jueves, 13 de enero de 2022
Lo que abunda ....no daña.
«LA INFORMACIÓN ES LA BASE DEL PODER POLÍTICO: QUIEN CONTROLA LOS DATOS, CONTROLA EL MUNDO»
El historiador Yuval Noah Harari (Israel, 1976) descifra en esta entrevista algunas de las claves a las que deberemos atenernos en el futuro próximo: la inteligencia artificial, la gestión de nuestros propios datos, la amenaza de la violencia o el papel de la religión.
Sapiens ha sido diseminado a través de muchas plataformas, pero también a través de tus clases en la universidad, tus charlas, tus contactos con la gente, la televisión o las charlas de TED. Ahora lo vemos convertido en una novela gráfica. ¿Cuál de todas estas plataformas crees que ha tenido más impacto?
Si la idea es alcanzar una audiencia amplia y a diversas personas de diferentes clases sociales, entonces necesitas una combinación de medios. A lo largo de la historia la gente ha utilizado diferentes medios, incluyendo las imágenes, para contar relatos del pasado. Por ejemplo, en la Europa medieval lo vemos en el Tapiz de Bayeux, que ilustra la invasión de Inglaterra por Normandía. Y al menos para mi, como escritor, creo que la novela gráfica ha sido el proyecto más divertido en el cual he trabajado. Fue como dejar a un lado todas las convenciones académicas de cómo se escribe la historia para intentar algo completamente diferente. Por ejemplo, tenemos un capítulo sobre la historia de la desigualdad, que es un relato muy difícil, serio y trágico. Para transmitirlo de una manera accesible, creamos a la detective López, un personaje ficticio que busca resolver los crímenes más grandes en la historia de la desigualdad: quién está detrás de ellos y qué los está impulsando. Esto nos dio la oportunidad de hablar de este tema tan difícil de una manera nueva e interesante.
Sapiens fue publicado en el 2011. Si tuvieras que volver a escribirlo, ¿qué dejarías fuera?
«Una nueva guerra mundial ya no parece tan improbable como hace 10 años»
Bueno, en realidad lo estoy escribiendo de nuevo con esta novela gráfica [que será publicada en varios volúmenes]. Las ideas principales son las mismas. Pero uno de los últimos capítulos del libro original habla sobre el declive de la guerra y la violencia en las últimas décadas. En 2011 escribí que una guerra mundial al año siguiente era imposible y, por supuesto, en 2012 no hubo una guerra mundial. Pero ahora veo las tensiones en auge en todo el mundo, especialmente entre China y Estados Unidos, y en el mar del sur de China. Una nueva guerra mundial ya no parece tan improbable como hace 10 años.
Escribamos juntos un nuevo capítulo de este libro, actualicémoslo para incluir eventos que tú no pudiste anticipar. Uno de ellos es CRISPR, la tecnología revolucionaria que permite editar los genes de los seres humanos. Otro fue el impacto de la inteligencia artificial, que sí existía pero no de forma tan notable como ahora. También está la presencia de Donald Trump no solo como lo que es, sino como símbolo de una nueva era donde la política y el populismo se vuelven parte importante de la dinámica de la sociedad. Y luego está lo que algunos expertos ya llaman la Nueva Guerra Fría entre China y Estados Unidos. Todos estos son eventos que pueden tener consecuencias planetarias. Dame las nuevas noticias que podríamos incluir en este nuevo capítulo de Sapiens.
Hay una creciente concienciación sobre los problemas de desigualdad, racismo, misoginia y homofobia. Y aunque hay regímenes en el mundo que intentan resistirlo, se trata de una fuerza histórica importante. La lucha por una mayor igualdad para las mujeres, por ejemplo, ha sido una de las revoluciones sociales más importantes de la humanidad. Aunque aún no hemos alcanzado una sociedad completamente igualitaria, la situación es mucho mejor que hace 10 ó 100 años. Cambió muy rápidamente, y lo más sorprendente es que lo hizo de manera pacífica: las feministas no tuvieron que comenzar ninguna guerra, construir campos de concentración o ejecutar a personas. El otro punto que resaltaría es que gracias al desarrollo científico, tecnológico y económico, tenemos el poder necesario para luchar contra todas las amenazas a las que nos enfrentamos. Por ejemplo, con solo invertir anualmente el 2% del Producto Interior Bruto (PIB) global en el desarrollo de tecnologías e infraestructura ecológicas, podemos prevenir un cambio climático de proporciones catastróficas. Es algo completamente factible siempre que logremos convencer a nuestros políticos de que la crisis climática es la prioridad principal. Ellos tienen la sabiduría y las habilidades para llevar a cabo las negociaciones y los compromisos necesarios. Ahora bien, es algo muy difícil y no se puede asegurar que lo vayan a hacer. Tal vez nuestros líderes no terminen de tomar las decisiones correctas y el resultado acabe siendo catastrófico.
