extrema derecha. Creo que fue grave que hubiera ministros que desautorizan a un compañero suyo y que hubiera gente de relevancia en el PSOE que pidiera su dimisión. Nosotros no hemos pedido nunca la dimisión de ningún ministro del PSOE y no por falta de ganas. Pero por una cuestión de sentido de lealtad y responsabilidad nos hemos callado. Pero tuvimos que escuchar las palabras de Javier Lambán, que fueron muy duras, y se sumaron al despropósito de la derecha. Vimos que nadie del PSOE desautorizó a Lambán, mientras que al diputado Odon Elorza le abrieron un expediente por votar en sentido diferente al de su partido. Pero aquí no solo se le ha abierto un expediente a Lambán, sino que nadie ha corregido sus palabras. Eso lo hemos vivido como una deslealtad. Parece que cada vez que Garzón alerta de los efectos de la industria cárnica, el PSOE nos lanza un chuletón en la cara.
No creo que el PSOE sea un partido verde. No por casualidad nos lanzaron el primer chuletón a la cara en la primera polémica en esta materia. Ahí se vieron las credenciales.
¿Por qué cree que han tenido esa actitud? ¿Motivos electorales?
El PSOE ha vuelto a su posición originaria y dice ahora lo que decía antes de la polémica, lo que decía el Gobierno en 2019 y lo que dijo la vicepresidenta Teresa Ribera. No nos han dado la razón a nosotros, se la han dado a ellos mismos. Han caído en la tentación y han pensado que se estaba imponiendo un sentido común diferente y que en términos electores les convenía no desmarcarse y después se han dado cuenta que han cometido un error.
¿Ha perdido el PSOE la bandera verde?
No sé si la han tenido nunca, no creo que el PSOE sea un partido verde. No por casualidad nos lanzaron el primer chuletón a la cara, en la primera polémica en esta materia. Ahí se vieron las credenciales, ahí se dieron cuenta de que se equivocaron, y seguramente los cambios de gobierno de verano se adelantaron por culpa del chuletongate.
Cambiando de tercio, la alcaldesa Ada Colau ha sido imputada por malversación. ¿Se equivocaron los comunes al estipular que su Código Ético que estos cargos deben dimitir?
El Código Ético se pensó para los casos donde hubiera sospechas fundadas de que alguien se hubiera corrompido o enriquecido ilícitamente con el cargo público. Eso es lo que generó desafección y alarma social y es uno de mis motivos por los que nosotros nacimos. Por eso tenemos códigos muy exigentes y transformamos el ayuntamiento de Barcelona con toda una serie de nuevas normas de transparencia, eso era mi responsabilidad cuando estaba en el Ayuntamiento. Creo que este código no está para que sea un instrumento de los lobbies de la ciudad, no está para hacer batalla política.
Esa denuncia tiene que ver con unos hechos que ya archivó la Fiscalía cuando aportamos los documentos y se dieron las explicaciones oportunas. Estamos convencidos de que va a pasar lo mismo. Creemos que antes de citar a la alcaldesa se nos deberían haber pedido los documentos para comprobar que todo está verificado y nos hubiéramos ahorrado ese trámite. Pero no pasa nada, porque lo vamos a presentar ya para ver si nos podemos ahorrar la pena de banquillo. Pero ya le digo que no nos preocupa porque esa denuncia ya se archivó, al igual que las otras nueve, aunque es cierto que esta es la primera vez que recibimos citación.
¿Hace falta introducir cambios en el Código Ético?
No recuerdo la literalidad el Código, pero sí recuerdo el espíritu de éste y otros códigos como los de Podemos o los de Cataluña en Comú. Obedecen a esa voluntad de ser implacables contra los compañeros que caen en la tentación de corromperse. No hay nadie que se haya llevado dinero público a su bolsillo en este caso. Se está hablando si se han cumplido todos los trámites y los que nos dicen la Fiscalía, los servicios jurídicos y las auditorías es que todo fue correcto. Hemos construido a lo largo de estos años toda una serie de mecanismos de control para que se pudiera detectar cualquier sospecha de irregularidad.
¿Volverían a introducir mecanismos como el de limitar los salarios a tres veces el SMI? ¿Cree que ha sido útil?
Es cierto surgimos, tras las movilizaciones del 15-M, de esa voluntad de cambio con las viejas formas de hacer política. La intención era finiquitar ciertos privilegios vinculados al poder, las puertas giratorias, las corruptelas o los costes fastuosos. Se renunciaba, por ejemplo, a viajar en “business” a costa del erario público. A diferencia de los partidos tradicionales, se ataba en corto a nuestros cargos electos. Los sacrificios exigidos son numerosos. Des de las agendas transparentes, la limitación de mandatos, la reducción de sueldos y donación del sobrante a proyectos sociales hasta la rendición de cuentas y la publicación de su patrimonio.
Nuestros códigos éticos precisan, con ese propósito, esas constricciones con todo tipo de minuciosidad. La idea de fondo es muy sencilla. Un político no es un ciudadano cualquiera. Ya lo advertía el presidente norteamericano Thomas Jefferson cuando recordaba que quien ejerce el poder debe considerarse a si mismo como propiedad pública y estar dispuesto a ser vigilado de cerca. Y con el ascenso del fenómeno de la corrupción, y el desprestigio consiguiente de la clases política, ese control exige un rigor más incisivo.
Ada Colau sigue siendo el principal baluarte de todo el espacio del cambio. Estamos convencidos de que vamos a volver a ganar.
¿Cómo ve el futuro de UP con Yolanda Díaz? ¿Cree, como ella, que los partidos deben ser secundarios?
