jueves, 9 de junio de 2022
Fueron imprescindibles....hoy Julián Ariza.
Julián Ariza, el gran referente del movimiento sindical
Julián Ariza ha sido el dirigente del movimiento obrero de nuestro país más respetado por los dirigentes empresariales y políticos del arco parlamentario.
Ariza (Foto CCOO Madrid)
Julián Ariza (Foto CCOO Madrid)
Héctor Maravall
HÉCTOR MARAVALL
9 DE JUNIO DE 2022, 8:23
Por razones de salud no pude acudir al reciente homenaje que CCOO ha dado a Julián Ariza. Bien que lo sentí, por ello que menos que escribir unas notas sobre quien, en mi opinión, ha sido el mejor representante del movimiento obrero de nuestro país en los últimos 60 años.
Conocí a Julián en la primavera de 1975, con motivo de las elecciones sindicales convocadas por el Sindicato vertical y que, tras el triunfo arrollador de las candidaturas impulsadas por CCOO, supuso la puntilla de uno de los apoyos mas significativos del franquismo. Julián presentó su candidatura en su empresa Perkins Motor Ibérica. La comisión electoral verticalista le excluyó, alegando su larga y notoria oposición al sindicalismo vertical y sus muchos años de pertenencia al movimiento ilegal de CCOO. Julián me pidió que fuera su abogado; fuimos hasta el Tribunal Supremo, que un año y medio después confirmó la exclusión. Mas tarde, pocas semanas antes de la legalización de CCOO, me pidió que le diera forma legal al proyecto de Estatutos del nuevo sindicato.
Con ese motivo se inició una profunda amistad entre ambos. Julián, que apenas tenía 40 años, me llamaba “chaval” y cuando íbamos algún sitio juntos me presentaba como “mi abogado”, algo que lógicamente me llenaba de satisfacción y orgullo. En estos casi 50 años transcurridos he podido valorar, más allá de la admiración que siempre he sentido por él, su dimensión humana, sindical y política y ello se fue traduciendo en una enorme influencia en mi militancia política y sindical.
Julián en 1976 fue designado como enlace entre la dirección estatal de CCOO y los abogados laboralistas vinculados a CCOO. Su trabajo no fue nada fácil y en algunas reuniones escuchó posiciones muy críticas hacia cómo veía la dirección sindical las futuras relaciones entre los laboralistas y el naciente sindicato. Julián hizo alardes de moderación y negociación, pero solo convenció a una parte de nosotros para que nos integráramos plenamente como servicios jurídicos de CCOO. A mí me pidió que fuera el asesor jurídico de la nueva Confederación a plena dedicación, lo que hice desde el 1 de julio de 1977, no sin importantes desgarros en mis relaciones con muchos amigos y compañeros.
Pero en este artículo me gustaría destacar algunos aspectos de Julián menos conocidos.
Julián ha tenido la oportunidad y/o la suerte, de tener cuatro mujeres que le influyeron y apoyaron mucho, reforzando su sensibilidad feminista. Su madre, Pilar su primera esposa, Enedina su gran amor y Concha, su segunda esposa. A Julián nunca le he escuchado o conocido una expresión o actitud machista, lo que en los años 70 u 80 del pasado siglo no se podía decir de muchos militantes de la izquierda o del sindicalismo de clase, más allá de declaraciones genéricas.
Julián ha sido un hombre de equipos, de fomentar el debate, de escuchar con atención otras opiniones
Julián ha sido un hombre de equipos, de fomentar el debate, de escuchar con atención otras opiniones. Durante años quedaba a comer con Enedina, con Adolfo Piñedo, con Félix Pérez Carrasco y conmigo en un pequeño restaurante italiano por detrás de la calle Luchana, para hablar y discutir sobre la situación en el PCE, en CCOO y en nuestro país en general. Le gustaba escuchar para ir conformando su propia opinión. Y también, algo inusual en uno de los máximos dirigentes políticos y sindicales, cuando escribía algún artículo o preparaba alguna intervención importante (que siempre llevaba por escrito), nos pasaba el borrador para que le diéramos nuestra opinión y corrigiéramos lo que considerábamos oportuno. Conservo todavía algunos de esos borradores, con comentarios y tachones de Enedina, de Adolfo, de Félix o míos.
Julián ha sido el dirigente del movimiento obrero de nuestro país más respetado por los dirigentes empresariales y políticos del arco parlamentario. Desde sus inicios le acompañé a las comidas que con el nombre de “las lentejas de Mona Jiménez”, organizaba aquella inteligente anfitriona y en las que la mayoría de los asistentes eran grandes empresarios, responsables de la patronal e importantes políticos de la derecha, del centro o de los socialistas. Julián siempre intervenía, con gran moderación en las formas, pero con absoluta claridad en los contenidos. Todos le escuchaban con gran atención y respeto. Algo que se repitió en otros foros que tan importante papel de encuentro y diálogo entre intereses distintos, por no decir opuestos, jugaron en los años de la transición y que hoy desgraciadamente han desaparecido, como “Euroforum” o la “Asociación para el Progreso de la Dirección” de Antonio Garrigues.
Respeto que también he comprobado durante muchos años en el Consejo Económico y Social de España, en el que Julián fue portavoz de CCOO. Sus opiniones, expuestas con rigor, claridad y firmeza, aunque muchas veces no fueran compartidas por los representantes patronales o los expertos nombrados por los gobiernos, siempre se convertían en instrumentos de diálogo, negociación y acuerdo.
