Francina Armengol, diputada del PSOE por Illes Baleares, tras ser elegida presidenta de la Cámara Baja. / Povedano (Congreso)
Francina Armengol, diputada del PSOE por Illes Baleares, tras ser elegida presidenta de la Cámara Baja. / Povedano (Congreso) A diferencia de otros medios, en CTXT mantenemos todos nuestros artículos en abierto. Nuestra apuesta es recuperar el espíritu de la prensa independiente: ser un servicio público. Si puedes permitirte pagar 4 euros al mes, apoya a CTXT. ¡Suscríbete! 1- Las cosas categóricas son como el verano. Deben pasar muchas veces –deben pasar muchos días de calor– para poder hablar de su existencia. Aún así, con la prudencia que da saber eso, hoy han pasado –es decir, han empezado a pasar– dos cosas que son categóricas, siempre y cuando se confirme su repetición en el tiempo. Como ya sabrán, una es la cosa a) y otra, como su nombre indica, la b). 2- Lo previsible, lo calculado, lo comunicado incluso por Junts en días anteriores, hubiera sido lo siguiente: que Junts hubiera posibilitado la presidencia del Congreso a Cuca Gamarra. Boom. Simplemente para demostrar que esta vez iban en serio. Simplemente para subir, como dice Puigdemont, la subasta, de cara a una segunda negociación, definitiva, para establecer la presidencia de Gobierno, con Sánchez, o con Feijóo. Es importante saber esto. Es importante saber, por lo mismo, que la negociación para un Gobierno Sánchez, después de lo acaecido hoy, pudiendo llegar a ser tensa o incierta, no lo será tanto. Tal vez pudiera no serlo en absoluto, o solo teatralmente. Ha sucedido, por lo tanto, algo categórico, si es que sucede más veces y con la misma rotundidad: la a) operación retorno de Junts. Junts, consagrado a la mentira prepolítica y antipolítica, dos géneros imprevisibles, parece volver a la mentira política, esa mentira más previsible y normalizada. Se dice rápido. La negociación para un Gobierno Sánchez, pudiendo llegar a ser tensa o incierta, no lo será tanto 3- Veamos lo que eso ha costado. 4- Ha costado, aparentemente, una nimiedad. Lo que sigue es lo pactado entre PSOE y ERC y Junts. Poco y no muy caro, al parecer y por ahora. 5- Con ERC se pactan tres puntos. Punto 1): “La confección de una ley orgánica para que el catalán” –es, decir, todas las lenguas cooficiales, lo que excluiría, por ejemplo, al asturiano– “sea lengua plenamente oficial en todas las instituciones del Estado”, así como su uso, inmediato, en el Congreso, así como su uso, también, en las instituciones de la UE. Punto 2): creación de una comisión parlamentaria para investigar el caso Pegasus. Y punto 3): “El Estado se compromete al fin de la represión relacionada con el 1-O (…) por las vías legales necesarias”. Con Junts, 4 puntos: siendo el 1) y el 2) el uso del catalán en el Congreso y en Europa, el 3) la comisión de investigación Pegasus, demandada también por ERC. El 4) sería un bonus-track: otra comisión parlamentaria. Por lo de los atentados de Barcelona y Cambrils. ¿Qué significan, que suponen todos estos puntos? 6- Sobre la oficialidad de las lenguas cooficiales. El artículo 3 de la CE78 –no es una joya; es lo que es, se redactó cuando se redactó, con miedo a quien se le tenía miedo– establece que, por aquí abajo, solo hay una lengua oficial. Tal y como suena. Y sí, hay otras, cooficiales, de oficialidad territorial, si bien tan solo en las CC. AA. en las que eso se señale. Oficializar lo cooficial, señalar que el catalán, el vasco, el gallego y el occitano –únicas lenguas cooficiales, me temo; el asturiano y el aragonés, por ejemplo, no están cooficializadas– son lenguas con las que interactuar con el Estado –es decir, que sean lenguas con las que rellenar un impreso para, pongamos, alistarte en la Legión–, supone una reforma constitucional. Así como suena. Sí, se puede hacer un apaño, un compromiso, que cree precedente, costumbre, hábito, normalidad, incluso reinvindicación al respecto. Pero eso requeriría complicidad, voluntad, buen rollete, por parte de todas las instituciones –y no creo que la Justicia tenga de eso, por ejemplo–. Por lo que lo creado sería un momento plurinacional que solo duraría hasta que otro gobierno o un TC psicópata –que podría ser, tranquilamente, el actual– decidieran detener e invertir la situación creada. Sobre el uso de las lenguas oficiales en el Congreso: requeriría un cambio de reglamento, si se quiere que dure un poco. Es posible, y hay mayoría absoluta –visto lo visto hoy– para ello. Sobre el uso de la oficialidad de las lenguas cooficiales en la UE y en el Europarlamento: ya se intentó. Fue cuando ZP. La UE respondió que vale, que se oficializarían todas las lenguas españolas que se quiera, siempre y cuando fueran previamente oficializadas en España. Lo que nos lleva a lo de la reforma constitucional, y lo que en su día llevó a ZP a hacer mutis por el foro. Es previsible –mucho, al menos– que la UE vuelva a repetir, en esta emisión, lo que en su día notificó. Esa puede ser la respuesta del Consejo de la UE a la solicitud de oficialidad del catalán, vasco y gallego, enviada hace horas por el ministro de Exteriores, en lo que fue un hecho que, según Pugidemont, aportó concreción al asunto. Visto lo visto, no lo es. Es más bien humo. De todo esto es consciente el PSOE, y es muy posible que también los sean ERC y Junts, dos partidos con una cultura más precaria del Estado y la legalidad. Es decir, es muy posible que los tres