Yo creo que lo que indica la vicepresidenta es que es verdad que estamos en una cierta crisis de representación. No es la misma que hubo cuando nosotros nacíamos en el 15M, pero la pandemia ha generado un clima plomizo, de desencanto, un cierto cansancio pandémico por una falta de horizontes vitales. Ese es el mayor caldo de cultivo de la antipolítica, de la extrema derecha, y hay que revertir ese clima y convencer a la gente de que la política es útil. Hay que instaurar un clima optimista en el que cada conquista no desincentive la siguiente, eso es lo que puede permitir ampliar el bloque progresista. Creo que el reto es reconectar con mucha gente que se había quedado por el camino, que se había ilusionado con nosotros cuando empezamos, pero que por una razón o por otra, se ha alejado. Además de llegar a la gente que se fue, hay que aspirar a más, llegar a otros sectores sociales y conectar con los nuevos malestares. Ese es el gran reto que tenemos por delante: conectar con el sentido común de época. Igual que nadie duda de que el gran artífice de los consenso del 78 fue el PSOE, nosotros estamos destinados a ser los hacedores de ese nuevo contrato social, territorial, democrático e intergeneracional que necesita nuestro país y Yolanda Díaz es la candidata idónea.
¿Cuál será el papel de los comunes en ese proyecto? ¿Ada Colau acabará en Madrid?
Los comunes están en sintonía con Yolanda Díaz. Creo que la avanzadilla de la plataforma de Yolanda es Barcelona, es la punta de lanza de la plataforma. Barcelona es la capital del cambio, todo empezó allí. Desde la ciudad condal se inició una ola municipalista que llegó a Galicia, a la Comunitat Valencia, a Madrid. Todo empezó con una activista de la PAH que llego a ser alcaldesa, la primera mujer alcaldesa del Ayuntamiento de Barcelona y eso movió el tablero en España. Ada Colau sigue siendo el principal baluarte de todo el espacio del cambio. Estamos convencidos de que vamos a volver a ganar, las encuestas dicen que ganamos, creemos que ese va a ser el primer paso para consolidar la plataforma de Yolanda. El municipalismo es nuestra seña de identidad, la de los comunes, y nuestra mayor aportación al espacio.
¿Entonces será Colau candidata, de nuevo, a las municipales?
Espero que sí, creo que es nuestro mayor capital político. Ada, a pesar de las especulaciones sobre sus posibles destinos, es una enamorada de Barcelona y su compromiso está con la ciudad. No piensa nada más que en la ciudad y en consolidar ese proyecto.
¿Le gustaría ir en una lista conjunta con Íñigo Errejón?
Bueno… (duda) yo creo que hay que abrir las puertas a todo el mundo y hay que operar sin excluir a nadie. Cualquiera que se sienta identificado con el proyecto es bienvenido.
La única salida democrática en Cataluña es el pacto y la mesa de dialogo no es ninguna humillación ni una traición a España. Los conflictos en todo el mundo se resuelven políticamente y si no aprovechamos la oportunidad se perderá mucho tiempo
¿Cree que con la mesa de dialogo se ha desinflado el independentismo?
El principal acuerdo de la última mesa de dialogo es que no hubiera plazos y que las reuniones fueran discretas, eso era un buen inicio. No hay que olvidar que en Cataluña sigue sin haber constitución territorial y es la única autonomía donde el Estatuto vigente no ha sido votando por sus ciudadanos. Los ciudadanos votaron por referéndum que un tribunal popular tumbó por un recurso del PP. Hay una anomalía democrática que hay que resolver ahí. La única salida democrática es el pacto y la mesa de dialogo no es ninguna humillación ni una traición a España. Los conflictos en todo el mundo se resuelven políticamente y si no aprovechamos la oportunidad se perderá mucho tiempo. Con el tripartito se fue lejos pero se perdió una oportunidad porque la derecha lo torció todo. Ahora estamos peor que entonces. Con la derecha en el Gobierno el independentismo creció del 10% al 50% y tiene que ver con el hecho de que mucha gente se sentía excluida del proyecto común. Urge afianzar la mesa en medio del fuego cruzado y es evidente que el conflicto viene de lejos y va para largo, pero habido avances importantes, quiero ponerlo en valor.
¿Estuvo tentado de votar en contra del nombramiento de Enrique Arnaldo como candidato al Tribunal Constitucional?
Fue duro para todos y creo que todos tuvimos un gran sentido de la solidaridad. Respondimos colectivamente ante un reto que nos presentaba una contradicción y la política es saber gestionar esas contradicciones. Hay que hacerse cargo de las consecuencias de nuestros actos y también cuidar la coalición. Tenemos muchas discrepancias con el PSOE pero somos el socio menor. Nosotros no hubiéramos votado ese acuerdo, pero por lealtad al Gobierno lo hicimos. Creemos que el PSOE es demasiado ingenuo y optimista al pensar que conseguirá un acuerdo para renovar el Consejo General del Poder Judicial con el PP. La derecha nunca ha aceptado las reglas del juego voluntariamente. El PSOE lleva dos años diciendo que lo tiene atado y el PP lleva tres años secuestrando el CPGJ. ¿Alguien se imagina un Gobierno que tenga el mandato caducado y que siga gobernando? Eso está pasando en España, no en un país africano, y es gravísimo, y tiene que ver con el ADN de la derecha.
¿Cuál ha sido su mejor y su peor momento en política?
Mi peor momento en política fue la votación de Enrique Arnaldo. El mejor, el día de la investidura.
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