Durante muchos años, prácticamente desde las fases previas a la legalización de CCOO en 1976 hasta finales de los años 90, Julián participó en todas las negociaciones importantes con los sucesivos gobiernos. Sus planteamientos, como siempre cuidadosos en la forma y rotundos en el fondo, eran escuchados con suma atención e interés por ministros tan correosos como Martín Villa, Fuentes Quintana, Abril Martorell, Carlos Solchaga, Joaquín Almunia o Javier Arenas. A diferencia de otros, a ambos lados de las mesas de negociación, Julián buscaba resquicios para mantener el diálogo, para no dar por perdidas las a veces largas sesiones de discusión. Y aunque ahora sea una referencia muy devaluada, el rey Juan Carlos siempre manifestó su respeto y admiración por Julián.
También es justo recordar que cuando las relaciones entre CCOO y UGT no eran precisamente cordiales y había una abierta tensión entre sus dos históricos Secretarios Generales, Julián siempre fue un puente de diálogo y encuentro, especialmente con ugetistas tan magníficos como José María Zufiaur o Antón Saracibar y eso a pesar de que precisamente fue Julián el artífice, como Secretario Confederal de Organización, de la primera gran victoria de CCOO sobre UGT en las elecciones sindicales.
Julián también desempeñó un papel decisivo en la estructuración organizativa del sindicato. Durante los primeros años de legalidad tuvo que impulsar la transformación de un movimiento sindical como eran las originales CCOO en una sólida organización, combinando las estructuras de rama y las territoriales, superando las evidentes influencias de raíz anarquista que había en muchos cuadros y dirigentes del nuevo movimiento obrero español. Julián se apoyó en la Comisión Confederal de organización que convocaba con frecuencia, en cuyas reuniones se iba caminando, no sin dificultades, en la consolidación organizativa.
ariza nicolas carrillo
Julián Ariza, segundo por la izquierda, junto a Nicolás Redondo y Marcelino Camacho, en un homenaje a los presos políticos en la Cárcel de Carabanchel. (Foto: Wikipedia)
El valioso trabajo interno y externo de Julián, su larga trayectoria de lucha en la clandestinidad, su prestigio, experiencia y capacidad, le convertían en el sucesor lógico de Marcelino Camacho, máxime una vez que la otra gran referencia histórica de CCOO, Nicolás Sartorius, había optado por dedicarse al ámbito estrictamente político en el PCE y luego en IU. Los enfrentamientos internos en el PCE, la deriva anticarrillista de Marcelino Camacho y otros dirigentes de CCOO y la fidelidad de Julián por encima de todo al proyecto y línea política de Santiago Carrillo, lo hicieron imposible. Las diversas tendencias que había en 1987 en CCOO fuimos incapaces de superar nuestras tensiones partidistas, no supimos lograr una candidatura de síntesis y fuimos abiertamente divididos al IV Congreso Confederal.
Julián y quienes nos identificábamos con él, perdimos el Congreso. Afortunadamente Antonio Gutiérrez, sucesor de Camacho, poco a poco y no sin algunos retrocesos, fue promoviendo un reencuentro, generando una nueva mayoría sindical, en la que Julián siguió teniendo un espacio de trabajo, para bien del Sindicato. Actitud que se reforzó con los siguientes Secretarios Generales de CCOO, José María Fidalgo e Ignacio Fernández Toxo.
La fidelidad de Julián a la política y al proyecto de Carrillo, le llevó a compartir, sin excesivo convencimiento en su fuero interno, la decisión quizás mas difícil de su militancia política: la integración en el Partido Socialista como una especie de corriente de opinión. Yo no di ese paso (fue la única discrepancia de fondo que hemos tenido), y años más tarde Julián me comentaba, con pesar, la escasísima vida política interna en el PSOE y el limitado caso que les hacían sus máximos dirigentes, sobre todo a partir de la caída de la influencia del sector guerrista, con quienes mayor identificación política tenían los carrillistas.
Durante años tuve la ilusión de que el PSOE aprovecharía la valía de Julián. Hubiera sido un magnífico Ministro de Trabajo
Durante años tuve la ilusión de que el PSOE aprovecharía la valía de Julián. Hubiera sido un magnífico Ministro de Trabajo. Seguramente no lo fue porque Julián no abdicó de sus principios y no fue una personalidad cómoda ni con ambiciones oportunistas.
Julián ha sido un autodidacta, que no se conformó con los tradicionales conocimientos adquiridos en su paso por las cárceles. Era muy consciente de la fragilidad de su inicial formación marxista y siempre ha hecho un gran esfuerzo por formarse e informarse, por tener instrumentos para conocer e interpretar la compleja realidad que le ha tocado vivir al movimiento sindical de nuestro país y de nuestro tiempo. Julián ha escrito centenares y centenares de artículos, sin duda el dirigente sindical que más ha escrito en España y con el paso de los años, se percibe claramente una línea de absoluta coherencia en defensa de los intereses y valores de las clases trabajadoras y desde luego el rigor y seriedad de sus opiniones.
Julián, en sus escasos ratos libres, ha tenido unas facetas personales sin duda desconocidas por la mayoría, pero que le ayudaban a afrontar las enormes exigencias de su militancia. Le gustaba ir a pescar y salir de excursión al campo. Y en su coche siempre tenia casetes del japones Kitaro, en especial de su disco “The silk road”.
Julián Ariza, ha sido y es el gran referente y ejemplo del movimiento sindical español y un gran ejemplo de coherencia política. He tenido la enorme suerte de poder trabajar con él y gozar de su amistad.
Foto de portada: CCOO de Madrid
Homenaje a Julián Ariza, líder sindical de Comisiones Obrera
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