partidos hayan pactado, conscientemente, un procesismo, algo que no se llevará a cabo, o no en su luminosidad y totalidad. Sí, podrá realizarse en el Congreso y por un tiempo. Es más dudoso en otras instituciones. Y sumamente dudoso –veremos– en la UE. Los procesismos, iniciados en Catalunya, pero rápidamente expandidos, han venido a quedarse en este Estado irreformable, por lo que se va viendo. Esos no-cambios son los únicos cambios posibles. Es muy posible que los tres partidos hayan pactado, conscientemente, un procesismo 7- Sobre las comisiones parlamentarias: en Yes, Minister se decía: “Si no quieres que pase nada, crea una comisión”. La comisión sobre los atentados del 17A del 2017 responde, por cierto, a una vieja tradición propagandística de Junts, según la cual detrás de los atentados estuvo la policía. Una suerte de fue-Titadine. Esa comisión es un gol, un triunfo para Junts, y se traducirá en más momentos de propaganda en los noticiarios televisivos del gremio procesista. Y, es previsible, en poco más. Veremos. 8- El fin efectivo de la judicialización del procés es una demanda, aceptada por el PSOE, de ERC. Es posible suponer que será también el eje de lo negociable por Junts de cara a facilitar la investidura de Sánchez. En todo caso, es importante la desaparición del palabro amnistía y la aparición del concepto “vías legales necesarias”. Lo que apunta a que la solución podría ser, incluso, la actual: indultos. 9- Se supone que los 3 puntos de ERC y los 4 de Junts no son lo único pactado. Falta lo que se negociará para la investidura de Sánchez. Y faltan cosas que se irán formalizando por los hechos, como, por ejemplo, la creación de sendos grupos parlamentarios para ERC y Junts. Y soluciones individuales para los exiliados, algo natural si pensamos que Junts, y hasta que demuestre lo contrario, es como en su día Agrupación Ruiz Mateos, o el añorado –por la fiscalía– GIL, una construcción vertical para mejorar situaciones personales. Y, por encima de todo, faltaría algo. Algo inconcreto, difícil de calcular y fundamentado en el honor y el reconocimiento. Un momento, una ceremonia, un alto cargo viajando a Waterloo para estrechar la mano de Puigdemont, una forma aparatosa de constatar lo contrario a lo que se vería: que Puigdemont es el que ha viajado, es quien ha vuelto a una dinámica patria. O, todo lo contrario, un retorno de Puigdemont en modo Tarradellas. Recordemos que Tarradellas, president en el exilio, traicionó. Pactó con el franquismo y volvió a BCN, posibilitando con ello la derechización de la transición en Catalunya. Posibilitando a Pujol y, por lo mismo, y en el tiempo, a Puigdemont. En Catalunya, en fin, y al contrario que en Euskadi y en la España indómita de Menéndez Pelayo, se glorifica a los traidores. A los generales que cambian de bando no se les mata, se les homenajea, se les recibe en BCN con banderitas. Puede volver a ser el caso. 10- Hace años que pedíamos traidores. Ya los tenemos. A todos. Lo que es bueno, cuando los fieles, simplemente, mienten. 11- Y este puede ser el gran fallo de los pactos, en principio asumibles y sencillos. Se ha pactado con dos sujetos, ERC y Junts. Cuando el procés ya son tres sujetos. El tercero es la ANC, algunos grupúsculos, tal vez Clara Ponsatí; la extrema derecha en la que ha derivado la cosa, que está en modo rampante, y que ha empezado ya a practicar su deporte favorito: la persecución de traidores incluso en Junts. No es un sector anecdótico: en las últimas elecciones optó por la abstención y, en efecto, Junts y –más aún– ERC bajaron en votos. Los herederos de una cultura emitida por Junts pueden crear, en el futuro inmediato, dudas en Junts. Es decir, en su única cabeza pensante. Ya veremos. 11- Ah. La cosa categórica b). La idea de FAES de acceder a mayorías a través de la creación de un nuevo partido, anclado en la extrema derecha, lo que favorecería el traslado del PP hacia esa dirección, ha fracasado. Con todas las letras. Es más, el invento Vox ha impedido que Feijóo sea presidente. Y, por lo mismo, ha supuesto un duro golpe al proyecto del PPE de Manfred Weber. En el aire está lo imposible: que el PP, consciente de la dificultad severa de acceder a la pomada sin socios, se interese por las derechas plurinacionales, por la plurinacionalidad, por un nacionalismo británico. La otra opción es gritar cada día más alto. Y es la más probable. 12- Todo apunta a que habrá Gobierno Sánchez. Un Gobierno sustentado en 178 diputados. Si bien no necesariamente de progreso. Si contamos al nacionalismo español, la mayoría absoluta del Congreso es nacionalista y de derechas. Será una legislatura, por lo tanto, dura. Será una nueva forma de estabilidad, difícil, casi imposible. Y con Podemos-Sumar tal vez haciéndose encima cosas poco edificantes. Pero esta estabilidad precaria, y el PP no ha entendido este factor de la época, es estabilidad al cabo. La unión de contrarios, la asociación, una suerte de e pluribus unum. Lo más cerca que se ha estado del cacharro e pluribus unum por aquí abajo, si bien aún demasiado lejos. Autor > Guillem Martínez Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo) y de 'Caja de brujas', de la misma colección. Su último libro es 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Ver más artículos @guillemmartnez Suscríbete a CTXT Orgullosas de llegar tarde a las últimas noticias
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