Has criticado con fuerza la manera tan inadecuada con que algunos gobiernos han manejado la pandemia. Háblanos de eso y del contraste de cómo fue manejada por los políticos y por los científicos.
«Si los políticos no logran desarrollar un plan ante amenazas como la covid-19, ¿qué probabilidades tendremos de unirnos ante amenazas más complicadas?»
Se trata de un triunfo científico combinado con el desastre político. Nos llevó apenas un año producir en masa no una vacuna, sino varias. Por primera vez en la historia no nos quedamos indefensos ante una pandemia. Los científicos produjeron las herramientas. Sin embargo, son los políticos quienes deben tomar las decisiones sobre cómo usar esas mismas herramientas, y esto fue un gran fracaso. Algunos gobiernos, como el de Jair Bolsonaro en Brasil, respondieron de una manera desastrosa. Aún así, el coronavirus no puede destruir la civilización humana, somos más fuertes. Pero si los políticos no logran cooperar y desarrollar un plan ante amenazas más simples, como la covid-19, ¿qué probabilidades tendremos de unirnos ante amenazas más complicadas como el cambio climático o la guerra nuclear? Esto es lo que realmente me aterra. Todo el mundo se está ocupando de su país y de sus intereses. Si, por ejemplo, vacunas a todas las personas en tu país y dejas que el virus siga propagándose en otros países, habrá mutaciones. Y quizás surja así una nueva variante del virus más poderosa que tu vacuna; una versión más mortífera y más infecciosa. Así que olvida la ética y la moralidad: incluso por razones egoístas debes proveer un buen cuidado médico a las personas en todo el mundo.
Algunos expertos mantienen que el problema no son los políticos en cuanto individuos, sino las condiciones en que hay que gobernar hoy en día. ¿Crees que eso es cierto? ¿Crees que el mundo se ha vuelto ingobernable?
No. Claro que es muy difícil, y te aseguro que yo no podría hacerlo, pero no creo que la política hoy sea más difícil que hace un siglo o que hace 500 años. Y no creo que sea malo que más grupos se hayan unido al debate político. Sí, es mucho más difícil llegar a un acuerdo, pero es un proceso mucho más representativo y que refleja los intereses de un segmento más amplio de la humanidad. Y no es el caso que al permitir que más personas participen se genere una situación ingobernable. Hay que cambiar la forma en que funciona el sistema. La última vez que esto ocurrió fue en la década de 1960: en Estados Unidos estaba el movimiento por los derechos civiles y por la equidad de las mujeres y la comunidad LGBT. Parecía que era el caos, con una temperatura política en alza, llegando a haber asesinatos, disturbios y demás. Al mismo tiempo, en la Unión Soviética todo parecía completamente pacífico. Nadie hablaba contra el gobierno, no había desacuerdo alguno. 20 años más tarde es la Unión Soviética la que colapsa. A través de un proceso difícil, Estados Unidos descubrió cómo incluir a más personas en el sistema, cómo repartir el balance entre un mayor número de intereses y opiniones. El resultado fue una democracia mejor, una democracia que funciona para el beneficio de más personas. Así que sé que la situación parece ser caótica, pero el caos no es siempre algo malo. Del caos nacen nuevas cosas.
La cooperación entre gobiernos se ha vuelto más difícil con las redes sociales, las tribus y las políticas de la identidad. Los llamados ‘archivos de Facebook‘, por ejemplo, muestran el inmenso impacto que esta compañía tiene en la política. ¿Qué se puede hacer?
«El problema es que las redes sociales generan ganancias recolectando nuestros datos y vendiéndolos a terceros para que nos manipulen»
No creo que las redes sociales sean malas. Son una manera para que más personas se unan a la conversación pública. También han liberado una inmensa creatividad entre la gente. El problema es que las redes sociales generan ganancias a través de la publicidad o recolectando nuestros datos y vendiéndolos a terceros para que nos manipulen, lo cual es terrible. Y para ello necesitan que nos quedemos en sus plataformas cada vez más tiempo. Las compañías descubrieron que la manera más fácil de captar la atención de las personas es presionando esos botones del odio, del miedo o de la rabia en sus mentes. Nos muestran cosas que apelan a estos sentimientos y no podemos resistir ver más y más. Este modelo de negocio debe ser prohibido. Se considera inapropiado que mi doctor tome mis datos personales y se los venda a alguien más. De la misma manera, Facebook o Google no deben poder hacerlo. En el siglo XXI, la información es el activo más importante; es la base para el poder político: el que controla los datos, controla el mundo. Por tanto, tampoco deberíamos permitir que todos los datos sean cultivados y controlados por un pequeño grupo de corporaciones o gobiernos. Eso puede llevar a una nueva forma de dictaduras digitales y de colonialismo de datos. Si todos los datos de tus ciudadanos están siendo recolectados y analizados por alguien en China o en Estados Unidos, tu país deja de ser independiente.
Todos los días el mundo inventa cosas nuevas que crean profundas consecuencias y transformaciones. ¿Cuál va a ser la próxima? ¿Qué puede venir que nos sorprenda y que sea un cambio radical en lo que es la experiencia humana y la civilización?
Ya lo estamos viviendo: se trata del auge de la inteligencia artificial. Hace 10 años, cuando escribí Sapiens, no mencioné la inteligencia artificial porque parecía algo propio de la ciencia ficción. Pero desde los últimos cinco o seis años, casi cada día podemos leer sobre un nuevo avance en este campo. Y nos hallamos en los primeros días de esta revolución; puede que en 20 ó 30 años cambie el mundo por completo. Lo más importante es que por primera vez habrá una herramienta –creada por nosotros– capaz de reemplazarnos a la hora de pensar y tomar decisiones. Eso quiere decir que por primera vez hay una posibilidad real de que el poder se transfiera de los humanos a este nuevos tipo de herramientas. Por otro lado, la gran diferencia entre la inteligencia artificial y los seres humanos es que nosotros tenemos sentimientos. Ahora bien, a medida que las computadoras se vuelvan más poderosas, el peligro es que se vuelva cada vez más fácil manipular a los humanos a través de sus sentimientos. Debemos darnos cuenta de que los seres humanos ahora pueden ser hackeados, al igual que se puede intervenir un móvil inteligente o un banco. Y es algo peligroso: nos hace muy vulnerables a ser controlados por sistemas que entienden lo que ocurre en nuestra mente mejor que nosotros mismos.
Además de ser historiador, eres un gran aficionado de la meditación. Para ti es un elemento importantísimo en tu vida. ¿Crees que aprender a conocerse a sí mismo por medio de la meditación te ayuda a cuestionar, a comprender y a aceptar los cambios que vienen del futuro?
«Nuestra mente está llena de ficciones e ilusiones, ya que a menudo la verdad es muy complicada y dolorosa»
No tengo ilusión alguna de que miles de millones de personas comiencen a meditar y solucionen los problemas del mundo. Lo que me parece realmente importante es la habilidad de conocernos mejor a nosotros mismos. La tecnología es una herramienta. Si creas un cuchillo, puedes usarlo para matar o para salvar la vida de alguien en una cirugía. Es la mente la que decide qué hacer con ese cuchillo. Y a medida que desarrollamos cuchillos cada vez más grandes, como por ejemplo la tecnología de edición genética CRISPR, lo que pasa en nuestra mente es cada vez más importante; ahora lo es más que en cualquier otro momento de la historia. Y nuestra mente está llena de ficciones e ilusiones, ya que a menudo la verdad es muy complicada y dolorosa. La gente no quiere saber la verdad sobre sí misma, el problema es siempre con los demás. Es muy difícil reconocer que nosotros también erramos. Lo mismo pasa con los países: ningún político en Israel, Perú o Estados Unidos saldría elegido si le dice a la gente la verdad sobre la nación. Pero si no reconocemos la verdad sobre nosotros mismos como individuos, naciones o especie, no podremos enfrentarnos a las amenazas del siglo XXI, no podremos tomar decisiones adecuadas.
La última pregunta es muy importante. Tú eres ateo, ¿pero quién es Dios para ti? ¿Quién es el Dios en el que la mayoría de las personas cree?
Es un cuento inventado por personas miles de años atrás que tiene una importancia inmensa en la historia, y que ha generado mucho bien, así como algunas cosas malas. Incluso la gente religiosa fácilmente estaría de acuerdo con que todos los dioses en la historia son ficciones humanas, con la excepción del suyo. Para un cristiano es muy fácil decir, por ejemplo, que los dioses de los hindúes no son reales, sino una historia que inventaron. E iría un paso más allá: alguna gente religiosa incluso diría que Dios está tan lejos de la capacidad de comprensión de los humanos que, aunque sí exista, lo que la mayoría de las personas dicen sobre Dios es su propia proyección. La gente cuando odia a alguien le dice: «Dios te odia, Dios odia a los judíos y a los homosexuales». Y no es cierto. ¿Por qué cualquier Dios castigaría, por ejemplo, a dos mujeres por amarse? Esta idea de que Dios odia es un cuento inventado por los humanos. Si alguien quiere acercarse a Dios, eso significa que se debe tratar de observar la realidad sin imponer estas ilusiones y fantasías que hemos creado.
Este contenido fue emitido en formato audiovisual por el programa de televisión ‘Efecto Naím’ , una producción de Naím Media y NTN24. Forma parte de un acuerdo de colaboración de este programa con la revista Ethic.
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